Pregunta
¿Qué nos enseña Éxodo 23:2 sobre no seguir a la multitud?
Respuesta
En medio de las muchas leyes que componen el Pacto Mosaico (comúnmente conocido como la Ley de Moisés), Dios instruye a Israel: "No seguirás a la multitud para hacer el mal" (Éxodo 23:2a, NBLA). Además, les advierte que no deben torcer su testimonio por seguir a la mayoría en la perversión de la justicia (Éxodo 23:2b). La opinión popular no suele ser la opinión de Dios, y Él advierte a Su pueblo contra la tendencia humana de confiar en la aparente "sabiduría de las masas".
El apóstol Pablo contrasta claramente la sabiduría de Dios con la sabiduría de este mundo. Reconoce que las personas no llegan a conocer a Dios a través de la sabiduría humana ni del consenso social (1 Corintios 1:20–21). Dios no eligió a muchos que el mundo consideraría sabios, poderosos o influyentes (1 Corintios 1:26); más bien, escogió a lo que el mundo desprecia, para que nadie se gloríe a sí mismo, sino que todos se gloríen en el Señor (1 Corintios 1:27–29). En su carta a los colosenses, Pablo también advierte contra dejarse cautivar por filosofías populares, tradiciones humanas y principios elementales que no están conforme a Cristo (Colosenses 2:8).
Salomón expresa un pensamiento similar en Eclesiastés, al diferenciar entre el pensamiento "debajo del sol" y el que reconoce lo eterno. Explica que, bajo el sol, nada tiene un significado duradero: las búsquedas terrenales son pasajeras y, en última instancia, vacías (Eclesiastés 1:14). En cambio, cuando se vive reconociendo a Dios, incluso en las tareas más simples, hay gozo y propósito (Eclesiastés 2:4; 12:13). Jesús también enseñó sobre esta diferencia: describió un camino ancho, transitado por muchos, que lleva a la perdición, y un camino angosto, que pocos hallan, pero que conduce a la vida (Mateo 7:13–14).
El desafío para nosotros es que, por naturaleza, buscamos la aprobación de quienes nos rodean. La presión social es una fuerza poderosa, pero la Biblia nos enseña a no dejarnos llevar por la multitud, sino a hacer lo que es justo ante los ojos de Dios. Como dijo Pablo: no debemos conformarnos a este mundo, sino ser transformados por medio de la renovación de nuestra mente (Romanos 12:1–2), conforme a lo que Dios ha revelado en Su Palabra. Seguir a las multitudes puede llevarnos por mal camino. Por eso, desde tiempos antiguos, Dios advirtió a Su pueblo que no cedieran ante la presión de la mayoría para hacer lo incorrecto.
El apóstol Pablo contrasta claramente la sabiduría de Dios con la sabiduría de este mundo. Reconoce que las personas no llegan a conocer a Dios a través de la sabiduría humana ni del consenso social (1 Corintios 1:20–21). Dios no eligió a muchos que el mundo consideraría sabios, poderosos o influyentes (1 Corintios 1:26); más bien, escogió a lo que el mundo desprecia, para que nadie se gloríe a sí mismo, sino que todos se gloríen en el Señor (1 Corintios 1:27–29). En su carta a los colosenses, Pablo también advierte contra dejarse cautivar por filosofías populares, tradiciones humanas y principios elementales que no están conforme a Cristo (Colosenses 2:8).
Salomón expresa un pensamiento similar en Eclesiastés, al diferenciar entre el pensamiento "debajo del sol" y el que reconoce lo eterno. Explica que, bajo el sol, nada tiene un significado duradero: las búsquedas terrenales son pasajeras y, en última instancia, vacías (Eclesiastés 1:14). En cambio, cuando se vive reconociendo a Dios, incluso en las tareas más simples, hay gozo y propósito (Eclesiastés 2:4; 12:13). Jesús también enseñó sobre esta diferencia: describió un camino ancho, transitado por muchos, que lleva a la perdición, y un camino angosto, que pocos hallan, pero que conduce a la vida (Mateo 7:13–14).
El desafío para nosotros es que, por naturaleza, buscamos la aprobación de quienes nos rodean. La presión social es una fuerza poderosa, pero la Biblia nos enseña a no dejarnos llevar por la multitud, sino a hacer lo que es justo ante los ojos de Dios. Como dijo Pablo: no debemos conformarnos a este mundo, sino ser transformados por medio de la renovación de nuestra mente (Romanos 12:1–2), conforme a lo que Dios ha revelado en Su Palabra. Seguir a las multitudes puede llevarnos por mal camino. Por eso, desde tiempos antiguos, Dios advirtió a Su pueblo que no cedieran ante la presión de la mayoría para hacer lo incorrecto.