Pregunta
¿Cuáles son las maldiciones que Dios prometió a Israel por desobedecer?
Respuesta
En Deuteronomio 28, Dios presenta una lista de bendiciones por obedecer (versículos 1–14), seguida de una lista de maldiciones por desobedecer (versículos 15–68). Aunque no se citarán todos los versículos aquí, los siguientes puntos resumen las maldiciones que caerían sobre el pueblo de Dios, Israel, cuando no obedeciera Sus leyes:
1. Maldiciones sobre la ciudad y el campo: "Maldito serás en la ciudad, y maldito serás en el campo" (Deuteronomio 28:16, NBLA).
2. Maldiciones sobre los alimentos: "Malditas serán tu canasta y tu artesa" (Deuteronomio 28:17, NBLA).
3. Maldiciones sobre los hijos y los animales: "Maldito el fruto de tu vientre y el producto de tu suelo, el aumento de tu ganado y las crías de tu rebaño" (Deuteronomio 28:18, NBLA).
4. Maldiciones en los viajes y en todo momento: "Maldito serás cuando entres y maldito serás cuando salga" (Deuteronomio 28:19, NBLA).
En los versículos 15 al 20, la palabra "maldición" aparece siete veces, y el resto del capítulo desarrolla en detalle en qué consisten estas maldiciones. La peor consecuencia por una desobediencia persistente sería que el pueblo de Dios sería expulsado de la tierra y dispersado entre las naciones del mundo. El versículo 64 afirma que el pueblo terminaría sirviendo a dioses falsos como los paganos: "El Señor te dispersará entre todos los pueblos de un extremo de la tierra hasta el otro extremo de la tierra; y allí servirás a otros dioses, de madera y de piedra, que ni tú ni tus padres han conocido" (NBLA).
El mayor de los desprecios se expresa en el último versículo del capítulo: "El Señor te hará volver a Egipto en naves, por el camino del cual yo te había dicho: "Nunca más volverás a verlo". Y allí ustedes se ofrecerán en venta como esclavos y esclavas a sus enemigos, pero no habrá comprador" (Deuteronomio 28:68, NBLA).
En contraste con estas maldiciones están las bendiciones que Dios prometió por obedecer. El capítulo comienza diciendo: "Y sucederá que si obedeces diligentemente al Señor tu Dios, cuidando de cumplir todos Sus mandamientos que yo te mando hoy, el Señor tu Dios te pondrá en alto sobre todas las naciones de la tierra" (Deuteronomio 28:1, NBLA). Dios ofreció tanto bendiciones como maldiciones, dependiendo de la respuesta del pueblo a Su Ley.
Aunque los cristianos de hoy seguimos a Cristo en lugar de la Ley, es importante notar que Dios sigue llamando a todos Sus hijos a obedecer fielmente Su Palabra. Las recompensas que Él promete ahora son eternas, bendiciones celestiales reservadas para quienes le sirven con fidelidad. Aquellos que confían en Cristo pasarán la eternidad en la presencia del Señor: esa es la bendición más grande de todas.
1. Maldiciones sobre la ciudad y el campo: "Maldito serás en la ciudad, y maldito serás en el campo" (Deuteronomio 28:16, NBLA).
2. Maldiciones sobre los alimentos: "Malditas serán tu canasta y tu artesa" (Deuteronomio 28:17, NBLA).
3. Maldiciones sobre los hijos y los animales: "Maldito el fruto de tu vientre y el producto de tu suelo, el aumento de tu ganado y las crías de tu rebaño" (Deuteronomio 28:18, NBLA).
4. Maldiciones en los viajes y en todo momento: "Maldito serás cuando entres y maldito serás cuando salga" (Deuteronomio 28:19, NBLA).
En los versículos 15 al 20, la palabra "maldición" aparece siete veces, y el resto del capítulo desarrolla en detalle en qué consisten estas maldiciones. La peor consecuencia por una desobediencia persistente sería que el pueblo de Dios sería expulsado de la tierra y dispersado entre las naciones del mundo. El versículo 64 afirma que el pueblo terminaría sirviendo a dioses falsos como los paganos: "El Señor te dispersará entre todos los pueblos de un extremo de la tierra hasta el otro extremo de la tierra; y allí servirás a otros dioses, de madera y de piedra, que ni tú ni tus padres han conocido" (NBLA).
El mayor de los desprecios se expresa en el último versículo del capítulo: "El Señor te hará volver a Egipto en naves, por el camino del cual yo te había dicho: "Nunca más volverás a verlo". Y allí ustedes se ofrecerán en venta como esclavos y esclavas a sus enemigos, pero no habrá comprador" (Deuteronomio 28:68, NBLA).
En contraste con estas maldiciones están las bendiciones que Dios prometió por obedecer. El capítulo comienza diciendo: "Y sucederá que si obedeces diligentemente al Señor tu Dios, cuidando de cumplir todos Sus mandamientos que yo te mando hoy, el Señor tu Dios te pondrá en alto sobre todas las naciones de la tierra" (Deuteronomio 28:1, NBLA). Dios ofreció tanto bendiciones como maldiciones, dependiendo de la respuesta del pueblo a Su Ley.
Aunque los cristianos de hoy seguimos a Cristo en lugar de la Ley, es importante notar que Dios sigue llamando a todos Sus hijos a obedecer fielmente Su Palabra. Las recompensas que Él promete ahora son eternas, bendiciones celestiales reservadas para quienes le sirven con fidelidad. Aquellos que confían en Cristo pasarán la eternidad en la presencia del Señor: esa es la bendición más grande de todas.