Pregunta

¿Qué son los cedros del Líbano que menciona la Biblia?

Respuesta
En la antigüedad, la madera de cedro era altamente apreciada por su aroma, su resistencia a la descomposición y a los insectos. El Líbano era famoso por sus majestuosos bosques de cedros, que en aquel tiempo cubrían gran parte del territorio. Este árbol era uno de los principales productos de exportación y fuente de riqueza para la región. Aun hoy, el cedro sigue siendo un símbolo nacional del Líbano, apareciendo incluso en su bandera.

En Ezequiel 31, Asiria es comparada con un cedro del Líbano: "Hermosas ramas y frondoso, de sombra abundante y de elevada altura, y su copa estaba entre las nubes. Las aguas lo hicieron crecer y las corrientes profundas lo encumbraron; con sus ríos se extendía alrededor del lugar donde estaba plantado, y enviaba sus corrientes a todos los árboles del campo. Por eso su altura era mayor que la de todos los árboles del campo. Se multiplicaban sus ramas y se alargaba su ramaje, extendiéndose a causa de las muchas aguas. En sus ramas anidaban todas las aves del cielo, bajo su ramaje parían todas las bestias del campo, y a su sombra habitaban todas las grandes naciones. Era, pues, hermoso en su grandeza, por la extensión de sus ramas; porque sus raíces estaban junto a muchas aguas" (Ezequiel 31:3–7). Esta imagen simboliza la grandeza que tuvo Asiria, que sobresalía sobre las demás naciones de la tierra.

El cedro se menciona muchas veces en el Antiguo Testamento como un símbolo de lujo, prosperidad y poder. David utilizó madera de cedro en la construcción de su palacio (2 Samuel 5:11; 7:2), y también se empleó en el templo de Salomón (1 Reyes 5:6; 2 Reyes 19:23), el cual estaba casi completamente revestido de cedro (1 Reyes 6:6, 16, 18, 20, 36). Salomón también la usó en el Palacio del Bosque del Líbano, cuyas columnas, vigas y techo eran de cedro (1 Reyes 7:2). Esta madera se volvió a usar en la reconstrucción del segundo templo (Esdras 3:7). La abundancia de cedros era un símbolo de bendición (1 Reyes 10:27; 2 Crónicas 1:15). David y Salomón adquirieron el cedro del rey Hiram de Tiro, una ciudad fenicia cercana (1 Crónicas 14:1; 2 Crónicas 2:3, 8).

La Biblia también usa los cedros para ilustrar el poder y la soberanía de Dios. Él es quien los plantó en el Líbano como señal de Su bondad (Salmo 29:5; 104:16). Su capacidad para quebrarlos o quemarlos muestra Su poder para juzgar (Zacarías 11:1; Isaías 2:13; 14:8). Jeremías advirtió al rey de Judá que, aunque habitara en un palacio de cedro—llamado figurativamente "Líbano"—, no escaparía del juicio divino (Jeremías 22:14–15, 23).

Los cedros del Líbano eran un regalo de Dios y una fuente de riqueza para el país. Las ciudades de Tiro y Sidón se beneficiaban de su comercio (1 Crónicas 17:1, 6; 22:4). Aunque al principio mantuvieron relaciones amistosas con Israel bajo David y Salomón, con el tiempo se convirtieron en enemigas, y Tiro se alegró de la caída de Judá. Por ello, Dios prometió juicio contra ellas (Ezequiel 26).

Los cedros del Líbano nos recuerdan que todo buen regalo proviene de Dios. Sin embargo, cuando nos enfocamos en el regalo y olvidamos agradecer y adorar al Dador, nos exponemos al mismo juicio que enfrentaron aquellas naciones.