Pregunta

¿Cuál es la definición de esperanza?

Respuesta
Existen dos tipos de esperanza: la esperanza mundana o temporal y la esperanza de los creyentes. En un sentido general, la esperanza es un enfoque mental o un sentimiento de anticipación con respecto a un resultado futuro, ya sea de algo que queremos que suceda o deseamos que sea verdad, o de algo que no queremos que ocurra o sea cierto. La esperanza secular es una expectativa subjetiva; puede estar bien fundamentada o ser errónea, ya que no toma en cuenta la voluntad de Dios. Esperamos cosas que deseamos (espero conseguir el trabajo; espero que ella se case conmigo). Esperamos buenos resultados (espero que mi hijo regrese a casa sano y salvo; espero no enfermarme). Pero la esperanza mundana no es una virtud, ya que normalmente contiene cierto grado de incertidumbre, duda y sesgo personal, y con frecuencia puede estar mal dirigida o motivada por el egoísmo (Proverbios 10:28; 1 Timoteo 6:17).

La definición bíblica de esperanza es "la expectativa segura y confiada de recibir lo que Dios nos ha prometido en el futuro". La esperanza del creyente no es un simple deseo débil u oscuro, sino un "ancla del alma, una esperanza segura y firme" (Hebreos 6:19). En las Escrituras, la esperanza es una cualidad virtuosa porque no contiene duda: siempre confía en la fidelidad y la presencia de Dios sin importar las circunstancias, sean buenas o malas (Salmo 71:5).

El apóstol Pablo incluye la esperanza entre las tres virtudes cristianas indispensables: la fe, la esperanza y el amor (1 Corintios 13:13). El amor es la mayor de las tres, porque Dios lo valora más (1 Corintios 13:13) y porque es eterno (1 Corintios 13:8). Ni la fe ni la esperanza serán necesarias en el cielo; no tendremos que confiar en un Dios invisible ni anticipar Su venida, porque lo veremos y estaremos con Él en la perfección de Su presencia para siempre.

La esperanza y la fe están estrechamente relacionadas porque ambas se basan en confiar en Dios y vivir conforme a lo que no se ve. El autor de Hebreos explica que "la fe es la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve" (Hebreos 11:1). En cuanto a la esperanza, Pablo razona: "Porque en esperanza hemos sido salvados, pero la esperanza que se ve no es esperanza, pues, ¿por qué esperar lo que uno ve?" (Romanos 8:24). Al igual que la fe, la esperanza se basa en nuestra confianza inquebrantable en la bondad y el poder de Dios para cumplir lo que ha dicho, debido a Su amor inagotable por nosotros (Salmo 33:18; 146:5). Tal confianza proclama acerca de nuestro Salvador: "Ciertamente ninguno de los que esperan en Ti será avergonzado" (Salmo 25:3). La esperanza bíblica, como la fe, toma posesión aquí y ahora de las buenas promesas de Dios que aún están por venir.

Los cristianos usan la palabra esperanza en ambos sentidos. Un pastor puede decir: "Espero que el sermón de hoy te bendiga". El apóstol Pablo escribe: "Espero verlos" (Romanos 15:24) y "esperando ir a verte pronto" (1 Timoteo 3:14) en sus cartas a otros creyentes. Pero la esperanza del creyente es mucho más que un pensamiento positivo. El apóstol Pedro explica que Dios "nos ha hecho nacer de nuevo a una esperanza viva, mediante la resurrección de Jesucristo de entre los muertos" (1 Pedro 1:3). Tenemos "la esperanza de vida eterna, la cual Dios, que no miente, prometió desde los tiempos eternos" (Tito 1:2). No solo deseamos ir al cielo cuando muramos; la Biblia dice que podemos saberlo con total certeza: "Estas cosas les he escrito a ustedes que creen en el nombre del Hijo de Dios, para que sepan que tienen vida eterna" (1 Juan 5:13).

La esperanza de Pablo era tan segura en cuanto a su futuro eterno, que estaba dispuesto a sufrir y morir por ella: "Se me juzga a causa de la esperanza de la resurrección de los muertos" (Hechos 23:6; ver también Hechos 26:6). Pablo afirmó que, sin fe y esperanza en la promesa de Dios de la vida resucitada, los cristianos "somos los más dignos de lástima de todo el mundo" (1 Corintios 15:19).

La definición bíblica de esperanza incluye no solo el acto de esperar con confianza, sino también el objeto de esa esperanza: "Cristo Jesús nuestra esperanza" (1 Timoteo 1:1). El salmista escribe: "Porque Tú eres mi esperanza; Oh Señor Dios, Tú eres mi confianza desde mi juventud" (Salmo 71:5). Jesucristo es la "esperanza de Israel" (Jeremías 14:8; Hechos 28:20) y de todas las naciones y pueblos (Isaías 42:4; Mateo 12:21; Romanos 15:12–13; 1 Timoteo 4:10).

Tener únicamente una esperanza temporal en las personas y en las cosas de esta vida es, en realidad, vivir en un estado de desesperanza: "sin tener esperanza y sin Dios en el mundo" (Efesios 2:12). Por el contrario, la esperanza del creyente no puede ser frustrada ni obstaculizada por nada en esta vida. Sabemos que lo que tenemos está "reservada para ustedes en los cielos" (Colosenses 1:5), donde nuestros tesoros están seguros (Mateo 6:19–20).