Pregunta
¿Qué significa "el lavamiento del agua con la palabra" (Efesios 5:26)?
Respuesta
Efesios 5:25-27 utiliza la función única de Cristo como santificador de la iglesia como modelo de cómo un esposo debe amar y cuidar a su esposa. Estos versículos dicen que "Cristo amó a la iglesia y se dio Él mismo por ella, para santificarla, habiéndola purificado por el lavamiento del agua con la palabra, a fin de presentársela a Sí mismo, una iglesia en toda su gloria, sin que tenga mancha ni arruga ni cosa semejante, sino que fuera santa e inmaculada" (NBLA).
En el matrimonio, el esposo debe amar a su esposa con sacrificio, como Cristo amó a la iglesia. Sin embargo, a diferencia del matrimonio, los maridos no "santifican" ni "lavan" a sus esposas. Pero esto es algo que Cristo hace por su iglesia. En este contexto, santificar es apartar para el propósito de Dios y purificar del pecado. A través de la fe en la obra consumada de Cristo, los creyentes son apartados como santos y dedicados al servicio de Dios (ver Romanos 12:1-2; 1 Pedro 1:15-16).
En Efesios 5:26, la expresión lavamiento del agua está relacionada con el bautismo en agua, como se menciona en Romanos 6:3-4. Según Pablo, el bautismo simboliza la muerte del creyente al pecado y la nueva vida en Cristo. La realidad es que "si alguno está en Cristo, nueva criatura es ; las cosas viejas pasaron, ahora han sido hechas nuevas" (2 Corintios 5:17, NBLA). El agua para la purificación también desempeñaba un papel en la preparación de la novia para el día de su boda.
También puede haber una relación entre Ezequiel 16:1-13 y Efesios 5:26-27. En el pasaje de Ezequiel, Israel es retratada como una niña abandonada que se convierte en reina. Este pasaje prefigura el concepto del Nuevo Testamento de la iglesia como la novia de Cristo, que es santificada y purificada para Él. La metáfora se enriquece aún más en Ezequiel 36:25, donde Dios promete: "Entonces los rociaré con agua limpia y quedarán limpios; de todas sus inmundicias y de todos sus ídolos los limpiaré" (NBLA). En Cristo, somos completamente purificados.
La culminación de la obra santificadora de Cristo se ilustra maravillosamente en las visiones escatológicas de Apocalipsis 19:7-9 y 21:2, 9-11. En estos pasajes, el apóstol Juan describe la cena de las bodas del Cordero, un acontecimiento que representa la consumación final de la relación de Cristo con Su iglesia. Este acontecimiento futuro no es solo una celebración, sino el cumplimiento del plan redentor de Dios, en el que Cristo presenta "a sí mismo, una iglesia en toda su gloria, sin que tenga mancha ni arruga ni cosa semejante, sino que fuera santa e inmaculada" (Efesios 5:27, NBLA).
Efesios 5:26 también especifica el medio por el cual Cristo lleva a cabo Su "lavamiento" de la iglesia: se hace "por medio de la palabra". En Su Oración Sacerdotal, Jesús dijo: "Santifícalos [a los discípulos] en tu verdad; tu palabra es verdad". El medio por el cual Dios justifica, salva y santifica a Su pueblo es la Palabra de Dios (ver también Juan 15:3; Santiago 1:18). Es por medio de la Palabra que Dios lleva a cabo Su propósito de "preparar y capacitar a su pueblo para que haga toda buena obra" (2 Timoteo 3:17, NTV).
Aunque el enfoque de Efesios 5:26-27 está en el papel de Cristo, hay implicaciones prácticas para los creyentes. Debido a que hemos sido "santificados" y "lavados", Dios espera que "ustedes vivan de una manera digna de la vocación con que han sido llamados. Que vivan con toda humildad y mansedumbre, con paciencia, soportándose unos a otros en amor, esforzándose por preservar la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz" (Efesios 4:1-3, NBLA). Tal "vivir", o estilo de vida, no se trata de ganar la salvación, sino de responder a la gracia de Dios con reverencia y obediencia.
La iglesia, como cuerpo colectivo de creyentes, desempeña un papel importante en el proceso de santificación. Este aspecto comunitario de la santificación se enfatiza en Hebreos 10:24-25, que anima a los creyentes a "estimularnos unos a otros al amor y a las buenas obras, no dejando de congregarnos, como algunos tienen por costumbre, sino exhortándonos unos a otros , y mucho más al ver que el día se acerca" (NBLA).
El proceso de santificación es tanto personal como comunitario. Individualmente, los creyentes están llamados a comprometerse con las Escrituras, permitiendo que la Palabra de Dios los limpie del pecado y transforme sus corazones y mentes (Salmo 119:105; Santiago 1:22-25). Colectivamente, la iglesia refleja la santidad y la pureza de Cristo, dadas a la iglesia a través de lo que Él logró en la cruz.
