Pregunta
¿Qué es la obediencia activa? ¿Qué es la obediencia pasiva?
Respuesta
La obediencia activa consiste en cumplir las órdenes de otra persona, mientras que la obediencia pasiva implica una sumisión total, incluso cuando ello puede traer sufrimiento o daño. Aunque ambos conceptos son similares, la obediencia activa suele implicar realizar acciones concretas, mientras que la obediencia pasiva implica no resistirse. En el contexto de nuestra relación con Dios, la obediencia activa significa buscar Sus mandamientos y poner el corazón en cumplirlos. La obediencia pasiva, por su parte, es el estado de rendición continua que dice: "No se haga Mi voluntad, sino la Tuya" (Lucas 22:42). Jesús ejemplificó ambos tipos de obediencia durante todo Su ministerio en la tierra, y los cristianos deben confiar en el poder del Espíritu Santo para seguir Su ejemplo (Hechos 1:8).
Dios exigía obediencia activa a los israelitas en el Antiguo Testamento. Esa obediencia detallada y difícil tenía como propósito mostrarles que no podían ser lo suficientemente justos para merecer Su misericordia y gracia. Dios estaba preparando el camino para la venida de Su Hijo, Jesús, quien cumpliría cada letra de la ley (Mateo 5:17). A través de Su obediencia activa, Jesús cumplió todos los requisitos de la ley. Él dijo: "Yo siempre hago lo que le agrada" (Juan 8:29). En obediencia pasiva, Jesús se sometió a un trato cruel e injusto porque era la voluntad de Dios (Isaías 53:7). La Biblia no utiliza literalmente los términos "obediencia activa" u "obediencia pasiva", pero algunas descripciones bíblicas de la pasión de Jesús sí resaltan Su sumisión: "Quien cuando lo ultrajaban, no respondía ultrajando. Cuando padecía, no amenazaba, sino que se encomendaba a Aquel que juzga con justicia" (1 Pedro 2:23).
Un cristiano debe vivir en un estado constante de obediencia pasiva a Dios. Caminar en el Espíritu significa permanecer sensibles a Su guía y responder como Él quiere que lo hagamos (Gálatas 5:16, 25). Cuando llegan las dificultades, las soportamos con paciencia (Santiago 1:2). Vivimos con la certeza de que Dios obrará todas las cosas para nuestro bien (Romanos 8:28), por lo que no buscamos vengarnos (Romanos 12:19). Confiamos en que Dios actúa en nuestras vidas y le damos total libertad para que haga Su voluntad (Gálatas 6:9; Filipenses 2:13).
Sin embargo, la obediencia pasiva es solo la mitad de la responsabilidad cristiana. Dios nos da mandamientos específicos que quiere que obedezcamos, muchos de los cuales son contrarios a lo que naturalmente elegiríamos. Jesús nos enseñó que para seguirle debemos "negarnos a nosotros mismos y tomar nuestras cruces" (Lucas 9:23). Esto implica acciones concretas. Entre otras cosas, se nos ordena: "No se embriaguen con vino, en lo cual hay disolución, sino sean llenos del Espíritu" (Efesios 5:18), "Huyan de la fornicación" (1 Corintios 6:18), "Ámense unos a otros entrañablemente, de corazón puro" (1 Pedro 1:22) y "Busquen la paz con todos, y la santidad, sin la cual nadie verá al Señor" (Hebreos 12:14). Primera de Tesalonicenses 5:12–22 contiene una lista de mandamientos que Pablo dio a la iglesia. No es exhaustiva, pero muestra que la vida cristiana implica realizar acciones concretas.
Con Jesús como modelo perfecto y el Espíritu Santo como fuerza, debemos vivir tanto en obediencia pasiva como activa (Hechos 1:8). Ambas son necesarias para cumplir mandatos como este: "Si es posible, en cuanto de ustedes dependa, estén en paz con todos los hombres" (Romanos 12:18). La obediencia pasiva pasa por alto el mal y deja el juicio en manos de Dios, mientras que la obediencia activa busca el bien y evita el mal. Cuando vivimos de esta manera, glorificamos a nuestro Padre que está en los cielos (Mateo 5:16).
Dios exigía obediencia activa a los israelitas en el Antiguo Testamento. Esa obediencia detallada y difícil tenía como propósito mostrarles que no podían ser lo suficientemente justos para merecer Su misericordia y gracia. Dios estaba preparando el camino para la venida de Su Hijo, Jesús, quien cumpliría cada letra de la ley (Mateo 5:17). A través de Su obediencia activa, Jesús cumplió todos los requisitos de la ley. Él dijo: "Yo siempre hago lo que le agrada" (Juan 8:29). En obediencia pasiva, Jesús se sometió a un trato cruel e injusto porque era la voluntad de Dios (Isaías 53:7). La Biblia no utiliza literalmente los términos "obediencia activa" u "obediencia pasiva", pero algunas descripciones bíblicas de la pasión de Jesús sí resaltan Su sumisión: "Quien cuando lo ultrajaban, no respondía ultrajando. Cuando padecía, no amenazaba, sino que se encomendaba a Aquel que juzga con justicia" (1 Pedro 2:23).
Un cristiano debe vivir en un estado constante de obediencia pasiva a Dios. Caminar en el Espíritu significa permanecer sensibles a Su guía y responder como Él quiere que lo hagamos (Gálatas 5:16, 25). Cuando llegan las dificultades, las soportamos con paciencia (Santiago 1:2). Vivimos con la certeza de que Dios obrará todas las cosas para nuestro bien (Romanos 8:28), por lo que no buscamos vengarnos (Romanos 12:19). Confiamos en que Dios actúa en nuestras vidas y le damos total libertad para que haga Su voluntad (Gálatas 6:9; Filipenses 2:13).
Sin embargo, la obediencia pasiva es solo la mitad de la responsabilidad cristiana. Dios nos da mandamientos específicos que quiere que obedezcamos, muchos de los cuales son contrarios a lo que naturalmente elegiríamos. Jesús nos enseñó que para seguirle debemos "negarnos a nosotros mismos y tomar nuestras cruces" (Lucas 9:23). Esto implica acciones concretas. Entre otras cosas, se nos ordena: "No se embriaguen con vino, en lo cual hay disolución, sino sean llenos del Espíritu" (Efesios 5:18), "Huyan de la fornicación" (1 Corintios 6:18), "Ámense unos a otros entrañablemente, de corazón puro" (1 Pedro 1:22) y "Busquen la paz con todos, y la santidad, sin la cual nadie verá al Señor" (Hebreos 12:14). Primera de Tesalonicenses 5:12–22 contiene una lista de mandamientos que Pablo dio a la iglesia. No es exhaustiva, pero muestra que la vida cristiana implica realizar acciones concretas.
Con Jesús como modelo perfecto y el Espíritu Santo como fuerza, debemos vivir tanto en obediencia pasiva como activa (Hechos 1:8). Ambas son necesarias para cumplir mandatos como este: "Si es posible, en cuanto de ustedes dependa, estén en paz con todos los hombres" (Romanos 12:18). La obediencia pasiva pasa por alto el mal y deja el juicio en manos de Dios, mientras que la obediencia activa busca el bien y evita el mal. Cuando vivimos de esta manera, glorificamos a nuestro Padre que está en los cielos (Mateo 5:16).