Pregunta

¿Qué significa que Dios te recompensará abiertamente cuando ayunes en secreto (Mateo 6:18)?

Respuesta
Jesús trató muchos temas en Su Sermón del Monte. A mitad de Su discurso, el Señor volvió al problema de la hipocresía religiosa (Mateo 6:1-18). Presentando tres situaciones muy parecidas, Jesús abordó las prácticas devotas de dar a los necesitados, orar y ayunar. Jesús enseñó: "Y cuando ayunen, no pongan cara triste, como los hipócritas; porque ellos desfiguran sus rostros para mostrar a los hombres que están ayunando. En verdad les digo que ya han recibido su recompensa. Pero tú, cuando ayunes, unge tu cabeza y lava tu rostro, para no hacer ver a los hombres que ayunas, sino a tu Padre que está en secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará" (Mateo 6:16-18, NBLA).

Jesús comenzó este segmento diciendo: "Cuídense de no practicar su justicia delante de los hombres para ser vistos por ellos; de otra manera no tendrán recompensa de su Padre que está en los cielos" (Mateo 6:1, NBLA). Esta instrucción enlaza con la anterior afirmación del Señor sobre el tema del sermón: "Porque les digo a ustedes que si su justicia no supera la de los escribas y fariseos, no entrarán en el reino de los cielos" (Mateo 5:20, NBLA). Básicamente, Jesús pidió a Sus oyentes que examinaran sus corazones, como si dijera: "¿Cuáles son tus motivos? ¿Eres un verdadero seguidor o un farsante espiritual? Si das en secreto, oras en secreto y ayunas en secreto, eres auténtico, porque no intentas alardear de tu espiritualidad. Tu Padre, que ve en secreto, te recompensará abiertamente porque reconoce la auténtica devocional oculta en lo más profundo de tu corazón. Pero si das, oras y ayunas para que te vean los demás, eres un fraude religioso hipócrita, igual que los fariseos y los escribas".

Estos fariseos y escribas creían que la justicia se alcanzaba mediante la estricta observancia de la Ley de Moisés y la tradición religiosa o, en otras palabras, mediante las obras y el legalismo religioso. Por el contrario, Jesús enseñó la justicia basada en una relación con Dios en Jesucristo (Romanos 3:21-26; Mateo 6:33).

En cada ejemplo paralelo que presentó Jesús, dejó claro que los siervos sinceros del reino buscan la aprobación de Dios más que la admiración y la alabanza de otros seres humanos. En toda obra buena que hagamos por amor de la justicia, nuestro objetivo debe ser agradar a Dios (Gálatas 1:10; Colosenses 3:23; 1 Tesalonicenses 4:1; Efesios 5:10; 2 Timoteo 2:4). Buscamos nuestra recompensa en Él y no en la gente. Si el premio que buscas es la alabanza humana, esa es la única recompensa que obtendrás. Pero cuando ayunes en secreto, Dios te recompensará abiertamente, porque puede ver la evidencia de tu auténtica dedicación.

El mensaje central de la enseñanza de Cristo en Mateo 6:1-18 no trata de los procedimientos adecuados para ayunar, orar y dar; trata de las intenciones de nuestro corazón. Jesús subraya la diferencia entre los hipócritas y santurrones fingidores y los auténticos buscadores del Reino. Los líderes religiosos querían el aplauso del pueblo por sus actos justos, pero la única recompensa que desean los verdaderos creyentes es la bendición privada de Dios, que ve en lo secreto. El Señor siempre mira los lugares secretos de nuestro corazón (1 Samuel 16:7), donde está nuestra verdadera rectitud cristiana (Mateo 12:35; 15:18, 19; Lucas 6:45; Proverbios 4:23).

No hay nada de malo en que los demás nos vean realizar un acto justo, siempre que el hecho de que nos vean no sea la motivación de la acción. Jesús acababa de decir: "Así brille la luz de ustedes delante de los hombres, para que vean sus buenas acciones y glorifiquen a su Padre que está en los cielos" (Mateo 5:16, NBLA; ver también 1 Corintios 10:31). La cuestión es si nuestras buenas obras llaman la atención solo sobre nosotros, o si glorifican a Dios y acercan a los demás a Él.

"Tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará" significa que un verdadero cristiano comprende que, en el reino de los cielos, realizamos nuestras acciones justas ante una audiencia privada de Uno, es decir, Dios. Podemos engañar a una multitud de espectadores humanos en la arena pública, pero Dios conoce la verdad de nuestros corazones. Jesús vio el valor inestimable de la ofrenda de la viuda de dos moneditas de cobre (ver Marcos 12:41-44). También vio la avaricia en el corazón de los escribas que "les gusta pavonearse en túnicas largas y sueltas y recibir saludos respetuosos cuando caminan por las plazas. ¡Y cómo les encanta ocupar los asientos de honor en las sinagogas y sentarse a la mesa principal en los banquetes! Sin embargo, estafan descaradamente a las viudas para apoderarse de sus propiedades y luego pretenden ser piadosos haciendo largas oraciones en público. Por eso, serán castigados con más severidad" (Marcos 12:38-40, NTV).

Los hipócritas prefieren la alabanza de los hombres, y su recompensa es temporal, terrenal y efímera. Al final, les espera el castigo eterno. Pero los que eligen la justicia de Dios en Jesucristo darán, orarán y ayunarán en secreto; su fe se expresará en una devoción desinteresada y de buena fe. Y el Padre recompensará abiertamente su fe con la vida eterna en Su reino.