Efesios 5:26-27 presenta profundas ideas sobre el papel de Cristo en la santificación de Su iglesia, basándose en alegorías del Antiguo Testamento y culminando en nuestra futura unión con Él. Este pasaje no solo revela la profundidad del amor y el sacrificio de Cristo, sino que también nos llama a una vida de santidad y dedicación al servicio de Dios. Vivamos, pues, la plenitud de nuestra purificación espiritual, demostrando a todos que pertenecemos a Cristo, quien nos santifica "por el lavamiento del agua con la palabra".
En el matrimonio, el esposo debe amar a su esposa con sacrificio, como Cristo amó a la iglesia. Sin embargo, a diferencia del matrimonio, los maridos no "santifican" ni "lavan" a sus esposas. Pero esto es algo que Cristo hace por su iglesia. En este contexto, santificar es apartar para el propósito de Dios y purificar del pecado. A través de la fe en la obra consumada de Cristo, los creyentes son apartados como santos y dedicados al servicio de Dios (ver Romanos 12:1-2; 1 Pedro 1:15-16).
En Efesios 5:26, la expresión lavamiento del agua está relacionada con el bautismo en agua, como se menciona en Romanos 6:3-4. Según Pablo, el bautismo simboliza la muerte del creyente al pecado y la nueva vida en Cristo. La realidad es que "si alguno está en Cristo, nueva criatura es ; las cosas viejas pasaron, ahora han sido hechas nuevas" (2 Corintios 5:17, NBLA). El agua para la purificación también desempeñaba un papel en la preparación de la novia para el día de su boda.
También puede haber una relación entre Ezequiel 16:1-13 y Efesios 5:26-27. En el pasaje de Ezequiel, Israel es retratada como una niña abandonada que se convierte en reina. Este pasaje prefigura el concepto del Nuevo Testamento de la iglesia como la novia de Cristo, que es santificada y purificada para Él. La metáfora se enriquece aún más en Ezequiel 36:25, donde Dios promete: "Entonces los rociaré con agua limpia y quedarán limpios; de todas sus inmundicias y de todos sus ídolos los limpiaré" (NBLA). En Cristo, somos completamente purificados.
La culminación de la obra santificadora de Cristo se ilustra maravillosamente en las visiones escatológicas de Apocalipsis 19:7-9 y 21:2, 9-11. En estos pasajes, el apóstol Juan describe la cena de las bodas del Cordero, un acontecimiento que representa la consumación final de la relación de Cristo con Su iglesia. Este acontecimiento futuro no es solo una celebración, sino el cumplimiento del plan redentor de Dios, en el que Cristo presenta "a sí mismo, una iglesia en toda su gloria, sin que tenga mancha ni arruga ni cosa semejante, sino que fuera santa e inmaculada" (Efesios 5:27, NBLA).
Efesios 5:26 también especifica el medio por el cual Cristo lleva a cabo Su "lavamiento" de la iglesia: se hace "por medio de la palabra". En Su Oración Sacerdotal, Jesús dijo: "Santifícalos [a los discípulos] en tu verdad; tu palabra es verdad". El medio por el cual Dios justifica, salva y santifica a Su pueblo es la Palabra de Dios (ver también Juan 15:3; Santiago 1:18). Es por medio de la Palabra que Dios lleva a cabo Su propósito de "preparar y capacitar a su pueblo para que haga toda buena obra" (2 Timoteo 3:17, NTV).
Aunque el enfoque de Efesios 5:26-27 está en el papel de Cristo, hay implicaciones prácticas para los creyentes. Debido a que hemos sido "santificados" y "lavados", Dios espera que "ustedes vivan de una manera digna de la vocación con que han sido llamados. Que vivan con toda humildad y mansedumbre, con paciencia, soportándose unos a otros en amor, esforzándose por preservar la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz" (Efesios 4:1-3, NBLA). Tal "vivir", o estilo de vida, no se trata de ganar la salvación, sino de responder a la gracia de Dios con reverencia y obediencia.
La iglesia, como cuerpo colectivo de creyentes, desempeña un papel importante en el proceso de santificación. Este aspecto comunitario de la santificación se enfatiza en Hebreos 10:24-25, que anima a los creyentes a "estimularnos unos a otros al amor y a las buenas obras, no dejando de congregarnos, como algunos tienen por costumbre, sino exhortándonos unos a otros , y mucho más al ver que el día se acerca" (NBLA).
El proceso de santificación es tanto personal como comunitario. Individualmente, los creyentes están llamados a comprometerse con las Escrituras, permitiendo que la Palabra de Dios los limpie del pecado y transforme sus corazones y mentes (Salmo 119:105; Santiago 1:22-25). Colectivamente, la iglesia refleja la santidad y la pureza de Cristo, dadas a la iglesia a través de lo que Él logró en la cruz.
Efesios 5:26-27 presenta profundas ideas sobre el papel de Cristo en la santificación de Su iglesia, basándose en alegorías del Antiguo Testamento y culminando en nuestra futura unión con Él. Este pasaje no solo revela la profundidad del amor y el sacrificio de Cristo, sino que también nos llama a una vida de santidad y dedicación al servicio de Dios. Vivamos, pues, la plenitud de nuestra purificación espiritual, demostrando a todos que pertenecemos a Cristo, quien nos santifica "por el lavamiento del agua con la palabra".