Pregunta
¿Cuál debería ser el punto de vista de un cristiano sobre la idea de las auras?
Respuesta
Se cree que las auras son campos de energía sutil o campos de luz que emanan de los seres humanos, así como de todos los seres vivos, rodeándolos como una burbuja. Se afirma que el aura humana indica el estado espiritual, físico y emocional de una persona por medio del color, la profundidad y la intensidad del aura. Los colores se interpretan como reflejo de un sentimiento, experiencia, estado de salud o cualidad que posee el individuo. Leer o escanear el aura de una persona supuestamente lo hacen algunos psíquicos y también practicantes de ciertas terapias de sanación alternativa. Se dice que las auras son vistas a través de la clarividencia, una supuesta habilidad paranormal para ver el mundo inmaterial. Algunos piensan que las personas nacen con habilidades sobrenaturales para ver auras, y otros creen que se pueden desarrollar poderes psíquicos para hacerlo. La creencia en las auras es parte integral del ocultismo, especialmente en las enseñanzas de la Nueva Era, la Wicca o la brujería, todas condenadas por la Escritura como abominación delante de Dios. La Biblia condena enérgicamente el espiritismo, a los médiums, el ocultismo y a los psíquicos (Levítico 20:27; Deuteronomio 18:10-13).
Como ocurre con todas las enseñanzas de la Nueva Era, no existe base bíblica para creer en las auras. Algunos llegan a decir que la Biblia respalda esta creencia y señalan a Éxodo 34 y Mateo 17 como prueba. Sin embargo, una lectura, aunque sea rápida, de estos pasajes deja claro que lo que se presenció fue la gloria de Dios. En el pasaje de Éxodo, Moisés acababa de bajar del monte después de pasar cuarenta días y noches con Dios, y la gloria de Dios todavía se reflejaba en su rostro. El pasaje de Mateo narra la transfiguración de Jesús. Ambos pasajes se refieren a encuentros divinos específicos y no tienen nada que ver con un supuesto campo de energía personal.
Algunas personas afirman que los halos alrededor de Jesús, Sus discípulos y varios santos y ángeles en las pinturas representan sus auras. Se cree que pintar halos comenzó en la antigua Grecia y Roma, y que luego fue adoptado por los cristianos en los primeros siglos de la iglesia y en la Edad Media para representar ángeles y santos. Los artistas griegos llevaron la técnica del halo a la India en tiempos de Alejandro Magno, y los artistas budistas la adoptaron en sus representaciones de Buda y los santos budistas. Los halos en las pinturas son representaciones pictóricas del poder o estatus espiritual de una figura; no hay evidencia de que signifiquen una creencia en las auras por parte de los artistas. Por lo tanto, la afirmación de que los halos en el arte están relacionados con las auras no tiene fundamento. Más bien, los halos son parte de visiones culturales y de la imaginación de los artistas. Al igual que con las auras, no hay base bíblica para la creencia en halos.
La Biblia no habla de halos ni de auras, pero sí habla mucho acerca de la luz, especialmente de Jesucristo como "la luz del mundo" (Juan 8:12) y de Satanás, quien puede disfrazarse como "ángel de luz" (2 Corintios 11:14). En consecuencia, sabemos que existen la luz verdadera y la luz falsa. Dios dice acerca de Jesús: "En Él estaba la vida, y la vida era la Luz de los hombres" (Juan 1:4, NBLA). Los cristianos debemos vivir como "hijos de luz" (Efesios 5:8), sabiendo que somos "hijos de la luz e hijos del día" (1 Tesalonicenses 5:5). Ya que "Dios es Luz, y en Él no hay ninguna tiniebla" (1 Juan 1:5), debemos rechazar la falsa luz del aura, una creencia arraigada en el ocultismo, y buscar más bien la luz verdadera que es Jesucristo. "Pues Dios, que dijo: "De las tinieblas resplandecerá la luz", es el que ha resplandecido en nuestros corazones, para iluminación del conocimiento de la gloria de Dios en el rostro de Cristo" (2 Corintios 4:6, NBLA).
Como ocurre con todas las enseñanzas de la Nueva Era, no existe base bíblica para creer en las auras. Algunos llegan a decir que la Biblia respalda esta creencia y señalan a Éxodo 34 y Mateo 17 como prueba. Sin embargo, una lectura, aunque sea rápida, de estos pasajes deja claro que lo que se presenció fue la gloria de Dios. En el pasaje de Éxodo, Moisés acababa de bajar del monte después de pasar cuarenta días y noches con Dios, y la gloria de Dios todavía se reflejaba en su rostro. El pasaje de Mateo narra la transfiguración de Jesús. Ambos pasajes se refieren a encuentros divinos específicos y no tienen nada que ver con un supuesto campo de energía personal.
Algunas personas afirman que los halos alrededor de Jesús, Sus discípulos y varios santos y ángeles en las pinturas representan sus auras. Se cree que pintar halos comenzó en la antigua Grecia y Roma, y que luego fue adoptado por los cristianos en los primeros siglos de la iglesia y en la Edad Media para representar ángeles y santos. Los artistas griegos llevaron la técnica del halo a la India en tiempos de Alejandro Magno, y los artistas budistas la adoptaron en sus representaciones de Buda y los santos budistas. Los halos en las pinturas son representaciones pictóricas del poder o estatus espiritual de una figura; no hay evidencia de que signifiquen una creencia en las auras por parte de los artistas. Por lo tanto, la afirmación de que los halos en el arte están relacionados con las auras no tiene fundamento. Más bien, los halos son parte de visiones culturales y de la imaginación de los artistas. Al igual que con las auras, no hay base bíblica para la creencia en halos.
La Biblia no habla de halos ni de auras, pero sí habla mucho acerca de la luz, especialmente de Jesucristo como "la luz del mundo" (Juan 8:12) y de Satanás, quien puede disfrazarse como "ángel de luz" (2 Corintios 11:14). En consecuencia, sabemos que existen la luz verdadera y la luz falsa. Dios dice acerca de Jesús: "En Él estaba la vida, y la vida era la Luz de los hombres" (Juan 1:4, NBLA). Los cristianos debemos vivir como "hijos de luz" (Efesios 5:8), sabiendo que somos "hijos de la luz e hijos del día" (1 Tesalonicenses 5:5). Ya que "Dios es Luz, y en Él no hay ninguna tiniebla" (1 Juan 1:5), debemos rechazar la falsa luz del aura, una creencia arraigada en el ocultismo, y buscar más bien la luz verdadera que es Jesucristo. "Pues Dios, que dijo: "De las tinieblas resplandecerá la luz", es el que ha resplandecido en nuestros corazones, para iluminación del conocimiento de la gloria de Dios en el rostro de Cristo" (2 Corintios 4:6, NBLA).