Pregunta
¿Qué es el día de Cristo?
Respuesta
El día de Cristo es un acontecimiento profético al que se hace referencia específica tres veces en el Nuevo Testamento; el apóstol Pablo habla de "el día de Cristo", "el día de Cristo Jesús" y "el día de nuestro Señor Jesucristo". Otros pasajes del Nuevo Testamento pueden aludir al día de Cristo, pero el uso de esta fraseología es exclusivo de los escritos de Pablo. Examinemos estos tres pasajes dentro de su correcto contexto bíblico. El primero es Filipenses 1:3-6 (NBLA).
Doy gracias a mi Dios siempre que me acuerdo de ustedes. Pido siempre con gozo en cada una de mis oraciones por todos ustedes, por su participación en el evangelio desde el primer día hasta ahora. Estoy convencido precisamente de esto: que el que comenzó en ustedes la buena obra, la perfeccionará hasta el día de Cristo Jesús.
Además de asegurar a los creyentes cristianos su seguridad eterna, este pasaje enseña que el día de Cristo Jesús marca el momento en que nuestra santificación será completa. Por fin, disfrutaremos de una perfección sin pecado y moraremos en cuerpos resucitados, inmortales y glorificados. En referencia a este mismo futuro brillante, Juan escribió: "Amados, ahora somos hijos de Dios y aún no se ha manifestado lo que habremos de ser. Pero sabemos que cuando Cristo se manifieste, seremos semejantes a Él, porque lo veremos como Él es" (1 Juan 3: 2, NBLA).
La siguiente mención del "día de Cristo" se encuentra en Filipenses 2:14-16:
Hagan todas las cosas sin murmuraciones ni discusiones, para que sean irreprensibles y sencillos, hijos de Dios sin tacha en medio de una generación torcida y perversa, en medio de la cual ustedes resplandecen como luminares en el mundo, sosteniendo firmemente la palabra de vida, a fin de que yo tenga motivo para gloriarme en el día de Cristo, ya que no habré corrido en vano ni habré trabajado en vano (NBLA)).
Por este pasaje, podemos estar seguros de que las dificultades a las que se enfrentan los creyentes en un mundo hostil e impío pasarán y que, en el día de Cristo, las luchas terminarán para los que perseveren. En otro pasaje, el apóstol Pablo escribe: "No nos cansemos de hacer el bien, pues a su tiempo, si no nos cansamos, segaremos" (Gálatas 6:9, NBLA).
La tercera y última de las referencias de Pablo al "día de Cristo" se encuentra en 1 Corintios 1:4-8 (NBLA):
Siempre doy gracias a mi Dios por ustedes, por la gracia de Dios que les fue dada en Cristo Jesús. Porque en todo ustedes fueron enriquecidos en Él, en toda palabra y en todo conocimiento, así como el testimonio acerca de Cristo fue confirmado en ustedes; de manera que nada les falta en ningún don, esperando ansiosamente la revelación de nuestro Señor Jesucristo. Él también los confirmará hasta el fin, para que sean irreprensibles en el día de nuestro Señor Jesucristo (NBLA).
Una vez más, el apóstol Pablo asegura a todos los creyentes su esperanza eterna, pues, cuando llegue el día de Cristo, serán contados entre los redimidos. Esta bendita esperanza se expresa también en las palabras de nuestro Señor: "Y esta es la voluntad del que me envió: que de todo lo que Él me ha dado Yo no pierda nada, sino que lo resucite en el día final" (Juan 6: 39, NBLA).
El día de Cristo señala el momento en que terminan nuestras luchas y la victoria sobre el pecado y la muerte ya no es una promesa, sino una gloriosa realidad. Creemos que el día de Cristo comienza con el rapto de la Iglesia y continúa durante el reinado milenario. El día de Cristo es un tiempo de abundantes promesas cumplidas y victorias decisivas logradas, un tiempo en el que los creyentes ya no caminan por la fe, sino por la vista, pues nuestros enemigos serán el estrado de los pies de nuestro Señor (Salmo 110:1).
El día de Cristo está relacionado con el día del Señor, pero probablemente se distingue de él. El día del Señor es un tiempo de juicio en el que Dios derrama Su ira consumidora sobre un mundo hostil, rebelde e incrédulo:
¡Ay de ese día!
Porque está cerca el día del Señor,
Y vendrá como destrucción del Todopoderoso (Joel 1:15, NBLA).
Giman, porque cerca está el día del Señor;
Vendrá como destrucción del Todopoderoso (Isaías 13:6, NBLA).
¡Ay de los que ansían el día del Señor!
¿De qué les servirá el día del Señor?
Será tinieblas, y no luz (Amós 5:18).
Porque se acerca el día del Señor sobre todas las naciones.
Como tú has hecho, te será hecho;
Tus acciones recaerán sobre tu cabeza (Abdías 1:15, NBLA).
El día del Señor es un tiempo de juicio mundial; el día de Cristo tiene que ver con el encuentro de los creyentes con Cristo y la recepción de su herencia celestial. Afortunadamente, el pueblo de Dios no se enfrentará al desencadenamiento de la justa furia de Dios cuando llegue el día del Señor (1 Tesalonicenses 5:9). El día del Señor está reservado para los pecadores impenitentes que rechazan la misericordia de Dios. Los rebeldes altivos y orgullosos que desprecian Su misericordia deben enfrentarse a Su juicio. Por el contrario, el día de Cristo es un tiempo de esperanza y promesa y, de hecho, un día de celebración. Que nos unamos al rey David al cantar
"Esperé pacientemente al Señor,
Y Él se inclinó a mí y oyó mi clamor.
