Pregunta
¿Qué es el feng shui? ¿Debe un cristiano practicar el feng shui?
Respuesta
Feng shui, que literalmente significa "viento-agua", es un antiguo sistema estético chino que, según se cree, utiliza las leyes del cielo y la tierra (astronomía y geografía) para ayudar a mejorar la vida al recibir "qi" positivo o flujo de energía. El feng shui tiene una historia larga y compleja en cuanto a sus usos, técnicas e instrumentos, especialmente antes del invento de la brújula magnética. El objetivo del feng shui, tal como se practica hoy, es situar el entorno construido por el ser humano en lugares con buen qi. Se cree que el "lugar perfecto" es una combinación de ubicación y un momento determinado en el tiempo. El descubrimiento y uso de fuerzas energéticas también es fundamental en las artes marciales chinas, como el kung-fu. Parte del feng shui incluye la filosofía china del yin y yang, la teoría del efecto de fuerzas opuestas en la existencia humana. Muchas dualidades naturales—oscuridad y luz, femenino y masculino, bajo y alto—se consideran en el pensamiento chino como manifestaciones del yin y el yang. En Occidente, el uso más popular del feng shui se da en la decoración interior de habitaciones y hogares, así como en el diseño exterior de edificios.
Las formas y métodos del feng shui son demasiado variados y complejos para describirlos por completo, pero un elemento importante a considerar, para el cristiano, es el hecho de que el feng shui chino antiguo ha sido reinventado por practicantes de la Nueva Era e incorporado en sus prácticas. Aunque muchas personas descartan el feng shui como superstición o pseudociencia, otros pueden llegar a estar tan fascinados por su filosofía que ejerce una enorme influencia en sus decisiones de vida, llegando incluso al extremo de usarlo para fines de sanación en lugar de la medicina moderna. Para los cristianos, la pregunta es si creemos que la armonía, la paz y el orden en la vida se pueden lograr manipulando elementos y "fuerzas" externas a nuestro alrededor. La Biblia nos dice que nuestro Padre celestial es la fuente de paz, la cual está disponible únicamente por medio de la fe en Jesucristo (Romanos 5:1). De hecho, ningún recurso que apele a fuerzas inanimadas producirá tranquilidad y armonía si nuestra vida está fuera de sintonía con el Salvador. Solo a través de Él podemos tener la paz de Dios que "sobrepasa todo entendimiento" (Filipenses 4:4-7).
Los cristianos deben ser conscientes de que algunos principios del feng shui, incluido el "I Ching", están basados en la filosofía taoísta para determinar qué área de un hogar es positiva o negativa y/o cómo se debe organizar la decoración y los muebles. Aunque un cristiano podría incorporar ciertos principios del feng shui en sus planes de decoración, a pesar de su dudoso valor, nunca debería hacerlo con el objetivo del feng shui: manipular su entorno para producir en su vida cosas que solo Cristo puede dar. Hacerlo roza la idolatría. Para el cristiano, no existe tal cosa como el "lugar perfecto" en la tierra, porque nuestro hogar no está en este mundo y el reino de Dios no corresponde a esta vida ni a este lugar (Juan 18:36; 1 Corintios 7:31). Más bien, los cristianos deben procurar glorificar a Dios en sus hogares, sometiendo a Él sus pensamientos, palabras y acciones, y esforzándose por crecer en semejanza a Cristo. Solo así podremos esperar alcanzar la paz y la armonía que tantos anhelan hoy en día.
Las formas y métodos del feng shui son demasiado variados y complejos para describirlos por completo, pero un elemento importante a considerar, para el cristiano, es el hecho de que el feng shui chino antiguo ha sido reinventado por practicantes de la Nueva Era e incorporado en sus prácticas. Aunque muchas personas descartan el feng shui como superstición o pseudociencia, otros pueden llegar a estar tan fascinados por su filosofía que ejerce una enorme influencia en sus decisiones de vida, llegando incluso al extremo de usarlo para fines de sanación en lugar de la medicina moderna. Para los cristianos, la pregunta es si creemos que la armonía, la paz y el orden en la vida se pueden lograr manipulando elementos y "fuerzas" externas a nuestro alrededor. La Biblia nos dice que nuestro Padre celestial es la fuente de paz, la cual está disponible únicamente por medio de la fe en Jesucristo (Romanos 5:1). De hecho, ningún recurso que apele a fuerzas inanimadas producirá tranquilidad y armonía si nuestra vida está fuera de sintonía con el Salvador. Solo a través de Él podemos tener la paz de Dios que "sobrepasa todo entendimiento" (Filipenses 4:4-7).
Los cristianos deben ser conscientes de que algunos principios del feng shui, incluido el "I Ching", están basados en la filosofía taoísta para determinar qué área de un hogar es positiva o negativa y/o cómo se debe organizar la decoración y los muebles. Aunque un cristiano podría incorporar ciertos principios del feng shui en sus planes de decoración, a pesar de su dudoso valor, nunca debería hacerlo con el objetivo del feng shui: manipular su entorno para producir en su vida cosas que solo Cristo puede dar. Hacerlo roza la idolatría. Para el cristiano, no existe tal cosa como el "lugar perfecto" en la tierra, porque nuestro hogar no está en este mundo y el reino de Dios no corresponde a esta vida ni a este lugar (Juan 18:36; 1 Corintios 7:31). Más bien, los cristianos deben procurar glorificar a Dios en sus hogares, sometiendo a Él sus pensamientos, palabras y acciones, y esforzándose por crecer en semejanza a Cristo. Solo así podremos esperar alcanzar la paz y la armonía que tantos anhelan hoy en día.