Pregunta

¿Cuál es la clave para no tener miedo según la Biblia?

Respuesta
Todos sentimos miedo en algún momento, por algo. Vivimos en un mundo que nos ofrece muchas oportunidades para temer, y podemos ser bastante creativos a la hora de pensar en nuevas cosas que nos causen miedo. Quizás por eso uno de los mandamientos que más se repite en la Biblia es no temas. Por supuesto, la Biblia hace más que dar el mandamiento; nos da buenas razones por las que no debemos temer.

Aquí hay algunas claves bíblicas para no tener miedo:

Confía en Dios. Este debe ser el punto de partida. ¿Confiamos en Dios o no? El salmista nos da el ejemplo de la elección correcta: "El día en que temo, yo en Ti confío" (Salmo 56:3). La fe vence al miedo (Marcos 4:40). Recordemos que nuestro Buen Pastor está con nosotros, incluso en "el valle de sombra de muerte" (Salmo 23:4). No tenemos por qué tener miedo porque Él nunca, jamás, nos abandonará (Hebreos 13:5). Él es nuestra salvación, nuestra fortaleza, nuestra defensa, y "Él ha sido mi salvación" (Isaías 12:2). Al confiar en Dios, oramos a Él, creemos en Su Palabra y obedecemos Sus mandamientos. Las Escrituras contienen numerosas razones por las que no debemos temer, basadas en nuestra confianza en el Señor (ver Deuteronomio 31:8; Salmo 27:1; 34:4; 118:6; Isaías 41:10; Mateo 10:28; Juan 14:27; Romanos 8:38-39; 2 Timoteo 1:7).

La confianza en Dios contrarrestará los efectos del miedo. La advertencia de la Biblia de no tener miedo implica naturalmente la fe en Dios. Como dijo el ministro escocés Alexander McLaren: "La fe, que es confianza, y el miedo, son polos opuestos. Si un hombre tiene uno, difícilmente puede tener el otro en pleno funcionamiento. El que tiene su confianza puesta en Dios no necesita temer nada, excepto el debilitamiento o la parálisis de esa confianza" (de "The Heath in the Desert and the Tree by the River" en Triumphant Certainties: And Other Sermons, Funk and Wagnalls Co., 1905, p. 247).

No te centres en el miedo. Tú eliges en qué te fijas. Centrarse en la fuente del miedo es generar más miedo; centrarse en Aquel que quita el miedo es encontrar consuelo. Tú puedes elegir fijar tus pensamientos en lo que es verdadero, honorable, justo, puro, amable y además admirable. "Piensen en cosas excelentes y dignas de alabanza" (Filipenses 4:8, NTV). Cuando Jairo, el jefe de la sinagoga, llevaba a Jesús a su casa para salvar a su hija, recibió la noticia de que ella había muerto (Marcos 5:35). Inmediatamente, Jesús le dijo a Jairo: "No temas, cree solamente" (versículo 36). En otras palabras, Jairo debía olvidarse de centrarse en la tragedia y el miedo, y centrarse más bien en la fe y la cercanía del Señor. Al elegir no tener miedo, recordamos que "mayor es Aquel que está en ustedes que el que está en el mundo" (1 Juan 4:4).

Elige alabar al Señor. "Porque bueno es cantar alabanzas a nuestro Dios, porque agradable y apropiada es la alabanza" (Salmo 147:1). La alabanza es un antídoto contra el miedo, y la gratitud anula la preocupación. El profeta Habacuc temía la invasión de su país y describió su miedo de forma vívida: "Oí, y se estremecieron mis entrañas; a Tu voz temblaron mis labios. Entra podredumbre en mis huesos, y tiemblo donde estoy" (Habacuc 3:16). Pero en los versículos siguientes, el profeta maneja su miedo de una manera piadosa: "Tranquilo espero el día de la angustia" para ver la intervención del Señor (versículo 16). Reconoció que podían avecinarse tiempos difíciles (versículo 17). Se propuso alabar al Señor (versículo 18). Y se centró en el poder y las promesas del Señor (versículo 19). Al centrarse en eso, Habacuc aprendió a no tener miedo. Y así es como terminó su libro, con una nota de alabanza al Señor.

Recuerda el futuro que el Señor ha prometido a Sus hijos. No debemos preocuparnos por el mañana, enseñó claramente Jesús (Mateo 6:34). En esta vida, tenemos la promesa de Dios de satisfacer todas las necesidades de Sus hijos (Filipenses 4:19) y de llevar a cabo Su obra en nosotros (Filipenses 1:6). Cuando David cedió el trono a su hijo, animó a Salomón con el conocimiento del plan de Dios para él: "Esfuérzate, sé valiente y haz la obra; no temas ni te acobardes, porque el Señor Dios, mi Dios, está contigo. Él no te fallará ni te abandonará, hasta que toda la obra del servicio de la casa del Señor sea acabada" (1 Crónicas 28:20). En la vida futura, los redimidos tienen una esperanza aún mayor: "según Su gran misericordia, nos ha hecho nacer de nuevo a una esperanza viva, mediante la resurrección de Jesucristo de entre los muertos, para obtener una herencia incorruptible, inmaculada, y que no se marchitará, reservada en los cielos para ustedes. Mediante la fe ustedes son protegidos por el poder de Dios, para la salvación que está preparada para ser revelada en el último tiempo" (1 Pedro 1:3-5). Las dulces palabras de Jesús alegran el corazón de todos los que suelen temer: "No temas, rebaño pequeño, porque el Padre de ustedes ha decidido darles el reino" (Lucas 12:32).

Combate la tentación de tener miedo. Estamos en una batalla espiritual, y una de las tácticas del enemigo es promover el miedo. En Su gracia, Dios nos ha dado una armadura espiritual para librar una batalla exitosa. Tenemos "el escudo de la fe con el que [podemos] apagar todos los dardos encendidos del maligno" (Efesios 6:16). Aquí hay una promesa maravillosa. El escudo que empuñamos apaga las llamas de todos los dardos del diablo, incluida la tentación de temer. La fe vence cualquier tipo de temor, y es con confianza en Dios que tomamos nuestra posición (ver el versículo 11). Parte de combatir la tentación es seguir el camino de la sabiduría y la obediencia, lo cual siempre trae buenos resultados: "Cuando te acuestes no tendrás temor, sí, te acostarás y será dulce tu sueño" (Proverbios 3:24).

El himno de John Newton "How Sweet the Name of Jesus Sounds" (Qué dulce suena el nombre de Jesús), publicado por primera vez en 1779, expresa la esperanza que hay en el corazón del creyente:

"¡Cuán dulce el nombre de Jesús

Al fiel en su dolor!

Es bálsamo en su virtud,

Que calma su temor".