Pregunta
¿Qué significa tener fe como un grano de mostaza?
Respuesta
La fe es tan vital para la vida cristiana que la Escritura nos dice que, sin ella, es imposible agradar a Dios (Hebreos 11:6). Y, sin embargo, la fe es un regalo tan poderoso de parte de Dios (Efesios 2:8–9) que Cristo dijo a Sus discípulos que, con solo una pequeña porción de ella—del tamaño de un grano de mostaza—podrían mover montañas. Entonces, ¿qué significa tener fe como un grano de mostaza?
La referencia a la "fe como un grano de mostaza" aparece dos veces en la Biblia. Primero, en Mateo 17:14–20, los discípulos no logran expulsar un demonio de un muchacho, aunque Jesús ya les había dado autoridad para hacerlo (Mateo 10:1). Cuando le preguntan por qué no pudieron echar fuera al demonio, Jesús les responde: "Por la poca fe de ustedes; porque en verdad les digo que si tienen fe como un grano de mostaza, dirán a este monte: "Pásate de aquí allá", y se pasará; y nada les será imposible" (Mateo 17:20, NBLA). La segunda referencia está en Lucas 17:6, donde Jesús dice: "Si tuvieran fe como un grano de mostaza, dirían a este sicómoro: "Desarráigate y plántate en el mar", y les obedecería" (NBLA). Al usar el ejemplo del grano de mostaza—una semilla extremadamente pequeña—, Jesús habla en sentido figurado sobre el poder incalculable de Dios cuando actúa en la vida de quienes tienen una fe verdadera.
Sabemos que estas afirmaciones sobre mover montañas y desarraigar árboles no se deben tomar literalmente. La clave para entender estos pasajes está en la naturaleza de la fe, que es un don de Dios. El poder de la fe refleja la naturaleza omnipotente del Dios que la concede. El grano de mostaza es una de las semillas más pequeñas del Medio Oriente, por lo que el mensaje es que se necesita muy poca fe—si es genuina—para lograr grandes cosas. Así como en la parábola del grano de mostaza (Mateo 13:31–32), Jesús usa una hipérbole retórica para mostrar que, cuando viene de Dios, lo pequeño puede ser mucho. En la parábola, la diminuta semilla crece hasta convertirse en un gran árbol, representando los humildes comienzos del cristianismo, cuando solo unos pocos discípulos empezaron a predicar el evangelio. Con el tiempo, el reino de Dios se extendió por todo el mundo a lo largo de los siglos.
De la misma manera, el más pequeño grano de fe—si es una fe verdadera dada por Dios—crece hasta tener un impacto inmenso en la vida del creyente y se expande, influyendo en todos los que lo rodean. Basta con leer las historias de grandes hombres de fe, como las registradas en el Libro de los mártires de Foxe, para ver que hazañas sobrehumanas fueron realizadas por personas cuya fe alguna vez fue tan pequeña como un grano de mostaza.
La referencia a la "fe como un grano de mostaza" aparece dos veces en la Biblia. Primero, en Mateo 17:14–20, los discípulos no logran expulsar un demonio de un muchacho, aunque Jesús ya les había dado autoridad para hacerlo (Mateo 10:1). Cuando le preguntan por qué no pudieron echar fuera al demonio, Jesús les responde: "Por la poca fe de ustedes; porque en verdad les digo que si tienen fe como un grano de mostaza, dirán a este monte: "Pásate de aquí allá", y se pasará; y nada les será imposible" (Mateo 17:20, NBLA). La segunda referencia está en Lucas 17:6, donde Jesús dice: "Si tuvieran fe como un grano de mostaza, dirían a este sicómoro: "Desarráigate y plántate en el mar", y les obedecería" (NBLA). Al usar el ejemplo del grano de mostaza—una semilla extremadamente pequeña—, Jesús habla en sentido figurado sobre el poder incalculable de Dios cuando actúa en la vida de quienes tienen una fe verdadera.
Sabemos que estas afirmaciones sobre mover montañas y desarraigar árboles no se deben tomar literalmente. La clave para entender estos pasajes está en la naturaleza de la fe, que es un don de Dios. El poder de la fe refleja la naturaleza omnipotente del Dios que la concede. El grano de mostaza es una de las semillas más pequeñas del Medio Oriente, por lo que el mensaje es que se necesita muy poca fe—si es genuina—para lograr grandes cosas. Así como en la parábola del grano de mostaza (Mateo 13:31–32), Jesús usa una hipérbole retórica para mostrar que, cuando viene de Dios, lo pequeño puede ser mucho. En la parábola, la diminuta semilla crece hasta convertirse en un gran árbol, representando los humildes comienzos del cristianismo, cuando solo unos pocos discípulos empezaron a predicar el evangelio. Con el tiempo, el reino de Dios se extendió por todo el mundo a lo largo de los siglos.
De la misma manera, el más pequeño grano de fe—si es una fe verdadera dada por Dios—crece hasta tener un impacto inmenso en la vida del creyente y se expande, influyendo en todos los que lo rodean. Basta con leer las historias de grandes hombres de fe, como las registradas en el Libro de los mártires de Foxe, para ver que hazañas sobrehumanas fueron realizadas por personas cuya fe alguna vez fue tan pequeña como un grano de mostaza.