Pregunta

¿Qué significa que lo que no se ve es eterno (2 Corintios 4:18)?

Respuesta
Las cosas de esta vida que podemos ver con nuestros ojos y tocar con nuestras manos parecen realidades permanentes. Sin embargo, la Biblia dice que las cosas terrenales y las dificultades de este mundo son solo temporales. El apóstol Pablo instó a los creyentes a desarrollar una perspectiva eterna para que, incluso en el sufrimiento y la aflicción, podamos tener esperanza: "no poner nuestra vista en las cosas que se ven, sino en las que no se ven. Porque las cosas que se ven son temporales, pero las que no se ven son eternas" (2 Corintios 4:18).

En el idioma original, el término traducido como "lo que no se ve" en 2 Corintios 4:18 se refiere a cosas invisibles que no pueden ser vistas ni percibidas por la vista. Eterno se refiere a lo que es perpetuo, continuo y que dura para siempre. Las realidades espirituales del cielo, que ahora no podemos ver, son en realidad las únicas cosas "reales" que durarán para siempre.

Pablo estaba decidido a no fijarse en su entorno inmediato ni en sus problemas. Dijo: "Pues nuestras dificultades actuales son pequeñas y no durarán mucho tiempo. Sin embargo, ¡nos producen una gloria que durará para siempre" (2 Corintios 4:17, NTV). En cambio, Pablo se concentró en las promesas celestiales de Dios (Hebreos 11:13-14) y en la esperanza de la vida eterna (Tito 1:2; 3:7).

En Romanos 8:18-30, Pablo expuso la esperanza del cielo. Dijo que las cosas que sufrimos aquí en la tierra no son comparables con la gloria del cielo (versículos 18-22). El Espíritu Santo, a quien recibimos a través de la salvación, nos da un anticipo del cielo y nos llena de anhelo y ansiosa expectación (versículo 23) mientras esperamos la futura redención de nuestros cuerpos en el cielo (versículo 23). Pablo afirma: "Porque en esperanza hemos sido salvados, pero la esperanza que se ve no es esperanza, pues, ¿por qué esperar lo que uno ve? Pero si esperamos lo que no vemos, con paciencia lo aguardamos" (Romanos 8:24-25).

Pablo esperaba con ansias su hogar celestial (ver 2 Corintios 5:1-8), siguiendo el ejemplo de los grandes héroes de la fe del Antiguo Testamento, que esperaban "una ciudad de cimientos eternos, una ciudad diseñada y construida por Dios" (Hebreos 11:10, NTV). Al igual que Moisés, Pablo "tenía los ojos puestos en el Invisible" (Hebreos 11:27, NTV).

¿Cómo fijamos nuestra mirada en las realidades invisibles y eternas? Debemos mirar con ojos de fe: "La fe demuestra la realidad de lo que esperamos; es la evidencia de las cosas que no podemos ver" (Hebreos 11:1, NTV). Del mismo modo, lo hacemos fijando nuestra mirada "en Jesús, el campeón que inicia y perfecciona nuestra fe. Debido al gozo que le esperaba, Jesús soportó la cruz, sin importarle la vergüenza que esta representaba. Ahora está sentado en el lugar de honor, junto al trono de Dios" (Hebreos 12:2, NTV).

Pablo instó a los colosenses a fijar la mirada en "las verdades del cielo, donde Cristo está sentado en el lugar de honor, a la derecha de Dios. Piensen en las cosas del cielo, no en las de la tierra. Pues ustedes han muerto a esta vida, y su verdadera vida está escondida con Cristo en Dios. Cuando Cristo—quien es la vida de ustedes—sea revelado a todo el mundo, ustedes participarán de toda su gloria" (Colosenses 3:1-4, NTV).

Además de los problemas y la corrupción que vemos en este mundo, podemos ver cómo nuestros cuerpos naturales experimentan la decadencia (Romanos 8:19-23). Sin embargo, cuando estas "tiendas" terrenales finalmente se desgasten y mueran, tendremos nuevos y gloriosos cuerpos resucitados. En este momento, nuestros cuerpos resucitados son invisibles, pero eternos, incorruptibles y gloriosos. Cuando lleguemos al cielo, nuestros viejos cuerpos moribundos "serán absorbidos por la vida" (2 Corintios 5:1-10). La verdadera realidad para los cristianos es que "somos ciudadanos del cielo, donde vive el Señor Jesucristo; y esperamos con mucho anhelo que él regrese como nuestro Salvador. Él tomará nuestro débil cuerpo mortal y lo transformará en un cuerpo glorioso, igual al de él. Lo hará valiéndose del mismo poder con el que pondrá todas las cosas bajo su dominio" (Filipenses 3:20-21, NTV).

Lo que ahora vemos es transitorio, fugaz, efímero. Pero lo que no se ve es eterno y nunca desaparecerá. Tenemos "una esperanza viva, mediante la resurrección de Jesucristo de entre los muertos, para obtener una herencia incorruptible, inmaculada, y que no se marchitará, reservada en los cielos para ustedes. Mediante la fe ustedes son protegidos por el poder de Dios, para la salvación que está preparada para ser revelada en el último tiempo. En lo cual ustedes se regocijan grandemente, aunque ahora, por un poco de tiempo si es necesario, sean afligidos con diversas pruebas" (1 Pedro 1:3-6).