Pregunta

¿Qué quiso decir Jesús cuando dijo: "nadie las puede arrebatar de la mano del Padre" (Juan 10:29)?

Respuesta
En la Fiesta de la Dedicación, los judíos le pidieron a Jesús que les dijera claramente si era el Mesías. Su respuesta no fue "Sí" o "No", sino más bien: "Se lo he dicho a ustedes y no creen; las obras que Yo hago en el nombre de Mi Padre, estas dan testimonio de Mí" (Juan 10:25). Pero luego Jesús continuó explicando por qué no creían: "Pero ustedes no creen porque no son de Mis ovejas. Mis ovejas oyen Mi voz; Yo las conozco y me siguen. Yo les doy vida eterna y jamás perecerán, y nadie las arrebatará de Mi mano. Mi Padre que me las dio es mayor que todos, y nadie las puede arrebatar de la mano del Padre. Yo y el Padre somos uno" (Juan 10:26-30).

Jesús afirma que la vida eterna que Él ofrece es permanente. Él sostiene a Sus ovejas —los creyentes— en Su mano, y nadie puede arrebatárselas. Las ovejas de Jesús le fueron entregadas por el Padre, que es mayor que todos y que también sostiene a las ovejas en Su mano. Nadie puede arrebatar a los creyentes de la mano del Padre. Los creyentes están eternamente seguros, sostenidos por el poder de Dios.

En una metáfora extendida, Jesús compara a los creyentes con ovejas. Una oveja sin pastor puede ser fácilmente arrebatada del redil. "Arrebatar" se refiere a atacar, dispersar y robar ovejas como un lobo (Juan 10:12). Hay personas que afirman tener la verdad, pero en realidad buscan engañar a los creyentes (Mateo 24:5). Al diablo se le describe como un león rugiente que busca a quien devorar (1 Pedro 5:8) y como un ladrón que viene para robar, matar y destruir (Juan 10:10). Sin embargo, los creyentes son parte del rebaño de Jesús y no pueden ser arrebatados por lobos espirituales, leones ni nada más, porque Jesús es el Buen Pastor que protege a Sus ovejas (Juan 10:11). Los que pertenecen a Cristo están a salvo de cualquiera o cualquier cosa que busque su destrucción: nadie puede arrebatarlos de la mano del Padre.

Jesús es Dios, y nadie puede arrebatar las ovejas de la mano de Jesús (Juan 10:28). Romanos 8:38-39 nos asegura: "Porque estoy convencido de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni lo presente, ni lo por venir, ni los poderes, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios que es en Cristo Jesús Señor nuestro". Absolutamente nada puede separar a un hijo de Dios del amor del Padre, y absolutamente nada puede quitarle la salvación a ese creyente.

La seguridad eterna del creyente ha sido comprada por Cristo, prometida por el Padre y sellada por el Espíritu Santo. Es dada y mantenida por la mano de Dios, y es permanente e irrevocable. La vida eterna que Jesús le concede a Sus "ovejas" no puede ser robada, revocada ni perdida jamás. Un cristiano que ha confiado en Jesucristo como Salvador es declarado justo ante Dios por toda la eternidad (Juan 3:16; Hechos 16:31; Romanos 5:1) y no puede perder su salvación. El Buen Pastor protege a Sus ovejas y se asegura de que nadie ni nada las arrebate del redil.