Pregunta
¿Qué es el sensacionalismo?
Respuesta
El sensacionalismo es el uso de lo asombroso, lo morboso o lo impactante con el fin de despertar interés o provocar una reacción intensa. Un sensacionalista es alguien que busca emocionar, sorprender o entretener mediante un lenguaje exagerado o un estilo llamativo. Las revistas sensacionalistas que se venden en los puestos de pago dependen mucho de titulares y portadas llamativas para vender sus publicaciones. Lamentablemente, también existe el sensacionalismo religioso. Este consiste en usar métodos melodramáticos y teatrales en exceso en un servicio religioso, o hacer afirmaciones exageradas e increíbles en literatura religiosa. Un sensacionalista religioso puede ser alguien que manipula a otros con tales métodos, o un participante ingenuo que queda fascinado por la emoción del momento.
Cuando Jesucristo estuvo en la tierra, realizó milagros asombrosos que dejaban atónitos a quienes los presenciaban. Un ejemplo es la sanidad de un paralítico. Los Evangelios relatan que la gente quedó "asombrada" (Marcos 2:12), "llena de temor" (Lucas 5:26) y "movida a glorificar a Dios" (Mateo 9:8). No es de extrañar que los testigos de tal milagro quedaran impresionados: nunca antes habían visto un poder así. Los muchos milagros impresionantes de Jesús tuvieron efectos similares en quienes los veían.
Sin embargo, Jesús no era un sensacionalista. No hacía milagros para complacer a multitudes eufóricas ni para ganar fama personal. De hecho, a menudo se retiraba a lugares solitarios para orar, dejando incluso a muchos enfermos sin sanar (ver Marcos 1:35–38). No buscaba deslumbrar a la gente, sino salvarla. Su interés era hacer la voluntad de Dios, no provocar exclamaciones de asombro. Cuando se encontraba con personas que buscaban sensacionalismo, las reprendía: "Como la multitud se aglomeraba, Jesús comenzó a decir: Esta generación es una generación perversa; busca señal, y ninguna señal se le dará, sino la señal de Jonás" (Lucas 11:29, NBLA).
El sensacionalismo no se preocupa demasiado por la verdad. Los sensacionalistas en tiempos de Jesús querían ver milagros, pero la mayoría no llegaba a tener fe en Dios. Aunque quedaban temporalmente impresionados por las obras poderosas de Dios, no se convencían ni convertían. En Juan 6, grandes multitudes seguían a Jesús por Sus muchos milagros. Incluso después de alimentar a miles con unos pocos panes de cebada y peces, le pedían otra señal milagrosa (v. 30). Pero cuando comenzó a enseñar las verdades difíciles del evangelio, lo abandonaron: "Como resultado de esto muchos de Sus discípulos se apartaron y ya no andaban con Él" (Juan 6:66, NBLA).
Esa es la naturaleza del sensacionalismo: necesita producir constantemente eventos más espectaculares y provocar reacciones más intensas para mantener el interés de los sensacionalistas. Pero la verdadera fe no se produce por lo que se ve (2 Corintios 5:7). Los milagros y las experiencias emocionales no generan fe. Dios debe llamar a la persona y abrir su entendimiento a la verdad (Juan 6:44). Con demasiada frecuencia, algunos líderes religiosos creen que el sensacionalismo convertirá a los pecadores, y diseñan sus servicios para impresionar y atraer seguidores con mensajes y métodos espectaculares, en lugar de depender del Espíritu Santo para dar nueva vida.
Cuando Jesucristo estuvo en la tierra, realizó milagros asombrosos que dejaban atónitos a quienes los presenciaban. Un ejemplo es la sanidad de un paralítico. Los Evangelios relatan que la gente quedó "asombrada" (Marcos 2:12), "llena de temor" (Lucas 5:26) y "movida a glorificar a Dios" (Mateo 9:8). No es de extrañar que los testigos de tal milagro quedaran impresionados: nunca antes habían visto un poder así. Los muchos milagros impresionantes de Jesús tuvieron efectos similares en quienes los veían.
Sin embargo, Jesús no era un sensacionalista. No hacía milagros para complacer a multitudes eufóricas ni para ganar fama personal. De hecho, a menudo se retiraba a lugares solitarios para orar, dejando incluso a muchos enfermos sin sanar (ver Marcos 1:35–38). No buscaba deslumbrar a la gente, sino salvarla. Su interés era hacer la voluntad de Dios, no provocar exclamaciones de asombro. Cuando se encontraba con personas que buscaban sensacionalismo, las reprendía: "Como la multitud se aglomeraba, Jesús comenzó a decir: Esta generación es una generación perversa; busca señal, y ninguna señal se le dará, sino la señal de Jonás" (Lucas 11:29, NBLA).
El sensacionalismo no se preocupa demasiado por la verdad. Los sensacionalistas en tiempos de Jesús querían ver milagros, pero la mayoría no llegaba a tener fe en Dios. Aunque quedaban temporalmente impresionados por las obras poderosas de Dios, no se convencían ni convertían. En Juan 6, grandes multitudes seguían a Jesús por Sus muchos milagros. Incluso después de alimentar a miles con unos pocos panes de cebada y peces, le pedían otra señal milagrosa (v. 30). Pero cuando comenzó a enseñar las verdades difíciles del evangelio, lo abandonaron: "Como resultado de esto muchos de Sus discípulos se apartaron y ya no andaban con Él" (Juan 6:66, NBLA).
Esa es la naturaleza del sensacionalismo: necesita producir constantemente eventos más espectaculares y provocar reacciones más intensas para mantener el interés de los sensacionalistas. Pero la verdadera fe no se produce por lo que se ve (2 Corintios 5:7). Los milagros y las experiencias emocionales no generan fe. Dios debe llamar a la persona y abrir su entendimiento a la verdad (Juan 6:44). Con demasiada frecuencia, algunos líderes religiosos creen que el sensacionalismo convertirá a los pecadores, y diseñan sus servicios para impresionar y atraer seguidores con mensajes y métodos espectaculares, en lugar de depender del Espíritu Santo para dar nueva vida.