Pregunta

¿Qué significa estar muerto al pecado? (Romanos 6:11)

Respuesta
La frase "muertos al pecado" proviene de Romanos 6:11: "Así también vosotros consideraos muertos al pecado, pero vivos para Dios en Cristo Jesús, Señor nuestro". Aquí, el contraste es claro: estar "muertos al pecado" es estar "vivos para Dios en Cristo Jesús". Quienes han depositado su fe en Jesús ya no deben dejar que el pecado domine sus vidas. En cambio, se entregan a Dios para servir a Sus propósitos.

Pablo desarrolla esta idea más adelante en Romanos 12:1–2: "Por tanto, hermanos, les ruego por las misericordias de Dios que presenten sus cuerpos como sacrificio vivo y santo, aceptable a Dios, que es el culto racional de ustedes. Y no se adapten a este mundo, sino transfórmense mediante la renovación de su mente, para que verifiquen cuál es la voluntad de Dios: lo que es bueno y aceptable y perfecto" (NBLA). La expresión "sacrificio vivo" es una paradoja—los sacrificios mueren, no viven—, pero resume bien la vida cristiana: estamos muertos al pecado y vivos para Dios. El énfasis aquí está en vivir una vida diferente como resultado de la salvación de Dios. Ya no seguimos el modelo del mundo, sino que vivimos según la voluntad de Dios.

Estar muertos al pecado no significa que nunca más vamos a pecar. Pablo mismo reconoció su lucha constante contra el pecado: "Pues no hago el bien que deseo, sino el mal que no quiero, eso practico. Y si lo que no quiero hacer, eso hago, ya no soy yo el que lo hace, sino el pecado que habita en mí" (Romanos 7:19–20, NBLA). Si Pablo se llegó a considerar a sí mismo "el primero de los pecadores" (1 Timoteo 1:15), nosotros también debemos esperar enfrentar esa lucha mientras estemos en esta vida.

Estar muertos al pecado significa que ya no estamos bajo el control de nuestra naturaleza pecaminosa. Romanos 6:17 dice: "Pero gracias a Dios, que aunque ustedes eran esclavos del pecado, se hicieron obedientes de corazón a aquella forma de doctrina a la que fueron entregados" (NBLA). Antes de conocer a Cristo, éramos esclavos del pecado. Ahora servimos a un nuevo Señor. El pecado sigue presente, pero ya no tiene dominio sobre nosotros.

Como creyentes, tenemos el Espíritu de Dios dentro de nosotros para fortalecernos. Aun así, enfrentamos tentaciones y debemos esforzarnos en resistir al pecado. Podemos vivir "muertos al pecado" al seguir a Cristo, con la confianza de que un día nuestro Señor quitará por completo la maldición del pecado (Apocalipsis 22:3).