Pregunta

¿Qué significa que estamos escondidos con Cristo en Dios (Colosenses 3:3)?

Respuesta
La vida cristiana se define gracias a la identificación del creyente con Jesucristo. No basta con saber que Jesús murió por nosotros; también debemos comprender que nosotros morimos con Él. Debido a que morimos y resucitamos con Él, el poder del pecado sobre nosotros ha sido quebrantado. "Porque ustedes han muerto, y su vida está escondida con Cristo en Dios", explica el apóstol Pablo en Colosenses 3:3.

Estamos "escondidos con Cristo en Dios" por medio de la obra del Espíritu Santo, quien bautiza a todos los creyentes en un solo cuerpo: el Cuerpo de Cristo (1 Corintios 12:12-13). En la salvación, esencialmente entramos en Cristo. Nuestra historia se une a la historia de Cristo; por lo tanto, hemos muerto con Cristo al pecado. Esta verdad es la base de la enseñanza de Pablo en Romanos 6. Los creyentes están escondidos con Cristo en Su muerte o, como escribe Pablo, "sepultados con Él por medio del bautismo para muerte, a fin de que como Cristo resucitó de entre los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros andemos en novedad de vida. Porque si hemos sido unidos a Cristo en la semejanza de Su muerte, ciertamente lo seremos también en la semejanza de Su resurrección. Sabemos esto, que nuestro viejo hombre fue crucificado con Cristo, para que nuestro cuerpo de pecado fuera destruido, a fin de que ya no seamos esclavos del pecado; porque el que ha muerto, ha sido libertado del pecado" (Romanos 6:4-7).

Cuando seguimos a Cristo en el bautismo, demostramos que nuestra forma de vida anterior había muerto, había sido sepultada y escondida con Cristo en Dios. En el momento en que fuimos salvos, el pecado perdió su dominio sobre nosotros (ver Romanos 6:9, 14). Ya no estamos obligados a someternos al control de nuestra antigua naturaleza pecaminosa. Ahora estamos muertos y vivos al mismo tiempo: muertos al pecado y vivos para Cristo. Somos libres para vivir una vida completamente nueva en Cristo (Gálatas 5:1, 13; Juan 8:32).

La vida cristiana es la vida de Cristo. La vida real para el creyente no trata de Jesucristo, es Jesucristo (Colosenses 3:4). Él nos imparte la vida resucitada de Dios. Jesús dijo: "Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en Mí, aunque muera, vivirá, y todo el que vive y cree en Mí, no morirá jamás" (Juan 11:25-26). Jesús es la fuente y el centro en torno al cual se orienta nuestra vida cristiana.

Estar escondidos con Cristo en Dios significa que nuestra historia anterior, la vieja vida, ha terminado y ha comenzado una nueva vida con un futuro completamente diferente y glorioso. Pablo dijo: "Mi antiguo yo ha sido crucificado con Cristo. Ya no vivo yo, sino que Cristo vive en mí. Así que vivo en este cuerpo terrenal confiando en el Hijo de Dios, quien me amó y se entregó a sí mismo por mí" (Gálatas 2:20, NTV). Nuestro nuevo futuro implica compartir la gloria de Cristo (Colosenses 3:4; Filipenses 3:21; 1 Juan 3:2).

Cuando Dios Padre nos mira, ya no ve al viejo yo pecador. El antiguo tú ahora está escondido con Cristo en Dios. El Padre deja de tener en cuenta tus pecados por tu identificación con la muerte y resurrección de Su Hijo. A los ojos de Dios, has sido transformado en una nueva creación a imagen y semejanza de Cristo (2 Corintios 5:17), pero al mismo tiempo sigues siendo transformado (2 Corintios 3:18; Efesios 4:22-24; 1 Corintios 15:42-49).

Los creyentes experimentan inmediatamente la vida en Cristo, pero la experimentarán plenamente en Su revelación futura (1 Corintios 13:12; 1 Juan 3:2). Hay un equilibrio entre lo que ya ha sucedido y lo que está por venir. Esta verdad se demuestra en la exhortación de Pablo: "Así que hagan morir las cosas pecaminosas y terrenales que acechan dentro de ustedes. No tengan nada que ver con la inmoralidad sexual, la impureza, las bajas pasiones y los malos deseos. No sean avaros, pues la persona avara es idólatra porque adora las cosas de este mundo...Ustedes solían hacer esas cosas cuando su vida aún formaba parte de este mundo; pero ahora es el momento de eliminar el enojo, la furia, el comportamiento malicioso, la calumnia y el lenguaje sucio. No se mientan unos a otros, porque ustedes ya se han quitado la vieja naturaleza pecaminosa y todos sus actos perversos. Vístanse con la nueva naturaleza y se renovarán a medida que aprendan a conocer a su Creador y se parezcan más a él. En esta vida nueva no importa si uno es judío o gentil, si está o no circuncidado, si es inculto, incivilizado, esclavo o libre. Cristo es lo único que importa, y él vive en todos nosotros" (Colosenses 3:5-11, NTV).

La idea de estar "escondidos" con Cristo en Dios también se relaciona con la seguridad eterna del creyente. Las Escrituras usualmente describen al pueblo de Dios como oculto de manera segura en el "refugio de Su presencia", escondido bajo "la cubierta de su tienda" o "en su aljaba" (Salmo 27:5-6; 31:19-20; Isaías 49:2).

La vida espiritual de un creyente en el reino de Dios es, en un sentido muy real, una vida secreta (Mateo 13:11; Marcos 4:11; Efesios 1:9-10; 3:9; 1 Corintios 2:7). Hasta que muramos (o hasta que el Señor vuelva en gloria), la plenitud de nuestra vida interior en Cristo está oculta a la vista del mundo y, a veces, incluso a nosotros mismos (1 Corintios 15:51-53). Pero en el futuro, los justos redimidos de Dios "resplandecerán como el sol en el reino de su Padre" (Mateo 13:43). Entonces, en ese día glorioso y tan esperado, los que están escondidos con Cristo en Dios recibirán "la corona de justicia que el Señor, el Juez justo...no solo a mí, sino también a todos los que aman Su venida" (2 Timoteo 4:8).