Pregunta

¿Qué dice la Biblia acerca del consuelo?

Respuesta
A lo largo de la Biblia, el tema del consuelo aparece con frecuencia, recordándonos que no estamos solos en nuestras luchas y que podemos encontrar alivio en el cuidado providencial de Dios. Desde Génesis hasta Apocalipsis, la Escritura ofrece claridad y seguridad sobre lo que significa ser consolados por Dios.

Uno de los pasajes más conocidos sobre el consuelo se encuentra en los Salmos, donde David escribe: "El Señor es mi pastor, nada me faltará… Aunque pase por el valle de sombra de muerte, no temeré mal alguno, porque Tú estás conmigo; tu vara y tu cayado me infunden aliento" (Salmo 23:1, 4, NBLA). Este pasaje es una hermosa expresión de confianza y dependencia en el cuidado y la protección de Dios. Él es el pastor que nos guía en tiempos difíciles y nos consuela en el camino. Incluso en nuestros momentos más desafiantes y aterradores ("valle de sombra"), Dios sigue allí para consolar nuestros corazones atribulados y dar descanso a nuestras almas cansadas.

En el Nuevo Testamento, la palabra griega para "consuelo" es parakaleó, que significa "ponerse al lado de alguien para brindar ayuda o apoyo". Aparece en Mateo 5:4: "Bienaventurados los que lloran, pues ellos serán consolados" (NBLA). Jesús nos recuerda que, aun en medio del dolor y la tristeza, podemos hallar consuelo en la certeza de que Dios está con nosotros, dándonos fortaleza y sostén.

El Espíritu Santo es llamado el "Consolador" o "Ayudador" (Juan 14:26), siendo la fuente de consuelo para los creyentes. Él nos consuela capacitándonos con dones espirituales para cumplir nuestro llamado (1 Corintios 12:11), ayudándonos a discernir entre lo correcto y lo incorrecto (Juan 16:13), recordándonos las enseñanzas de Jesús y la verdad de la Palabra de Dios (Juan 14:26), intercediendo por nosotros en oración cuando no sabemos expresar nuestras necesidades (Romanos 8:26), y creando comunión entre los creyentes, reuniéndonos en comunidad y brindándonos consuelo a través del amor y cuidado de los demás (Efesios 2:19).

En 2 Corintios 1:3–4, el apóstol Pablo escribe: "Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, Padre de misericordias y Dios de toda consolación, el cual nos consuela en todas nuestras tribulaciones, para que también nosotros podamos consolar a los que están en cualquier aflicción, dándoles el consuelo con que nosotros mismos somos consolados por Dios" (NBLA). En pocas palabras, Dios es la fuente de todo consuelo, y podemos compartir ese consuelo con otros que lo necesiten. Nuestras propias experiencias de sufrimiento pueden ser usadas para ayudar a quienes atraviesan luchas similares, creando así un sentido de comunidad y solidaridad entre los creyentes.

La Biblia también relaciona el consuelo con la esperanza. Romanos 15:13 es una bendición que dice: "Y el Dios de la esperanza los llene de todo gozo y paz en el creer, para que abunden en esperanza por el poder del Espíritu Santo" (NBLA). Esta esperanza no es optimismo ingenuo ni simple deseo; al contrario, es una esperanza que nos sostiene en medio de las pruebas, dándonos fuerzas para perseverar y el consuelo necesario para resistir. Es una esperanza que nos recuerda que nuestros sufrimientos presentes no son el final de la historia (Romanos 8:18; 2 Corintios 4:17), sino parte del gran plan que Dios está llevando a cabo en nuestras vidas (Romanos 8:28).

La Biblia habla extensamente sobre el consuelo, mostrándonos distintas maneras de encontrar paz y fortaleza en medio de las pruebas y tribulaciones. Al enfrentar los altibajos de la vida, aferrémonos a estas verdades y descubramos la paz que "sobrepasa todo entendimiento" (Filipenses 4:7).