Me sacó del hoyo de la destrucción,
del lodo cenagoso;
Asentó mis pies sobre una roca
y afirmó mis pasos.
Puso en mi boca un cántico nuevo,
un canto de alabanza a nuestro Dios.
Muchos verán esto, y temerán
Y confiarán en el Señor" (Salmo 40:1-3, NBLA).
Doy gracias a mi Dios siempre que me acuerdo de ustedes. Pido siempre con gozo en cada una de mis oraciones por todos ustedes, por su participación en el evangelio desde el primer día hasta ahora. Estoy convencido precisamente de esto: que el que comenzó en ustedes la buena obra, la perfeccionará hasta el día de Cristo Jesús.
Además de asegurar a los creyentes cristianos su seguridad eterna, este pasaje enseña que el día de Cristo Jesús marca el momento en que nuestra santificación será completa. Por fin, disfrutaremos de una perfección sin pecado y moraremos en cuerpos resucitados, inmortales y glorificados. En referencia a este mismo futuro brillante, Juan escribió: "Amados, ahora somos hijos de Dios y aún no se ha manifestado lo que habremos de ser. Pero sabemos que cuando Cristo se manifieste, seremos semejantes a Él, porque lo veremos como Él es" (1 Juan 3: 2, NBLA).
La siguiente mención del "día de Cristo" se encuentra en Filipenses 2:14-16:
Hagan todas las cosas sin murmuraciones ni discusiones, para que sean irreprensibles y sencillos, hijos de Dios sin tacha en medio de una generación torcida y perversa, en medio de la cual ustedes resplandecen como luminares en el mundo, sosteniendo firmemente la palabra de vida, a fin de que yo tenga motivo para gloriarme en el día de Cristo, ya que no habré corrido en vano ni habré trabajado en vano (NBLA)).
Por este pasaje, podemos estar seguros de que las dificultades a las que se enfrentan los creyentes en un mundo hostil e impío pasarán y que, en el día de Cristo, las luchas terminarán para los que perseveren. En otro pasaje, el apóstol Pablo escribe: "No nos cansemos de hacer el bien, pues a su tiempo, si no nos cansamos, segaremos" (Gálatas 6:9, NBLA).
La tercera y última de las referencias de Pablo al "día de Cristo" se encuentra en 1 Corintios 1:4-8 (NBLA):
Siempre doy gracias a mi Dios por ustedes, por la gracia de Dios que les fue dada en Cristo Jesús. Porque en todo ustedes fueron enriquecidos en Él, en toda palabra y en todo conocimiento, así como el testimonio acerca de Cristo fue confirmado en ustedes; de manera que nada les falta en ningún don, esperando ansiosamente la revelación de nuestro Señor Jesucristo. Él también los confirmará hasta el fin, para que sean irreprensibles en el día de nuestro Señor Jesucristo (NBLA).
Una vez más, el apóstol Pablo asegura a todos los creyentes su esperanza eterna, pues, cuando llegue el día de Cristo, serán contados entre los redimidos. Esta bendita esperanza se expresa también en las palabras de nuestro Señor: "Y esta es la voluntad del que me envió: que de todo lo que Él me ha dado Yo no pierda nada, sino que lo resucite en el día final" (Juan 6: 39, NBLA).
El día de Cristo señala el momento en que terminan nuestras luchas y la victoria sobre el pecado y la muerte ya no es una promesa, sino una gloriosa realidad. Creemos que el día de Cristo comienza con el rapto de la Iglesia y continúa durante el reinado milenario. El día de Cristo es un tiempo de abundantes promesas cumplidas y victorias decisivas logradas, un tiempo en el que los creyentes ya no caminan por la fe, sino por la vista, pues nuestros enemigos serán el estrado de los pies de nuestro Señor (Salmo 110:1).
El día de Cristo está relacionado con el día del Señor, pero probablemente se distingue de él. El día del Señor es un tiempo de juicio en el que Dios derrama Su ira consumidora sobre un mundo hostil, rebelde e incrédulo:
¡Ay de ese día!
Porque está cerca el día del Señor,
Y vendrá como destrucción del Todopoderoso (Joel 1:15, NBLA).
Giman, porque cerca está el día del Señor;
Vendrá como destrucción del Todopoderoso (Isaías 13:6, NBLA).
¡Ay de los que ansían el día del Señor!
¿De qué les servirá el día del Señor?
Será tinieblas, y no luz (Amós 5:18).
Porque se acerca el día del Señor sobre todas las naciones.
Como tú has hecho, te será hecho;
Tus acciones recaerán sobre tu cabeza (Abdías 1:15, NBLA).
El día del Señor es un tiempo de juicio mundial; el día de Cristo tiene que ver con el encuentro de los creyentes con Cristo y la recepción de su herencia celestial. Afortunadamente, el pueblo de Dios no se enfrentará al desencadenamiento de la justa furia de Dios cuando llegue el día del Señor (1 Tesalonicenses 5:9). El día del Señor está reservado para los pecadores impenitentes que rechazan la misericordia de Dios. Los rebeldes altivos y orgullosos que desprecian Su misericordia deben enfrentarse a Su juicio. Por el contrario, el día de Cristo es un tiempo de esperanza y promesa y, de hecho, un día de celebración. Que nos unamos al rey David al cantar
"Esperé pacientemente al Señor,
Y Él se inclinó a mí y oyó mi clamor.
Me sacó del hoyo de la destrucción,
del lodo cenagoso;
Asentó mis pies sobre una roca
y afirmó mis pasos.
Puso en mi boca un cántico nuevo,
un canto de alabanza a nuestro Dios.
Muchos verán esto, y temerán
Y confiarán en el Señor" (Salmo 40:1-3, NBLA).