Pregunta
¿Pecó Job en algo de lo que dijo?
Respuesta
El mensaje principal del libro de Job es desafiar lo que se conoce como el principio de retribución. Esta es la idea de que Dios bendice a los justos y castiga a los malvados en esta vida. Si una persona es bendecida, eso demuestra que es justa. Si alguien sufre, eso prueba que hay pecado en su vida. Como pregunta Elifaz en Job 4:7: "Recuerda ahora, ¿quién siendo inocente ha perecido jamás? ¿O dónde han sido destruidos los rectos?"
La mayoría de los personajes del libro de Job parten de esta suposición. Por eso, los tres amigos de Job insisten en que debe confesar su pecado para que Dios tenga misericordia.
En Job 8:5–7, Bildad le dice a Job: "Si tú buscaras a Dios e imploraras la misericordia del Todopoderoso, si fueras puro y recto, ciertamente Él se despertaría ahora en tu favor y restauraría tu justa condición. Aunque tu principio haya sido insignificante, con todo, tu final aumentará sobremanera".
De manera similar, en Job 11:13–19, Zofar afirma: "Si diriges bien tu corazón y extiendes a Él tu mano, si en tu mano hay iniquidad y la alejas de ti y no permites que la maldad more en tus tiendas, entonces, ciertamente levantarás tu rostro sin mancha, estarás firme y no temerás. Porque olvidarás tu aflicción, como aguas que han pasado la recordarás. Tu vida será más radiante que el mediodía, y hasta la oscuridad será como la mañana. Entonces confiarás, porque hay esperanza, mirarás alrededor y te acostarás seguro. Descansarás y nadie te atemorizará, y muchos buscarán tu favor".
Job, por su parte, sabe que no ha cometido pecado alguno que justifique su sufrimiento, así que mantiene su inocencia ante sus amigos. Esto no significa que Job se considere perfecto o sin pecado, pero rechaza la idea de que haya cometido alguna falta grave (que además hubiera logrado ocultar) para merecer tal castigo de parte de Dios. Como se describe en el primer versículo del capítulo 1, Job era "intachable, recto, temeroso de Dios y apartado del mal". Hay una gran diferencia entre ser sin pecado —lo cual nadie es— y ser una persona íntegra que busca agradar a Dios sinceramente.
Curiosamente, Job no cuestiona el principio de retribución, sino que lo sigue afirmando. Él cree entender cómo funcionan las cosas, y por eso no comprende por qué Dios le hace pasar por esto. Primero cae en la desesperación y lamenta haber nacido (Job 3). Luego comienza a dudar de la justicia y sabiduría de Dios. Desde su perspectiva, Dios no está "siguiendo las reglas". Sus amigos ven esto como una ofensa al carácter de Dios. En Job 8:2–3, Bildad le pregunta: "¿Hasta cuándo hablarás estas cosas, y serán viento impetuoso las palabras de tu boca? ¿Acaso tuerce Dios la justicia o tuerce el Todopoderoso lo que es justo?"
En el capítulo 23, Job dice que, si pudiera presentar su caso directamente ante Dios, demostraría su inocencia.
Así continúa el debate entre Job y sus amigos. Ellos insisten en que Dios es justo, por lo tanto, un justo no podría estar sufriendo de esa manera. Job insiste en que es justo y no logra entender por qué le sucede esto. Su mundo se ha derrumbado por completo. Sin embargo, ninguno de ellos cuestiona el principio de retribución ni sugiere que Dios no está obligado a seguir esas "reglas".
En Job 27, Job reafirma el principio de retribución, pero también declara que Dios le ha negado justicia (v. 2). Está lleno de dudas y dolor, pero nunca maldice a Dios (como su esposa le sugiere en Job 2:9). Tampoco le da la espalda. Job simplemente piensa que debe haber un error, y que, si pudiera hablar con Dios, todo se aclararía. Pero Dios parece inalcanzable (ver Job 23).
Entonces habla Eliú, un cuarto amigo. No ofrece una solución, pero reprende a los tres amigos por acusar a Job sin pruebas. También reprende a Job por insinuar que Dios ha sido injusto.
Finalmente, Dios habla. Pero en lugar de darle una explicación a Job, básicamente le dice que no tiene idea de cómo Él gobierna el mundo. En Job 38:2–4, Dios pregunta: "¿Quién es este que oscurece el consejo con palabras sin conocimiento? Ciñe ahora tus lomos como un hombre, y Yo te preguntaré, y tú me instruirás. ¿Dónde estabas tú cuando Yo echaba los cimientos de la tierra? Dímelo, si tienes inteligencia". Esta línea de interrogatorio continúa hasta el capítulo 41.
