Pregunta
¿Qué significa deleitarse en el Señor (Salmo 37:4)?
Respuesta
El Salmo 37:4 dice: "Deléitate asimismo en el SEÑOR, Y él te concederá las peticiones de tu corazón". Deleitarse en el Señor significa que nuestro corazón realmente encuentra paz y plenitud en Él. Si de verdad hallamos satisfacción y valor en Cristo, la Escritura dice que Él nos concederá los anhelos de nuestro corazón. ¿Significa eso que, si vamos a la iglesia todos los domingos, Dios nos regalará un auto de lujo? No. La idea detrás de este versículo, y de otros similares, es que, cuando nos regocijamos o nos "deleitamos" verdaderamente en las cosas eternas de Dios, nuestros deseos comenzarán a alinearse con los Suyos, y nunca quedaremos insatisfechos. Mateo 6:33 dice: "Pero busquen primero Su reino y Su justicia, y todas estas cosas [las necesidades de la vida] les serán añadidas" (NBLA).
Muchas personas se deleitan en la riqueza, el estatus, las posesiones materiales y otras cosas temporales de este mundo, pero nunca se sienten satisfechas. Nunca obtienen lo que realmente desean, por eso siempre quieren más. Esta fue la lección que aprendió el rey Salomón en su búsqueda de tesoros terrenales: "Todo es vanidad" (Eclesiastés 1:2). En cambio, deleitarse en el Señor es un verdadero tesoro: "Pero la piedad, en efecto, es un medio de gran ganancia cuando va acompañada de contentamiento" (1 Timoteo 6:6, NBLA).
Primera de Juan 2:15–17 dice: "No amen al mundo ni las cosas que están en el mundo. Si alguien ama al mundo, el amor del Padre no está en él. Porque todo lo que hay en el mundo, la pasión de la carne, la pasión de los ojos, y la arrogancia de la vida, no proviene del Padre, sino del mundo. El mundo pasa, y también sus pasiones, pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre" (NBLA). Nunca estaremos realmente plenos o "felices" con las cosas que este mundo ofrece. Si colocamos nuestra alegría y esperanza en Dios en primer lugar, Él suplirá todas nuestras necesidades. Incluso concederá nuestros anhelos, ya que los deseos de nuestro corazón comenzarán a alinearse con Su voluntad. Si realmente priorizamos al Señor, lo más probable es que el deseo más profundo de nuestro corazón no sea un auto de lujo, sino los tesoros eternos en Cristo.
Este mundo nunca podrá satisfacer nuestros anhelos más profundos, pero si elegimos deleitarnos en el camino de Dios, Él siempre proveerá más allá de nuestras expectativas. Jesús dijo: "Pero el que beba del agua que Yo le daré, no tendrá sed jamás, sino que el agua que Yo le daré se convertirá en él en una fuente de agua que brota para vida eterna" (Juan 4:14, NBLA).
Muchas personas se deleitan en la riqueza, el estatus, las posesiones materiales y otras cosas temporales de este mundo, pero nunca se sienten satisfechas. Nunca obtienen lo que realmente desean, por eso siempre quieren más. Esta fue la lección que aprendió el rey Salomón en su búsqueda de tesoros terrenales: "Todo es vanidad" (Eclesiastés 1:2). En cambio, deleitarse en el Señor es un verdadero tesoro: "Pero la piedad, en efecto, es un medio de gran ganancia cuando va acompañada de contentamiento" (1 Timoteo 6:6, NBLA).
Primera de Juan 2:15–17 dice: "No amen al mundo ni las cosas que están en el mundo. Si alguien ama al mundo, el amor del Padre no está en él. Porque todo lo que hay en el mundo, la pasión de la carne, la pasión de los ojos, y la arrogancia de la vida, no proviene del Padre, sino del mundo. El mundo pasa, y también sus pasiones, pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre" (NBLA). Nunca estaremos realmente plenos o "felices" con las cosas que este mundo ofrece. Si colocamos nuestra alegría y esperanza en Dios en primer lugar, Él suplirá todas nuestras necesidades. Incluso concederá nuestros anhelos, ya que los deseos de nuestro corazón comenzarán a alinearse con Su voluntad. Si realmente priorizamos al Señor, lo más probable es que el deseo más profundo de nuestro corazón no sea un auto de lujo, sino los tesoros eternos en Cristo.
Este mundo nunca podrá satisfacer nuestros anhelos más profundos, pero si elegimos deleitarnos en el camino de Dios, Él siempre proveerá más allá de nuestras expectativas. Jesús dijo: "Pero el que beba del agua que Yo le daré, no tendrá sed jamás, sino que el agua que Yo le daré se convertirá en él en una fuente de agua que brota para vida eterna" (Juan 4:14, NBLA).