Pregunta

¿Qué dice la Biblia sobre el egotismo? ¿Qué es egoísmo?

Respuesta
El egotismo es un enfoque o preocupación excesivos por uno mismo, impulsados por un sentido exagerado de la propia importancia. El egoísmo es una preocupación por uno mismo, pero sin el sentido exagerado de la propia importancia. El egoísmo también se refiere a la creencia de que el interés propio es la motivación y/o el fin válido de toda acción. La tendencia humana a ser egotista/egoísta no es ninguna sorpresa desde una perspectiva bíblica. También es algo contra lo que habla la Biblia, y Dios trató con firmeza a egotistas como el rey Nabucodonosor (Daniel 4).

En la raíz del egotismo está el yo. El egotismo está impulsado en última instancia por el orgullo y por pensar que uno mismo es digno de la máxima atención o capaz de una completa autosuficiencia. A veces, un egoísta puede estar motivado por heridas del pasado. La traición, el abuso o el abandono pueden hacer que una persona crea que siempre debe cuidar de sí misma, porque nadie más lo hará. En lugar de confiar en los demás, alguien que ha sido herido puede aislarse y creer que solo puede confiar en sí mismo. Aunque no se trata del orgullo tal y como lo concebimos generalmente, sigue siendo una postura no bíblica que eleva al yo a la categoría de dios.

Filipenses 2:1-11 es un pasaje que habla del egoísmo. Los versículos 3-4 dicen: "No hagan nada por egoísmo o por vanagloria, sino que con actitud humilde cada uno de ustedes considere al otro como más importante que a sí mismo, no buscando cada uno sus propios intereses, sino más bien los intereses de los demás". Debemos buscar los intereses de los demás basándonos en el ejemplo de Jesucristo, quien, aunque es Dios, se humilló a sí mismo para vivir una vida humana y morir una muerte humillante en nuestro lugar. Tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento, los seguidores de Dios están llamados a la humildad; no debemos tener un sentido exagerado de nuestra propia importancia. La humildad no es autodesprecio ni falta de confianza. Ser humilde no significa que descuidemos nuestras propias necesidades o que no defendamos nuestros límites. Más bien, la humildad es tener una valoración precisa de uno mismo, en la que pensamos menos en nosotros mismos. No estamos preocupados por nosotros mismos, sino que vemos y nos preocupamos por las necesidades de los demás. Estamos dispuestos a sacrificar nuestras propias preferencias en beneficio de los demás.

Los cristianos entienden que servirse a uno mismo no es el objetivo más elevado. A aquellos que son egoístas, principalmente por orgullo, la Biblia les recuerda que todos estamos destituidos de la gloria de Dios (Romanos 3:23). Todos somos pecadores, esclavos del pecado, muertos en culpa y necesitados de un Salvador (Juan 8:34; Romanos 6:15-23; Efesios 2:1-5). Por nosotros mismos, no somos nada y solo merecemos el infierno (Juan 3:16-18). En verdad, no hay justificación para el orgullo. Pero, en Cristo, somos transformados (2 Corintios 5:17). Nos convertimos en hijos de Dios (Juan 1:12; 1 Pedro 2:9-10). Dios es quien valida nuestra existencia y da sentido a nuestras vidas. El egotismo, en última instancia, deja a las personas vacías. Al igual que todos los pecados, el egotismo promete una recompensa que es incapaz de dar (Santiago 1:14-17; Gálatas 6:8). Solo en Dios encontramos la vida verdadera (Juan 10:10).

La verdad sobre quién es Dios y su don de la salvación resuelven la motivación basada en el miedo que impulsa al egoísmo. Primera de Pedro 5:5-7 dice: "Y todos, revístanse de humildad en su trato mutuo, porque Dios resiste a los soberbios, pero da gracia a los humildes. Humíllense, pues, bajo la poderosa mano de Dios, para que Él los exalte a su debido tiempo, echando toda su ansiedad sobre Él, porque Él tiene cuidado de ustedes". En Mateo 6:25-34, Jesús dice que no nos preocupemos, sino que busquemos primero el reino de Dios y confiemos en Él para nuestras necesidades. Podemos ver cómo Dios cuida de los gorriones y de la hierba del campo, y confiamos en que somos mucho más valiosos para Él. No necesitamos preocuparnos por nosotros mismos como si fuéramos lo más importante, porque Dios cuida de nosotros. Solo Él es plenamente capaz de satisfacer todas nuestras necesidades, y podemos confiar en que lo hará.

Solo Dios debe ser adorado. Él es lo más importante. Nunca podremos ocupar Su lugar, ya sea pensando tan bien de nosotros mismos que creamos que merecemos ser el centro de toda la atención, o permaneciendo en un estado de herida que nos lleva a desconfiar de todos. El egotismo es una tendencia natural del ser humano. No obstante, es una tendencia que nace del pecado y que solo conduce a desilusionar. Al rechazar el egotismo, los cristianos están llamados a confiar en Dios. Por el amor que Él nos profesa, debemos amar a los demás (Juan 13:34-35). Estamos llamados a poner a los demás por encima de nosotros mismos, a cuidar de otras personas y a atender sus necesidades. En última instancia, debemos entregar nuestras vidas completamente a Dios, adorarlo solo a Él, amarlo con todo nuestro ser, y amar a los demás con Su amor (Mateo 22:37-40; Gálatas 6:2-10). Es al dar de nosotros mismos, y no al ponernos en primer lugar, que realmente encontramos la vida (Mateo 16:24-25).