Pregunta

¿Qué significa que hay "sanidad en sus alas" (Malaquías 4:2)?

Respuesta
Al final del Antiguo Testamento, se promete un gran gozo futuro a los redimidos de Israel: "Pero para ustedes que temen Mi nombre, se levantará el sol de justicia con la salud en sus alas; y saldrán y saltarán como terneros del establo" (Malaquías 4:2, NBLA).

Este pasaje habla de un periodo escatológico mencionado en las Escrituras como el "día del Señor" (Isaías 13:6; Malaquías 4:5; Joel 1:15; 2:1; Hechos 2:20). Será un tiempo de juicio para los malvados y de gran bendición para los justos (Malaquías 4:2–3). Aquellos que "temen Mi nombre" o "reverencian Mi nombre" son el pueblo de Dios: los justos. Ellos conocen y honran al Señor y comprenden las implicaciones plenas de Su nombre y Su carácter. La NTV describe la experiencia de los justos en ese día futuro como quienes "saldrán libres, saltando de alegría como becerros sueltos en medio de los pastos".

El "Sol de justicia" es una referencia clara al Mesías, Jesucristo, la Luz del mundo (Juan 9:5). Malaquías 4:2 indica que el Mesías "se levantará con la salud en sus alas". Los rayos extendidos del sol simbolizan la llegada de la luz y la sanidad sobre la tierra. En Su segunda venida, Jesucristo resplandecerá en todo Su esplendor (Mateo 26:64). Esta "sanidad" va más allá de lo físico e incluye la restauración espiritual: salvación del pecado y liberación de la condenación eterna (Salmo 107:20).

La sanidad es parte del estado eterno: "Me mostró un río de agua de vida, resplandeciente como cristal, que salía del trono de Dios y del Cordero, en medio de la calle de la ciudad. Y a cada lado del río estaba el árbol de la vida, que produce doce clases de fruto, dando su fruto cada mes; y las hojas del árbol eran para sanidad de las naciones. Ya no habrá más maldición" (Apocalipsis 22:1–3a, NBLA). Ezequiel también describe un río que fluye de un templo glorioso: "Junto al río, en su orilla, a uno y otro lado, crecerán toda clase de árboles que den fruto para comer. Sus hojas no se marchitarán, ni faltará su fruto. Cada mes darán fruto porque sus aguas fluyen del santuario; su fruto será para comer y sus hojas para sanar" (Ezequiel 47:12, NBLA).

Cuando Cristo regrese con "sanidad en sus alas", los redimidos conocerán una salud perpetua y vida eterna. La enfermedad del cuerpo, de la mente y del alma será sanada. El problema espiritual del pecado será erradicado para siempre. Por medio de Jesús vienen la gracia y la verdad (Juan 1:17). El Señor promete: "Yo sanaré su apostasía, los amaré generosamente, pues Mi ira se ha apartado de ellos" (Oseas 14:4, NBLA). Él cumplirá completamente la profecía de Isaías 61:1–3a:

"El Espíritu del Señor Dios está sobre mí,

porque me ha ungido el Señor

para traer buenas nuevas a los afligidos,

Me ha enviado para vendar a los quebrantados de corazón,

para proclamar libertad a los cautivos

y liberación a los prisioneros;

para proclamar el año favorable del Señor,

y el día de venganza de nuestro Dios;

para consolar a todos los que lloran,

para conceder que a los que lloran en Sión

se les dé diadema en vez de ceniza,

aceite de alegría en vez de luto,

manto de alabanza en vez de espíritu abatido" (NBLA).

Cristo murió en la cruz para que quienes crean en Él y lo reciban como Salvador experimenten sanidad espiritual y una relación restaurada con Dios (Isaías 53:5; 1 Pedro 2:24). No tenemos que temer el día del juicio, porque tenemos la esperanza y la promesa de que "el Sol de justicia se levantará con la salud en sus alas" (ver Juan 3:18; Mateo 25:33–34). Los creyentes pueden estar confiados sabiendo que Dios es "sol y escudo", que da gracia y gloria, y "nada bueno niega a los que andan en integridad" (Salmo 84:11, NBLA).

Cuando Jesucristo regrese, juzgará a los impíos, y el mundo experimentará un tiempo sin precedentes de paz, justicia y sanidad. El profeta Isaías describe el reinado milenial de Cristo con gran detalle: "En ese día el lobo y el cordero vivirán juntos, y el leopardo se echará junto al cabrito. El ternero y el potro estarán seguros junto al león, y un niño pequeño los guiará a todos. La vaca pastará cerca del oso, el cachorro y el ternero se echarán juntos, y el león comerá heno como las vacas. El bebé jugará seguro cerca de la guarida de la cobra; así es, un niño pequeño meterá la mano en un nido de víboras mortales y no le pasará nada. En todo mi monte santo no habrá nada que destruya o haga daño, porque así como las aguas llenan el mar, así también la tierra estará llena de gente que conocerá al Señor" (Isaías 11:6–9, NTV).

Cuando Jesús, el Sol de justicia, se levante con sanidad en sus alas, el Señor promete: "Mi pueblo vivirá otra vez bajo mi sombra" (Oseas 14:7, NTV). En este mundo oscurecido por el pecado, podemos tener esperanza al saber que la venida futura de Jesucristo será como el amanecer del día más brillante y curativo. Su aparición será como un hermoso amanecer después de una larga noche oscura. Será un día de liberación y de luz espiritual para los justos. "Agradable es la luz, y bueno para los ojos ver el sol" (Eclesiastés 11:7, NBLA).