En Job 42:1–6, Job reconoce que no comprende los caminos de Dios:
"Entonces Job respondió al Señor: Yo sé que Tú puedes hacer todas las cosas, y que ninguno de Tus propósitos puede ser frustrado.
¿Quién es este que oculta el consejo sin entendimiento?.
Por tanto, he declarado lo que no comprendía, cosas demasiado maravillosas para mí, que yo no sabía.
Escucha ahora, y hablaré; te preguntaré y Tú me instruirás.
He sabido de Ti solo de oídas, pero ahora mis ojos te ven. Por eso me retracto, y me arrepiento en polvo y ceniza".
Job reconoce que ha pecado en su manera de responder a Dios.
En Job 1, después de las primeras tragedias, se nos dice: "En todo esto Job no pecó ni culpó a Dios". Esta afirmación se refiere a su reacción inicial, no a todo lo que dice a lo largo del libro. Más adelante, Job duda y cuestiona a Dios. Algunos podrían considerar eso como pecado. Otros lo ven como un lamento similar a los que aparecen en los Salmos. Sin embargo, Dios no reprende a Job —más allá de los cuestionamientos en los capítulos 38 al 41—. A quienes sí reprende es a los tres amigos: "porque no han hablado de Mí lo que es recto, como Mi siervo Job" (Job 42:7).
La verdad que Job expresó probablemente aparece en Job 42:1–6, cuando reconoce que los caminos de Dios están más allá de su entendimiento. Los tres amigos, en cambio, actúan como si entendieran a Dios perfectamente. Luego, Dios le pide a Job que ore y ofrezca sacrificios por sus amigos, y les promete perdón. Esto es una vindicación de la justicia de Job (Job 42:8–9).
Al final, Dios no explica el sufrimiento ni el dolor, sino que afirma que no puede ser encasillado dentro de un conjunto de reglas humanas. A veces los justos sufren, y a veces los malvados prosperan. Este dilema no se resuelve completamente, sino hasta la vida eterna, cuando Dios juzgue a cada uno según la verdad (Romanos 2:16). Sin embargo, el pensamiento retributivo que tenían Job y sus amigos sigue vigente hoy, especialmente en las enseñanzas del evangelio de la prosperidad.
La mayoría de los personajes del libro de Job parten de esta suposición. Por eso, los tres amigos de Job insisten en que debe confesar su pecado para que Dios tenga misericordia.
En Job 8:5–7, Bildad le dice a Job: "Si tú buscaras a Dios e imploraras la misericordia del Todopoderoso, si fueras puro y recto, ciertamente Él se despertaría ahora en tu favor y restauraría tu justa condición. Aunque tu principio haya sido insignificante, con todo, tu final aumentará sobremanera".
De manera similar, en Job 11:13–19, Zofar afirma: "Si diriges bien tu corazón y extiendes a Él tu mano, si en tu mano hay iniquidad y la alejas de ti y no permites que la maldad more en tus tiendas, entonces, ciertamente levantarás tu rostro sin mancha, estarás firme y no temerás. Porque olvidarás tu aflicción, como aguas que han pasado la recordarás. Tu vida será más radiante que el mediodía, y hasta la oscuridad será como la mañana. Entonces confiarás, porque hay esperanza, mirarás alrededor y te acostarás seguro. Descansarás y nadie te atemorizará, y muchos buscarán tu favor".
Job, por su parte, sabe que no ha cometido pecado alguno que justifique su sufrimiento, así que mantiene su inocencia ante sus amigos. Esto no significa que Job se considere perfecto o sin pecado, pero rechaza la idea de que haya cometido alguna falta grave (que además hubiera logrado ocultar) para merecer tal castigo de parte de Dios. Como se describe en el primer versículo del capítulo 1, Job era "intachable, recto, temeroso de Dios y apartado del mal". Hay una gran diferencia entre ser sin pecado —lo cual nadie es— y ser una persona íntegra que busca agradar a Dios sinceramente.
