Pregunta
¿Qué significa en Apocalipsis 6:6 cuando la voz dice: "No dañes el aceite ni el vino"?
Respuesta
La orden "no dañes el aceite ni el vino" en Apocalipsis 6:6 aparece en el contexto del periodo de la tribulación descrito entre Apocalipsis 4 y 19. Este tiempo se caracteriza por el derramamiento de la ira de Dios sobre un mundo pecador. Durante la tribulación, se desatarán tres series de juicios: 1) los siete sellos, 2) las siete trompetas y 3) las siete copas.
La orden celestial de "no dañes el aceite ni el vino" ocurre después de que se abre el tercer sello, que representa hambre. Este juicio se presenta como un jinete montado en un caballo negro, y ocurre después del segundo sello, que simboliza guerra generalizada. Durante el hambre que sigue a la guerra, los precios de los alimentos se disparan de forma exagerada: "Dos libras de trigo por un denario, y seis libras de cebada por un denario" (Apocalipsis 6:5). Al mismo tiempo, una voz celestial proclama: "Pero no dañes el aceite ni el vino" (versículo 6). Así que, aunque los alimentos básicos escasean—dos libras de trigo cuesta el salario de todo un día—, otros productos como el aceite y el vino, considerados fuentes secundarias de nutrición, siguen estando disponibles.
Esta profecía se sitúa en el tiempo en que el Anticristo, simbolizado por el primer jinete (Apocalipsis 6:1–2), está ascendiendo al poder. El hambre y la hiperinflación provocadas por la guerra obligarán a las personas a subsistir con lo mínimo: apenas tendrán lo necesario para sobrevivir. Pero, ¿por qué se conservarían el aceite y el vino? Podría tratarse de un acto de misericordia divina en medio del juicio. El hambre podría ser mucho peor, pero Dios limita su alcance y confina su impacto.
Otra posible interpretación es que el aceite y el vino, al ser productos menos esenciales que el trigo y la cebada, se consideren lujos menores. La orden de no dañarlos podría implicar que los ricos no sufrirán tanto como los pobres durante la futura catástrofe económica. La escasez de grano durante el juicio del tercer sello se ve acompañada por una abundancia relativa de aceite y vino: escasez en medio de la abundancia.
Cualquier estudio sobre la tribulación debería impulsarnos a asegurarnos de que formamos parte del pueblo de Dios y a vivir "sobria, justa y piadosamente, aguardando la esperanza bienaventurada y la manifestación de la gloria de nuestro gran Dios y Salvador Cristo Jesús" (Tito 2:12–13, NBLA).
La orden celestial de "no dañes el aceite ni el vino" ocurre después de que se abre el tercer sello, que representa hambre. Este juicio se presenta como un jinete montado en un caballo negro, y ocurre después del segundo sello, que simboliza guerra generalizada. Durante el hambre que sigue a la guerra, los precios de los alimentos se disparan de forma exagerada: "Dos libras de trigo por un denario, y seis libras de cebada por un denario" (Apocalipsis 6:5). Al mismo tiempo, una voz celestial proclama: "Pero no dañes el aceite ni el vino" (versículo 6). Así que, aunque los alimentos básicos escasean—dos libras de trigo cuesta el salario de todo un día—, otros productos como el aceite y el vino, considerados fuentes secundarias de nutrición, siguen estando disponibles.
Esta profecía se sitúa en el tiempo en que el Anticristo, simbolizado por el primer jinete (Apocalipsis 6:1–2), está ascendiendo al poder. El hambre y la hiperinflación provocadas por la guerra obligarán a las personas a subsistir con lo mínimo: apenas tendrán lo necesario para sobrevivir. Pero, ¿por qué se conservarían el aceite y el vino? Podría tratarse de un acto de misericordia divina en medio del juicio. El hambre podría ser mucho peor, pero Dios limita su alcance y confina su impacto.
Otra posible interpretación es que el aceite y el vino, al ser productos menos esenciales que el trigo y la cebada, se consideren lujos menores. La orden de no dañarlos podría implicar que los ricos no sufrirán tanto como los pobres durante la futura catástrofe económica. La escasez de grano durante el juicio del tercer sello se ve acompañada por una abundancia relativa de aceite y vino: escasez en medio de la abundancia.
Cualquier estudio sobre la tribulación debería impulsarnos a asegurarnos de que formamos parte del pueblo de Dios y a vivir "sobria, justa y piadosamente, aguardando la esperanza bienaventurada y la manifestación de la gloria de nuestro gran Dios y Salvador Cristo Jesús" (Tito 2:12–13, NBLA).