Pregunta
¿Cuál es la perspectiva bíblica del multiculturalismo?
Respuesta
El concepto de multiculturalismo se puede entender de varias maneras, aunque dos son las más comunes. La primera es la idea de la diversidad cultural dentro de un área política o geográfica determinada. La segunda es el esfuerzo social o político por imponer cierto nivel de diversidad cultural. La visión bíblica del multiculturalismo aborda ambos aspectos, aunque no de una forma excesivamente normativa. En la práctica, la Biblia respalda fuertemente el multiculturalismo en el sentido de que los diversos idiomas, comidas, estilos musicales y costumbres forman parte de nuestro patrimonio humano. Además, todas las personas, de todas las culturas, son igualmente valiosas para Dios. Políticamente, la Biblia habla más acerca del respeto a la autoridad que de políticas específicas. Teológicamente, la Biblia no apoya la idea de que todas las creencias religiosas culturales sean igualmente verdaderas o deban tratarse como tales.
De acuerdo con las Escrituras, el multiculturalismo —en el sentido de diversidad práctica— es precisamente lo que veremos en el cielo. La Biblia habla de una multitud inmensa "de todas las naciones, tribus, pueblos, y lenguas" que alaba a Dios ante Su trono (Apocalipsis 7:9). El principio del multiculturalismo se observa en la enseñanza bíblica de que la raza, la cultura y el género no nos separan ante los ojos de Dios (Gálatas 3:28; Romanos 1:16). Incluso, la Biblia anima a cooperar con las normas culturales, siempre y cuando no entren en conflicto con los mandamientos de Dios (1 Corintios 9:22; 10:33). Así que, en el sentido de que hay muchos colores y culturas que Dios ha creado y valora, el multiculturalismo es un concepto profundamente bíblico. Aquello que Dios crea y valora, nosotros también debemos valorarlo.
En el plano político, la Biblia dice poco sobre el multiculturalismo más allá del mandato de respetar a las autoridades (Romanos 13:1–2). Por necesidad, esto implica ajustarse a ciertos aspectos de la cultura local. Afirmar un derecho ilimitado a ofender a otros no solo es antibíblico, sino también inútil. Del mismo modo, insistir en mantener una cultura totalmente separada del país anfitrión o de su pueblo tampoco está respaldado por la Escritura. Al mismo tiempo, amar y cuidar a nuestro prójimo significa tolerar cierto nivel de desacuerdo (Mateo 5:39; Romanos 15:1; 1 Corintios 8:13). Por lo tanto, una visión bíblica del multiculturalismo implica cierto nivel de sumisión política y tolerancia. Al mismo tiempo, los cristianos están llamados a obedecer a Dios antes que a los hombres (Hechos 5:28–29), por lo que, cuando las leyes o las normas culturales entran en conflicto directo con los principios bíblicos, tenemos la obligación de practicar la desobediencia civil.
El único ámbito en el que la perspectiva bíblica entra en conflicto directo con ciertos estilos de multiculturalismo es el teológico. Es común que el multiculturalismo se lleve al extremo del "relativismo", donde ningún punto de vista se considera realmente verdadero, correcto o moral. Por lo general, esto se aplica únicamente a las ideas religiosas. La afirmación de que todas las creencias religiosas son verdaderas, que todas las ideas sobre Dios son igualmente válidas, o que todas las religiones son correctas es incompatible con la Biblia (Juan 14:6; 3:36; 1 Timoteo 2:5; Éxodo 20:2–3). Los cristianos no pueden participar en un tipo de multiculturalismo que abrace el error espiritual como si fuera verdad espiritual (2 Timoteo 4:3; Gálatas 1:8), incluso si su postura trae consecuencias sociales negativas (Juan 15:19).