Curiosamente, Job no cuestiona el principio de retribución, sino que lo sigue afirmando. Él cree entender cómo funcionan las cosas, y por eso no comprende por qué Dios le hace pasar por esto. Primero cae en la desesperación y lamenta haber nacido (Job 3). Luego comienza a dudar de la justicia y sabiduría de Dios. Desde su perspectiva, Dios no está "siguiendo las reglas". Sus amigos ven esto como una ofensa al carácter de Dios. En Job 8:2–3, Bildad le pregunta: "¿Hasta cuándo hablarás estas cosas, y serán viento impetuoso las palabras de tu boca? ¿Acaso tuerce Dios la justicia o tuerce el Todopoderoso lo que es justo?"
En el capítulo 23, Job dice que, si pudiera presentar su caso directamente ante Dios, demostraría su inocencia.
Así continúa el debate entre Job y sus amigos. Ellos insisten en que Dios es justo, por lo tanto, un justo no podría estar sufriendo de esa manera. Job insiste en que es justo y no logra entender por qué le sucede esto. Su mundo se ha derrumbado por completo. Sin embargo, ninguno de ellos cuestiona el principio de retribución ni sugiere que Dios no está obligado a seguir esas "reglas".
En Job 27, Job reafirma el principio de retribución, pero también declara que Dios le ha negado justicia (v. 2). Está lleno de dudas y dolor, pero nunca maldice a Dios (como su esposa le sugiere en Job 2:9). Tampoco le da la espalda. Job simplemente piensa que debe haber un error, y que, si pudiera hablar con Dios, todo se aclararía. Pero Dios parece inalcanzable (ver Job 23).
Entonces habla Eliú, un cuarto amigo. No ofrece una solución, pero reprende a los tres amigos por acusar a Job sin pruebas. También reprende a Job por insinuar que Dios ha sido injusto.
Finalmente, Dios habla. Pero en lugar de darle una explicación a Job, básicamente le dice que no tiene idea de cómo Él gobierna el mundo. En Job 38:2–4, Dios pregunta: "¿Quién es este que oscurece el consejo con palabras sin conocimiento? Ciñe ahora tus lomos como un hombre, y Yo te preguntaré, y tú me instruirás. ¿Dónde estabas tú cuando Yo echaba los cimientos de la tierra? Dímelo, si tienes inteligencia". Esta línea de interrogatorio continúa hasta el capítulo 41.
En Job 42:1–6, Job reconoce que no comprende los caminos de Dios:
"Entonces Job respondió al Señor: Yo sé que Tú puedes hacer todas las cosas, y que ninguno de Tus propósitos puede ser frustrado.
¿Quién es este que oculta el consejo sin entendimiento?.
Por tanto, he declarado lo que no comprendía, cosas demasiado maravillosas para mí, que yo no sabía.
Escucha ahora, y hablaré; te preguntaré y Tú me instruirás.
He sabido de Ti solo de oídas, pero ahora mis ojos te ven. Por eso me retracto, y me arrepiento en polvo y ceniza".
Job reconoce que ha pecado en su manera de responder a Dios.
En Job 1, después de las primeras tragedias, se nos dice: "En todo esto Job no pecó ni culpó a Dios". Esta afirmación se refiere a su reacción inicial, no a todo lo que dice a lo largo del libro. Más adelante, Job duda y cuestiona a Dios. Algunos podrían considerar eso como pecado. Otros lo ven como un lamento similar a los que aparecen en los Salmos. Sin embargo, Dios no reprende a Job —más allá de los cuestionamientos en los capítulos 38 al 41—. A quienes sí reprende es a los tres amigos: "porque no han hablado de Mí lo que es recto, como Mi siervo Job" (Job 42:7).
La verdad que Job expresó probablemente aparece en Job 42:1–6, cuando reconoce que los caminos de Dios están más allá de su entendimiento. Los tres amigos, en cambio, actúan como si entendieran a Dios perfectamente. Luego, Dios le pide a Job que ore y ofrezca sacrificios por sus amigos, y les promete perdón. Esto es una vindicación de la justicia de Job (Job 42:8–9).
Al final, Dios no explica el sufrimiento ni el dolor, sino que afirma que no puede ser encasillado dentro de un conjunto de reglas humanas. A veces los justos sufren, y a veces los malvados prosperan. Este dilema no se resuelve completamente, sino hasta la vida eterna, cuando Dios juzgue a cada uno según la verdad (Romanos 2:16). Sin embargo, el pensamiento retributivo que tenían Job y sus amigos sigue vigente hoy, especialmente en las enseñanzas del evangelio de la prosperidad.