Pregunta
¿Por qué se permitía que los no israelitas participaran en el sistema de sacrificios?
Respuesta
A los no israelitas no se les permitía participar en muchas áreas del sistema sacrificial judío. Sin embargo, una forma en la que un extranjero podía participar era a través del holocausto (Levítico 17:8–9). El extranjero debía presentar su holocausto en el tabernáculo, al igual que cualquier israelita de nacimiento. Al ofrecer el sacrificio en el tabernáculo, quedaba claro que el sacrificio era hecho al Señor Dios Todopoderoso, y no a otro dios.
Además, Números 15:14–16 declara: "Y si un extranjero reside con ustedes, o uno que esté entre ustedes por sus generaciones, y desea presentar una ofrenda encendida como aroma agradable al Señor, como lo hacen ustedes, así lo hará él. En cuanto a la asamblea, un estatuto habrá para ustedes y para el extranjero que reside con ustedes, un estatuto perpetuo por sus generaciones; como ustedes son, así será el extranjero delante del Señor. Una sola ley habrá, una sola ordenanza, para ustedes y para el extranjero que reside con ustedes" (NBLA). Muchas tradiciones eran exclusivas del pueblo judío, pero aquellas que no lo eran podían ser observadas por los extranjeros residentes entre los israelitas.
La Fiesta de las Semanas y la Fiesta de los Tabernáculos también eran mencionadas como celebraciones en las que el extranjero podía participar (Deuteronomio 16). A los forasteros se les debía tratar con bondad, ya que los israelitas también habían sido extranjeros en Egipto (Éxodo 23:9).
Aunque en el Antiguo Testamento se hacían muchas distinciones entre las prácticas de los judíos y las de los no judíos, también es claro que el amor de Dios se extiende a todos los que confían en Él. Un ejemplo notable se encuentra en el libro de Jonás. El profeta huye de Dios tras ser llamado a predicar contra la maldad de la ciudad gentil de Nínive. Luego de que Dios lo redirige, Jonás predica al pueblo de Nínive. Ellos ayunan en señal de arrepentimiento, y Dios tiene misericordia de ellos y no destruye su ciudad. A través de esta experiencia, Jonás llega a comprender una verdad que siglos más tarde también sería revelada al apóstol Pedro: "Ciertamente ahora entiendo que Dios no hace acepción de personas, sino que en toda nación el que le teme y hace lo justo, le es acepto" (Hechos 10:34–35, NBLA).
Además, Números 15:14–16 declara: "Y si un extranjero reside con ustedes, o uno que esté entre ustedes por sus generaciones, y desea presentar una ofrenda encendida como aroma agradable al Señor, como lo hacen ustedes, así lo hará él. En cuanto a la asamblea, un estatuto habrá para ustedes y para el extranjero que reside con ustedes, un estatuto perpetuo por sus generaciones; como ustedes son, así será el extranjero delante del Señor. Una sola ley habrá, una sola ordenanza, para ustedes y para el extranjero que reside con ustedes" (NBLA). Muchas tradiciones eran exclusivas del pueblo judío, pero aquellas que no lo eran podían ser observadas por los extranjeros residentes entre los israelitas.
La Fiesta de las Semanas y la Fiesta de los Tabernáculos también eran mencionadas como celebraciones en las que el extranjero podía participar (Deuteronomio 16). A los forasteros se les debía tratar con bondad, ya que los israelitas también habían sido extranjeros en Egipto (Éxodo 23:9).
Aunque en el Antiguo Testamento se hacían muchas distinciones entre las prácticas de los judíos y las de los no judíos, también es claro que el amor de Dios se extiende a todos los que confían en Él. Un ejemplo notable se encuentra en el libro de Jonás. El profeta huye de Dios tras ser llamado a predicar contra la maldad de la ciudad gentil de Nínive. Luego de que Dios lo redirige, Jonás predica al pueblo de Nínive. Ellos ayunan en señal de arrepentimiento, y Dios tiene misericordia de ellos y no destruye su ciudad. A través de esta experiencia, Jonás llega a comprender una verdad que siglos más tarde también sería revelada al apóstol Pedro: "Ciertamente ahora entiendo que Dios no hace acepción de personas, sino que en toda nación el que le teme y hace lo justo, le es acepto" (Hechos 10:34–35, NBLA).