Pregunta
¿Cómo pueden los creyentes evitar el desánimo? (2 Corintios 4:16)?
Respuesta
Hay muchas cosas en esta vida que nos agotan. Como consecuencia del pecado, enfrentamos pruebas y dificultades que hacen la vida difícil. Sin embargo, los cristianos tienen la certeza de que estas dificultades no son más que una "aflicción leve y pasajera" en comparación con la eternidad (2 Corintios 4:17, NBLA). La esperanza del creyente le permite perseverar y no desanimarse, incluso cuando la vida se torna difícil.
Los cristianos enfrentan sufrimientos como cualquier otra persona. Podemos desanimarnos y salir heridos al pasar por dificultades. Sin embargo, los creyentes tienen una esperanza que supera los dolores temporales que enfrentan. Cuando llegan los problemas, los creyentes no necesitan desesperarse. Nuestra esperanza en Dios ancla el alma frente a los altibajos de la vida (Hebreos 6:19). No nos desanimamos porque la resurrección y la "gloria eterna" que esperamos superan con creces cualquier cosa que podamos sufrir en esta vida (2 Corintios 4:17).
Por medio de la fe en la muerte y resurrección de Cristo, somos perdonados de nuestro pecado y reconciliados con Dios. Tenemos la seguridad de que el pecado y la muerte han sido vencidos. Un día también nosotros resucitaremos y pasaremos la eternidad con Dios, libres del pecado y de la muerte. Aunque en esta vida "estamos atribulados en todo", no estamos "angustiados". Aunque estemos "en apuros", no nos desesperamos. Podemos ser "perseguidos", pero no estamos solos. Podemos ser "derribados", pero no destruidos (2 Corintios 4:8–9). Sí, pasamos por dificultades, pero también estamos llenos de esperanza en medio de ellas. La salvación de nuestras almas y la esperanza de la vida eterna con Dios nos permiten seguir adelante sin desanimarnos, a pesar de las circunstancias.
Pablo fue encarcelado, golpeado y azotado por predicar las buenas noticias del evangelio. Naufragó y enfrentó peligros en el mar, por parte de bandidos, de sus compatriotas judíos, de los gentiles y de falsos creyentes. Pasó hambre, sed, frío y carencias (2 Corintios 11:24–27). Y aun así, Pablo decidió no desanimarse. No permitió que sus dificultades lo llevaran a la desesperación. Con la esperanza puesta en Cristo, pudo proclamar: "Pero en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de Aquel que nos amó" (Romanos 8:37, NBLA). Pablo siguió predicando el evangelio con fervor, a pesar de todas las dificultades y sufrimientos que enfrentó.
Jesús nos advirtió que seguirle no sería fácil, pero también nos dio consuelo y esperanza: "Estas cosas les he hablado para que en Mí tengan paz. En el mundo tienen tribulación; pero confíen, Yo he vencido al mundo" (Juan 16:33, NBLA). Los creyentes no se desaniman porque su esperanza en Cristo es más grande que cualquier dificultad que puedan enfrentar en esta tierra.
Los cristianos enfrentan sufrimientos como cualquier otra persona. Podemos desanimarnos y salir heridos al pasar por dificultades. Sin embargo, los creyentes tienen una esperanza que supera los dolores temporales que enfrentan. Cuando llegan los problemas, los creyentes no necesitan desesperarse. Nuestra esperanza en Dios ancla el alma frente a los altibajos de la vida (Hebreos 6:19). No nos desanimamos porque la resurrección y la "gloria eterna" que esperamos superan con creces cualquier cosa que podamos sufrir en esta vida (2 Corintios 4:17).
Por medio de la fe en la muerte y resurrección de Cristo, somos perdonados de nuestro pecado y reconciliados con Dios. Tenemos la seguridad de que el pecado y la muerte han sido vencidos. Un día también nosotros resucitaremos y pasaremos la eternidad con Dios, libres del pecado y de la muerte. Aunque en esta vida "estamos atribulados en todo", no estamos "angustiados". Aunque estemos "en apuros", no nos desesperamos. Podemos ser "perseguidos", pero no estamos solos. Podemos ser "derribados", pero no destruidos (2 Corintios 4:8–9). Sí, pasamos por dificultades, pero también estamos llenos de esperanza en medio de ellas. La salvación de nuestras almas y la esperanza de la vida eterna con Dios nos permiten seguir adelante sin desanimarnos, a pesar de las circunstancias.
Pablo fue encarcelado, golpeado y azotado por predicar las buenas noticias del evangelio. Naufragó y enfrentó peligros en el mar, por parte de bandidos, de sus compatriotas judíos, de los gentiles y de falsos creyentes. Pasó hambre, sed, frío y carencias (2 Corintios 11:24–27). Y aun así, Pablo decidió no desanimarse. No permitió que sus dificultades lo llevaran a la desesperación. Con la esperanza puesta en Cristo, pudo proclamar: "Pero en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de Aquel que nos amó" (Romanos 8:37, NBLA). Pablo siguió predicando el evangelio con fervor, a pesar de todas las dificultades y sufrimientos que enfrentó.
Jesús nos advirtió que seguirle no sería fácil, pero también nos dio consuelo y esperanza: "Estas cosas les he hablado para que en Mí tengan paz. En el mundo tienen tribulación; pero confíen, Yo he vencido al mundo" (Juan 16:33, NBLA). Los creyentes no se desaniman porque su esperanza en Cristo es más grande que cualquier dificultad que puedan enfrentar en esta tierra.