El multiculturalismo, en la práctica, no es más que una expresión de la creatividad de Dios. Hay mucho que valorar en las diferentes ideas, perspectivas y gustos (Proverbios 11:14; Romanos 14:5). El grado en que una nación impone ciertas decisiones a otros no es tanto una cuestión bíblica como política. Sin embargo, la Biblia no respalda transformar el multiculturalismo en relativismo. Los cristianos tienen la obligación de ser amorosos, respetuosos y tolerantes (1 Pedro 3:15–16; 2:17); al mismo tiempo, se nos ordena no participar en los pecados de ninguna cultura (Romanos 12:2; 2 Corintios 11:3), ni siquiera en los de nuestra propia cultura (Romanos 6:17–18; 1 Corintios 6:9–11).
De acuerdo con las Escrituras, el multiculturalismo —en el sentido de diversidad práctica— es precisamente lo que veremos en el cielo. La Biblia habla de una multitud inmensa "de todas las naciones, tribus, pueblos, y lenguas" que alaba a Dios ante Su trono (Apocalipsis 7:9). El principio del multiculturalismo se observa en la enseñanza bíblica de que la raza, la cultura y el género no nos separan ante los ojos de Dios (Gálatas 3:28; Romanos 1:16). Incluso, la Biblia anima a cooperar con las normas culturales, siempre y cuando no entren en conflicto con los mandamientos de Dios (1 Corintios 9:22; 10:33). Así que, en el sentido de que hay muchos colores y culturas que Dios ha creado y valora, el multiculturalismo es un concepto profundamente bíblico. Aquello que Dios crea y valora, nosotros también debemos valorarlo.
En el plano político, la Biblia dice poco sobre el multiculturalismo más allá del mandato de respetar a las autoridades (Romanos 13:1–2). Por necesidad, esto implica ajustarse a ciertos aspectos de la cultura local. Afirmar un derecho ilimitado a ofender a otros no solo es antibíblico, sino también inútil. Del mismo modo, insistir en mantener una cultura totalmente separada del país anfitrión o de su pueblo tampoco está respaldado por la Escritura. Al mismo tiempo, amar y cuidar a nuestro prójimo significa tolerar cierto nivel de desacuerdo (Mateo 5:39; Romanos 15:1; 1 Corintios 8:13). Por lo tanto, una visión bíblica del multiculturalismo implica cierto nivel de sumisión política y tolerancia. Al mismo tiempo, los cristianos están llamados a obedecer a Dios antes que a los hombres (Hechos 5:28–29), por lo que, cuando las leyes o las normas culturales entran en conflicto directo con los principios bíblicos, tenemos la obligación de practicar la desobediencia civil.
El único ámbito en el que la perspectiva bíblica entra en conflicto directo con ciertos estilos de multiculturalismo es el teológico. Es común que el multiculturalismo se lleve al extremo del "relativismo", donde ningún punto de vista se considera realmente verdadero, correcto o moral. Por lo general, esto se aplica únicamente a las ideas religiosas. La afirmación de que todas las creencias religiosas son verdaderas, que todas las ideas sobre Dios son igualmente válidas, o que todas las religiones son correctas es incompatible con la Biblia (Juan 14:6; 3:36; 1 Timoteo 2:5; Éxodo 20:2–3). Los cristianos no pueden participar en un tipo de multiculturalismo que abrace el error espiritual como si fuera verdad espiritual (2 Timoteo 4:3; Gálatas 1:8), incluso si su postura trae consecuencias sociales negativas (Juan 15:19).
El multiculturalismo, en la práctica, no es más que una expresión de la creatividad de Dios. Hay mucho que valorar en las diferentes ideas, perspectivas y gustos (Proverbios 11:14; Romanos 14:5). El grado en que una nación impone ciertas decisiones a otros no es tanto una cuestión bíblica como política. Sin embargo, la Biblia no respalda transformar el multiculturalismo en relativismo. Los cristianos tienen la obligación de ser amorosos, respetuosos y tolerantes (1 Pedro 3:15–16; 2:17); al mismo tiempo, se nos ordena no participar en los pecados de ninguna cultura (Romanos 12:2; 2 Corintios 11:3), ni siquiera en los de nuestra propia cultura (Romanos 6:17–18; 1 Corintios 6:9–11).