Pregunta
¿Qué significa vivir en sabia mansedumbre (Santiago 3:13)?
Respuesta
Después de desafiar a sus lectores con el juicio más estricto para aquellos que enseñan y el problema universal que tenemos para controlar nuestra lengua, Santiago exhorta a los lectores a vivir en sabia mansedumbre (Santiago 3:13). Santiago primero pregunta: "¿Quién es sabio y entendido entre vosotros?" (Santiago 3:13a, NBLA). Luego explica la manera de demostrar sabiduría y entendimiento: "Que muestre por su buena conducta sus obras en sabia mansedumbre" (Santiago 3:13b, NBLA).
Santiago contrasta el buen y el mal comportamiento y muestra la relación de ambos con la sabiduría. Advierte contra los celos amargos y la ambición egoísta, señalando que, si una persona que dice ser sabia tiene esos rasgos, es arrogante y miente contra la verdad (Santiago 3:14). El tipo de sabiduría que da lugar a la envidia amarga y la ambición egoísta no es de lo alto, sino terrenal, natural y demoníaca (Santiago 3:15). Este tipo de sabiduría alberga la envidia y la ambición egoísta y va acompañada de desorden y toda práctica malvada (Santiago 3:16).
Por el contrario, el tipo de sabiduría que defiende Santiago es la sabiduría que viene de lo alto. Ese tipo de sabiduría es primero pura, luego pacífica, amable (o tolerante), dispuesta a escuchar la razón, llena de misericordia y buenos frutos, imparcial y sin hipocresía (Santiago 3:17). Este tipo de sabiduría da fruto de justicia; la semilla sembrada en paz por los pacificadores (Santiago 3:18). Para que nadie piense que esta increíble sabiduría celestial está fuera de su alcance, Santiago introduce su discusión exhortando a sus lectores a pedir sabiduría a Dios, quien sin duda se la dará (Santiago 1:5).
Pablo ofrece un contraste similar y ayuda a demostrar cómo podemos vivir con la mansedumbre o humildad de la sabiduría. Pablo rechaza la sabiduría de este mundo (1 Corintios 2:6), señalando que esa falsa sabiduría llevó a los gobernantes a crucificar a Cristo (1 Corintios 2:8). En cambio, Pablo habla de la sabiduría de Dios, una sabiduría que nos lleva a la gloria (1 Corintios 2:7). Para Pablo es importante que sus lectores no pongan su fe en la sabiduría de los hombres, sino en la sabiduría de Dios. Esta sabiduría de Dios puede permitir que una persona sea espiritual en lugar de estar llena de celos y contiendas (1 Corintios 3:1-3).
Tanto Pablo como Santiago parten de la misma comprensión de la sabiduría que Salomón, quien también nos ayuda a entender cómo podemos vivir en la mansedumbre de la sabiduría. Los conceptos de mansedumbre y humildad están estrechamente relacionados. Salomón tiene mucho que decir sobre la humildad y la sabiduría, y relaciona el temor del Señor con ambas. Señala que el temor del Señor es la instrucción para la sabiduría y que antes del honor está la humildad (Proverbios 15:33). Para ser sabio, uno debe temer al Señor. Antes de que uno pueda ser digno de honor, debe tener humildad. La humildad y el temor del Señor van de la mano y preceden al fruto que nace de ellos (la sabiduría y el honor). Esta perspectiva adecuada es necesaria para que vivamos el tipo de vida que Él ha diseñado. Esta es la mansedumbre (o humildad) de la sabiduría que Santiago quiere que sus lectores practiquen. El desafío que Santiago les propone a sus lectores es sencillo: vivir según la sabiduría terrenal, natural o demoníaca, o vivir según la sabiduría que Dios ofrece gratuitamente a todos los que la piden (Santiago 1:5).
Santiago contrasta el buen y el mal comportamiento y muestra la relación de ambos con la sabiduría. Advierte contra los celos amargos y la ambición egoísta, señalando que, si una persona que dice ser sabia tiene esos rasgos, es arrogante y miente contra la verdad (Santiago 3:14). El tipo de sabiduría que da lugar a la envidia amarga y la ambición egoísta no es de lo alto, sino terrenal, natural y demoníaca (Santiago 3:15). Este tipo de sabiduría alberga la envidia y la ambición egoísta y va acompañada de desorden y toda práctica malvada (Santiago 3:16).
Por el contrario, el tipo de sabiduría que defiende Santiago es la sabiduría que viene de lo alto. Ese tipo de sabiduría es primero pura, luego pacífica, amable (o tolerante), dispuesta a escuchar la razón, llena de misericordia y buenos frutos, imparcial y sin hipocresía (Santiago 3:17). Este tipo de sabiduría da fruto de justicia; la semilla sembrada en paz por los pacificadores (Santiago 3:18). Para que nadie piense que esta increíble sabiduría celestial está fuera de su alcance, Santiago introduce su discusión exhortando a sus lectores a pedir sabiduría a Dios, quien sin duda se la dará (Santiago 1:5).
Pablo ofrece un contraste similar y ayuda a demostrar cómo podemos vivir con la mansedumbre o humildad de la sabiduría. Pablo rechaza la sabiduría de este mundo (1 Corintios 2:6), señalando que esa falsa sabiduría llevó a los gobernantes a crucificar a Cristo (1 Corintios 2:8). En cambio, Pablo habla de la sabiduría de Dios, una sabiduría que nos lleva a la gloria (1 Corintios 2:7). Para Pablo es importante que sus lectores no pongan su fe en la sabiduría de los hombres, sino en la sabiduría de Dios. Esta sabiduría de Dios puede permitir que una persona sea espiritual en lugar de estar llena de celos y contiendas (1 Corintios 3:1-3).
Tanto Pablo como Santiago parten de la misma comprensión de la sabiduría que Salomón, quien también nos ayuda a entender cómo podemos vivir en la mansedumbre de la sabiduría. Los conceptos de mansedumbre y humildad están estrechamente relacionados. Salomón tiene mucho que decir sobre la humildad y la sabiduría, y relaciona el temor del Señor con ambas. Señala que el temor del Señor es la instrucción para la sabiduría y que antes del honor está la humildad (Proverbios 15:33). Para ser sabio, uno debe temer al Señor. Antes de que uno pueda ser digno de honor, debe tener humildad. La humildad y el temor del Señor van de la mano y preceden al fruto que nace de ellos (la sabiduría y el honor). Esta perspectiva adecuada es necesaria para que vivamos el tipo de vida que Él ha diseñado. Esta es la mansedumbre (o humildad) de la sabiduría que Santiago quiere que sus lectores practiquen. El desafío que Santiago les propone a sus lectores es sencillo: vivir según la sabiduría terrenal, natural o demoníaca, o vivir según la sabiduría que Dios ofrece gratuitamente a todos los que la piden (Santiago 1:5).