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Pregunta: "¿Acaso los cristianos deberían participar en las fiestas religiosas de otras religiones?"

Respuesta:
Algunos cristianos dicen que no hay nada de malo en comer con los musulmanes durante el Ramadán o en disfrutar de una calavera de azúcar para el Día de los Muertos. Otros cristianos afirman que los cristianos nunca deberían participar en las fiestas de otras religiones. Lo más importante es saber si es posible que un cristiano participe en una fiesta o festival no cristiano sin respaldar las creencias que lo sustentan.

En primer lugar, hay que distinguir entre la participación en una fiesta cultural y una fiesta religiosa. Algunos festivales son simplemente expresiones de una cultura particular y una celebración del pueblo, la historia y los aportes que hace esa cultura a la sociedad en general. Por ejemplo, no hay nada de malo en asistir a una fiesta irlandesa. Un cristiano puede vestirse de verde, degustar un poco de colcannon y aplaudir al compás de un canto sin aceptar el catolicismo. Conocer y disfrutar de una cultura diferente es algo moralmente neutro.

Por el contrario, participar en un festival religioso está cargado de peligros espirituales. Honrar a un dios falso es siempre un pecado. "Hijitos, guardaos de los ídolos" (1 Juan 5:21). Si cualquier parte de una celebración implica acciones que honran o rinden tributo a un dios falso, entonces los cristianos no deben participar. Aquí no hay lugar para el compromiso. Pablo hace una pregunta retórica: "¿Los que comen de los sacrificios, ¿no son partícipes del altar? Lo que los gentiles sacrifican, a los demonios lo sacrifican, y no a Dios; y no quiero que vosotros os hagáis partícipes con los demonios" (1 Corintios 10:18, 20). No se puede justificar la participación en fiestas religiosas no cristianas. No podemos "beber la copa del Señor, y la copa de los demonios; no podéis participar de la mesa del Señor, y de la mesa de los demonios" (versículo 21).

La dificultad radica en que la religión suele ser parte integrante de la cultura. En muchos casos es imposible extraer el elemento religioso de lo que de otro modo sería un acontecimiento puramente secular. Por ejemplo, las hogueras y los polvos de colores de las celebraciones de Holi en la India parecen bastante inocentes, sin embargo, están íntimamente relacionados con la mitología hindú: las hogueras representan la quema del demonio femenino Holika, y el lanzar polvos de colores honra al dios Krishna -representado en el arte hindú con la piel azul- y a su amante Radha. Los cristianos de la India evitan participar en el festival de Holi porque se reconoce que es una celebración pagana y de idolatría.

En otros casos, el significado religioso de ciertas celebraciones ha disminuido con el paso del tiempo, hasta el punto de que muchos participantes desconocen la historia espiritual que hay detrás de la ocasión. Lo vemos incluso en las celebraciones navideñas modernas, pues el día en que se honra el nacimiento de Cristo se considera cada vez más como una mera fiesta cultural en la sociedad occidental. El Festival de los Faroles de China, o Yuan Xiao Jie, es otro ejemplo. Este festival comenzó hace mucho tiempo como una celebración religiosa, aunque ahora se considera simplemente como una celebración de año nuevo de la cultura tradicional china. También está la tradicional danza hula hawaiana, que comenzó como una forma de culto a Laka, la diosa del amor, los bosques y las plantas. Los sacrificios y oraciones a Laka acompañaban las antiguas representaciones del hula sagrado en los templos. En la actualidad, la mayoría de los espectadores -quizás incluso la mayoría de los bailarines de hula- desconocen los orígenes paganos de la danza. ¿Puede un cristiano asistir a un Festival de las Linternas Chinas o a un luau en el que se baila el hula, dado que la mayoría de los matices religiosos han desaparecido? El tema puede ser una cuestión de conciencia más que un principio bíblico en sí mismo.

Si a un cristiano lo invitan a asistir a un festival que celebra abiertamente otra religión, su deber es rechazar respetuosamente la invitación. Lo adecuado sería dar una explicación del motivo, e incluso podría abrir la puerta a compartir el evangelio. También podría ser conveniente sugerir otro momento para reunirse, que no esté relacionado con la ceremonia religiosa.

Necesitamos discernimiento en este y en muchos otros ámbitos. Participar en una fiesta puramente cultural está bien, pero asistir a una fiesta religiosa da la impresión de una aprobación implícita. Determinar el nivel de participación en un festival cultural con raíces religiosas requiere sabiduría. Por el bien de la propia conciencia y la integridad del propio testimonio, tales decisiones sólo deben tomarse después de orar, estudiar la cultura y pedir consejo a Dios. Hagamos lo que hagamos, debemos hacerlo todo para la gloria de Dios (1 Corintios 10:31).

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