Pregunta

¿Qué significa "segar donde no se sembró" (Mateo 25:24)?

Respuesta
Jesús presenta el concepto de "segar donde no se sembró" en la parábola de los talentos (Mateo 25:14-30). A través de esta historia, Jesús prepara a Sus discípulos para los acontecimientos futuros tras Su muerte. Les da orientación práctica para ayudarles a vivir en continua preparación para el día de Su regreso.

En la parábola, el amo (que representa a Jesús) se dispone a partir en un viaje que durará mucho tiempo, aunque no sabe cuánto. El amo confía su gran riqueza a tres de sus siervos. Estos siervos son responsables de usar sabiamente lo que el amo les da. El amo divide sus talentos (unidades de dinero) entre los tres según sus capacidades. Se esperaba que los siervos fueran administradores sabios y manejaran con cuidado los recursos del amo.

Los dos primeros siervos, que recibieron una parte mayor del dinero del amo, invirtieron sabiamente y obtuvieron buenos beneficios. Duplicaron la cantidad que se les había confiado. Estos siervos fieles obedecieron y complacieron a su amo y, al final, fueron recompensados generosamente (ver Mateo 25: 20-23). Sin embargo, el tercer siervo, que recibió solo una pequeña parte del dinero del amo, "cavó en la tierra y escondió el dinero de su señor" (Mateo 25:18, NBLA). En lugar de invertir sus recursos, los escondió.

Cuando el amo llamó al tercer siervo para que le diera cuenta de cómo había administrado su talento, el siervo dijo: "Señor, yo sabía que usted es un hombre duro, que siega donde no sembró y recoge donde no ha esparcido, y tuve miedo, y fui y escondí su talento en la tierra; mire, aquí tiene lo que es suyo" (Mateo 25:24–25, NBLA).

El miedo al fracaso y la falta de fe impidieron al tercer siervo obedecer a su amo con los dones, talentos y responsabilidades que se le habían confiado. Estos versículos revelan que el siervo infiel y perezoso no conocía verdaderamente el corazón de su amo. Lo veía como un capataz duro y astuto. Su descripción de su amo como "que siega donde no sembró y recoge donde no ha esparcido" pinta un cuadro de alguien que espera una recompensa sin haber hecho ninguna inversión. En otras palabras, el siervo sentía que su amo esperaba demasiado de él.

El siervo perezoso temía un castigo severo si perdía el talento de su amo. Así que, en lugar de correr el más mínimo riesgo e invertir el talento que se le había dado para hacer prosperar los bienes de su amo, enterró su tesoro en la tierra. Por ir sobre seguro, se convirtió en un siervo inútil. Lo que Jesús quiere decir es que estar preparados para Su regreso implica ser activos, responsables y obedientes. Significa hacer buenas obras que produzcan fruto y le complazcan (ver Mateo 5:14-16; Santiago 2:14-26).

Cuando el amo de la parábola regresó, los dos siervos fieles fueron invitados a celebrar y compartir el gozo de su amo (Mateo 25:21, 23), pero el siervo infiel no. El amo le dijo: "Siervo malo y perezoso, sabías que siego donde no sembré, y que recojo donde no esparcí. Debías entonces haber puesto mi dinero en el banco, y al llegar yo hubiera recibido mi dinero con intereses" (Mateo 25:26-27, NBLA).

Jesús quería que Sus discípulos entendieran esta verdad: un día, los infieles se presentarán ante Jesús para dar cuenta de sus vidas. Los incrédulos oirán a su Maestro decirles: "Si sabías que esperaba que usaras el talento que te confié para promover mi reino, ¿por qué no hiciste nada? ¿Por qué lo escondiste? Al menos, podrías haber elegido una opción mínimamente arriesgada (por ejemplo, poner el dinero en un banco y ganar intereses). No, ni siquiera eso hicisteis".

Un mensaje valioso de la parábola de los talentos es que vivir preparados para el regreso de Cristo implica invertir sabiamente nuestras vidas —dedicando nuestro tiempo, nuestros talentos y nuestros recursos— en el reino de Dios. Es nuestro privilegio y honor aprovechar al máximo cada oportunidad para servir al Señor y trabajar por el avance de Su reino. No podemos esperar cosechar donde no hemos sembrado. No debemos buscar ganancias donde no hemos invertido. Debemos mantenernos ocupados haciendo la obra del Señor hasta que Él regrese (ver Juan 9:4–5).