Pregunta
¿Quién escribió el libro de Jeremías? ¿Quién fue el autor de Jeremías?
Respuesta
El libro de Jeremías tiene una gran importancia tanto en la historia de Israel como en la narrativa de redención de la Escritura. Se clasifica como uno de los Profetas Mayores del Antiguo Testamento—debido a su extensión—y como uno de los Profetas Posteriores en la Biblia hebrea. El profeta Jeremías fue el autor del libro de Jeremías (Jeremías 1:1).
La primera línea del libro establece claramente la autoría: "Palabras de Jeremías, hijo de Hilcías, de los sacerdotes que habitaban en Anatot, en la tierra de Benjamín" (Jeremías 1:1, NBLA). Al menos algunas de sus profecías fueron dictadas a su secretario, Baruc hijo de Nerías: "Llamó, pues, Jeremías a Baruc, hijo de Nerías, y Baruc escribió al dictado de Jeremías, en un rollo, todas las palabras que el Señor le había hablado" (Jeremías 36:4, NBLA; cf. vv. 17–18). El uso de la primera persona en varias secciones (por ejemplo, Jeremías 1:4–19) también apoya esta atribución tradicional.
Jeremías comenzó a profetizar desde joven, y aunque inicialmente mostró resistencia, Dios lo fortaleció y lo animó a obedecer (Jeremías 1:5–8). El libro fue escrito durante los años finales del reino de Judá, antes del exilio a Babilonia, y funcionó como un llamado urgente al arrepentimiento. Sin embargo, en lugar de escuchar al profeta de Dios, los habitantes de Judá lo persiguieron. Jeremías fue golpeado y puesto en el cepo (Jeremías 20:2), fue objeto de burla (Jeremías 20:7), su rollo fue quemado (Jeremías 36:23), algunos pidieron su ejecución (Jeremías 26:11), y fue arrojado a una cisterna para que muriera (Jeremías 38:1–13).
A través de Jeremías, autor del libro, Dios nos revela más sobre Su carácter, Sus expectativas y Su juicio. Jeremías también anticipa a Jesús de varias maneras. No solo su sufrimiento y perseverancia reflejan la actitud de Cristo, sino que sus profecías apuntan a la relación que Dios establecería mediante Cristo y el Nuevo Pacto (Jeremías 31:31–34).
Jeremías, hijo de un sacerdote de Anatot—una pequeña ciudad en Judá—probablemente también tenía funciones sacerdotales. Fue llamado por Dios para anunciar a Judá su inminente caída ante Babilonia. Enfrentó la dureza del corazón del pueblo, la oposición de falsos profetas y sacerdotes corruptos que proclamaban paz cuando no la había. Debido a estas circunstancias—y quizás también a su juventud—su mensaje tiene una carga emocional tan profunda que lo ha hecho conocido como "el profeta llorón".
La primera línea del libro establece claramente la autoría: "Palabras de Jeremías, hijo de Hilcías, de los sacerdotes que habitaban en Anatot, en la tierra de Benjamín" (Jeremías 1:1, NBLA). Al menos algunas de sus profecías fueron dictadas a su secretario, Baruc hijo de Nerías: "Llamó, pues, Jeremías a Baruc, hijo de Nerías, y Baruc escribió al dictado de Jeremías, en un rollo, todas las palabras que el Señor le había hablado" (Jeremías 36:4, NBLA; cf. vv. 17–18). El uso de la primera persona en varias secciones (por ejemplo, Jeremías 1:4–19) también apoya esta atribución tradicional.
Jeremías comenzó a profetizar desde joven, y aunque inicialmente mostró resistencia, Dios lo fortaleció y lo animó a obedecer (Jeremías 1:5–8). El libro fue escrito durante los años finales del reino de Judá, antes del exilio a Babilonia, y funcionó como un llamado urgente al arrepentimiento. Sin embargo, en lugar de escuchar al profeta de Dios, los habitantes de Judá lo persiguieron. Jeremías fue golpeado y puesto en el cepo (Jeremías 20:2), fue objeto de burla (Jeremías 20:7), su rollo fue quemado (Jeremías 36:23), algunos pidieron su ejecución (Jeremías 26:11), y fue arrojado a una cisterna para que muriera (Jeremías 38:1–13).
A través de Jeremías, autor del libro, Dios nos revela más sobre Su carácter, Sus expectativas y Su juicio. Jeremías también anticipa a Jesús de varias maneras. No solo su sufrimiento y perseverancia reflejan la actitud de Cristo, sino que sus profecías apuntan a la relación que Dios establecería mediante Cristo y el Nuevo Pacto (Jeremías 31:31–34).
Jeremías, hijo de un sacerdote de Anatot—una pequeña ciudad en Judá—probablemente también tenía funciones sacerdotales. Fue llamado por Dios para anunciar a Judá su inminente caída ante Babilonia. Enfrentó la dureza del corazón del pueblo, la oposición de falsos profetas y sacerdotes corruptos que proclamaban paz cuando no la había. Debido a estas circunstancias—y quizás también a su juventud—su mensaje tiene una carga emocional tan profunda que lo ha hecho conocido como "el profeta llorón".