Pregunta

¿Qué significa "resucitarle en el día final" (Juan 6:44)?

Respuesta
En Juan 6:44, Jesús dice: "Nadie puede venir a Mí si no lo trae el Padre que me envió, y Yo lo resucitaré en el día final" (NBLA). La promesa de que Jesús "lo resucitará en el día final" también aparece otras tres veces en el mismo contexto, en los versículos 39, 40 y 54. Esta promesa de resurrección está expresada en una enseñanza extensa en la que Jesús se presenta a sí mismo como el Pan de Vida.

En Juan 6:39-40, Jesús habla de la voluntad y el propósito eternos del Padre para aquellos que vienen al Hijo. Él dice: "Y esta es la voluntad del que me envió: que de todo lo que Él me ha dado Yo no pierda nada, sino que lo resucite en el día final. Porque esta es la voluntad de Mi Padre: que todo aquel que ve al Hijo y cree en Él, tenga vida eterna, y Yo mismo lo resucitaré en el día final" (NBLA). La repetición de "resucitarlo en el día final" indica la certeza de la promesa. Jesús da una garantía de que aquellos que miran a Él (y creen en Él) serán resucitados para la vida eterna.

En Juan 6:44, Jesús habla de cómo las personas son atraídas al Hijo: "Nadie puede venir a Mí si no lo trae el Padre que me envió, y Yo lo resucitaré en el día final" (NBLA). Este versículo introduce la doctrina de la soberanía divina en la salvación, un tema importante en el Evangelio de Juan (ver el versículo 65; 10:29; 17). La soberanía divina y la responsabilidad humana no son incompatibles. Las personas deben mirar al Hijo y creer en Él para obtener la vida eterna, pero no pueden venir a Jesús a menos que el Padre les dé el deseo y la inclinación para hacerlo. Y cuando vienen, Jesús promete no rechazarlos (Juan 6:37). Ellos le pertenecen, y Él los resucitará en el último día.

En Juan 6:54, Jesús habla de la necesidad de comer Su carne y beber Su sangre para tener vida eterna: "El que come Mi carne y bebe Mi sangre, tiene vida eterna, y Yo lo resucitaré en el día final" (NBLA). Por supuesto, Jesús no está hablando literalmente. "Comer" su carne es confiar y creer que Él dio su cuerpo como rescate por nuestros pecados (versículo 35; cf. Marcos 10:45). Del mismo modo, "beber" Su sangre significa confiar en Su muerte expiatoria, representada por Su sangre derramada en el Calvario. Debemos "consumir" Su carne y Su sangre para obtener la vida eterna.

Los lectores no deben pasar por alto el paralelismo entre Juan 6:40 y Juan 6:54. La única diferencia sustancial es que el primero habla de mirar al Hijo y creer en Él, mientras que el segundo habla de comer Su carne y beber Su sangre. La conclusión obvia es que el versículo 54 es la expresión metafórica del versículo 40. Comer ilustra la creencia. Como escribió Agustín de Hipona: "Crede, et manducasti" ("Cree y habrás comido").

La resurrección final, mencionada en Juan 6:39, 40, 44 y 54, se concede a todos los que confían y creen en la obra consumada de Cristo. La vida eterna no solo se promete al alma o al espíritu, sino también al cuerpo.

Cristo redime a la persona entera, y hemos pasado de la condenación a la justificación (Romanos 5:1), de las tinieblas a la luz (1 Pedro 2:9) y de la muerte a la vida (Juan 5:24).