Pregunta
¿Qué dice la Biblia sobre el uso recreativo de la marihuana?
Respuesta
En algunas partes de Estados Unidos y en muchos otros lugares del mundo, los gobiernos están despenalizando o legalizando el uso de la marihuana, no solo con fines medicinales, sino también para uso recreativo. Tradicionalmente, los cristianos han argumentado en contra del uso de la marihuana, apoyándose en el principio de sometimiento a las autoridades (Romanos 13:1-7). Sin embargo, cuando la marihuana es legal, ese argumento pierde fuerza. Por eso surge la pregunta: ¿es pecado usar marihuana en lugares donde su uso recreativo es legal?
Aunque el uso recreativo de la marihuana sea legal, hay dos razones principales que deberían impedirnos usarla. La primera es el impacto que la marihuana tiene sobre la salud física. Un estudio reciente publicado en el Journal of Neuroscience demuestra que incluso el consumo casual de marihuana altera el cerebro y puede provocar enfermedades mentales (ver USA Today y Journal of Neuroscience). Además, el hecho de que niños sean hospitalizados por exposición accidental a la marihuana también evidencia los riesgos para la salud (MedicalDaily.com).
Las implicaciones para la salud no son un secreto. Y quizás no hacía falta un estudio científico tan detallado para mostrarlo: la observación sencilla nos revela que la marihuana adormece el cerebro, causando pereza y dificultad para concentrarse o pensar con claridad. El alivio del dolor que algunos obtienen con la marihuana es resultado de ese efecto que "anestesia" el cerebro. Por eso, muy similar al tabaco o al abuso del alcohol, el uso recreativo de la marihuana se debería evitar por sus efectos negativos en la salud. Aunque el contexto de 1 Corintios 6:12-20 no se refiere específicamente a dañar el cuerpo, queda claro que no debemos hacer cosas que perjudiquen nuestro cuerpo intencionalmente.
La segunda razón para evitar la marihuana recreativa es que es adictiva (ver Psychology Today y Brown.edu). La Biblia nos manda a no permitir que nuestro cuerpo sea "dominado" por nada: "Todas las cosas me son lícitas, pero no todas son de provecho. Todas las cosas me son lícitas, pero yo no me dejaré dominar por ninguna" (1 Corintios 6:12, NBLA).
Más allá de estas dos razones, el uso recreativo de la marihuana no encaja con lo que la Palabra de Dios nos dice acerca de la vida cristiana. Debemos ser transformados mediante la renovación de nuestra mente (Romanos 12:2), no embotados en ella. Debemos estar sobrios y alertas contra los planes del diablo (1 Pedro 5:8-9), no tan drogados que no nos importe nada. Debemos estar llenos del Espíritu Santo (Efesios 5:18), no alterados o "fuera de control" por una droga que es indudablemente dañina.
Aunque el uso recreativo de la marihuana sea legal, hay dos razones principales que deberían impedirnos usarla. La primera es el impacto que la marihuana tiene sobre la salud física. Un estudio reciente publicado en el Journal of Neuroscience demuestra que incluso el consumo casual de marihuana altera el cerebro y puede provocar enfermedades mentales (ver USA Today y Journal of Neuroscience). Además, el hecho de que niños sean hospitalizados por exposición accidental a la marihuana también evidencia los riesgos para la salud (MedicalDaily.com).
Las implicaciones para la salud no son un secreto. Y quizás no hacía falta un estudio científico tan detallado para mostrarlo: la observación sencilla nos revela que la marihuana adormece el cerebro, causando pereza y dificultad para concentrarse o pensar con claridad. El alivio del dolor que algunos obtienen con la marihuana es resultado de ese efecto que "anestesia" el cerebro. Por eso, muy similar al tabaco o al abuso del alcohol, el uso recreativo de la marihuana se debería evitar por sus efectos negativos en la salud. Aunque el contexto de 1 Corintios 6:12-20 no se refiere específicamente a dañar el cuerpo, queda claro que no debemos hacer cosas que perjudiquen nuestro cuerpo intencionalmente.
La segunda razón para evitar la marihuana recreativa es que es adictiva (ver Psychology Today y Brown.edu). La Biblia nos manda a no permitir que nuestro cuerpo sea "dominado" por nada: "Todas las cosas me son lícitas, pero no todas son de provecho. Todas las cosas me son lícitas, pero yo no me dejaré dominar por ninguna" (1 Corintios 6:12, NBLA).
Más allá de estas dos razones, el uso recreativo de la marihuana no encaja con lo que la Palabra de Dios nos dice acerca de la vida cristiana. Debemos ser transformados mediante la renovación de nuestra mente (Romanos 12:2), no embotados en ella. Debemos estar sobrios y alertas contra los planes del diablo (1 Pedro 5:8-9), no tan drogados que no nos importe nada. Debemos estar llenos del Espíritu Santo (Efesios 5:18), no alterados o "fuera de control" por una droga que es indudablemente dañina.