Pregunta

¿Cuáles son algunos ejemplos de amor inagotable en la Biblia?

Respuesta
El amor inagotable de Dios es un tema constante a lo largo de toda la Biblia. El libro de los Salmos contiene numerosas expresiones de acción de gracias y alabanza por el amor fiel del Señor: "Tu amor inagotable, oh Señor, es tan inmenso como los cielos; tu fidelidad sobrepasa las nubes" (Salmo 36:5, NTV; ver también Salmos 13:5; 17:7; 31:16; 107:1; 136:1).

Uno de los ejemplos más sorprendentes del amor inagotable en la Biblia se presenta en el libro de Oseas. Dios ordena al profeta Oseas que se case con una mujer llamada Gomer, que probablemente sea una prostituta y que demostrará ser una esposa infiel. La infidelidad de Gomer pinta un vívido cuadro de la deslealtad de Israel hacia el Señor al adorar a otros dioses. Dios utiliza la ilustración del matrimonio para enseñar sobre Su ira justa por el pecado de abandono y adulterio espiritual de Israel, sin dejar de invitar a Israel a volver a Él para poder amarla de nuevo. El amor y la fidelidad incansables de Oseas hacia su esposa son un retrato impresionante del amor inagotable de Dios por Su pueblo.

En un momento dado, mientras Gomer está sola y probablemente viviendo como esclava, Oseas la compra por quince siclos de plata y una cantidad de cebada. El incidente refleja la postura de Jesucristo cuando perdona, restaura y ofrece una nueva vida de libertad a la mujer sorprendida en adulterio (Juan 8:1-11). Oseas también presagia cómo Jesucristo redimiría un día al mundo pecador, pagando el precio con Su propia muerte en la cruz. El libro profético nos asegura el amor incondicional e inagotable de Dios.

El libro de Rut contiene otro ejemplo impresionante de amor inagotable en las Escrituras. La historia trata de una familia de Judá: Noemí, su esposo, Elimelec, y sus dos hijos. Para escapar de una hambruna, se mudan a la tierra extranjera de Moab. Sin embargo, tras la muerte de Elimelec y los dos hijos de Noemí, esta decide regresar a Judá. En lugar de volver a casa con su propia familia, Rut, una de las nueras moabitas de Noemí, se niega a abandonar a su suegra sola y sin un centavo. Juntas regresan a Judá, donde Rut encuentra trabajo espigando grano en los campos de cebada de Booz. Cuando Rut le habla a Noemí de Booz, la anciana viuda se llena de alegría y bendice al Señor por Su bondad (Rut 2:20). Booz es su redentor familiar, el hombre que las rescatará de la pobreza y proporcionará un heredero a la familia de Elimelec.

La lealtad desinteresada de Rut hacia Noemí es un ejemplo de la compasión y la fidelidad del Señor para cumplir las promesas de Su pacto: "Reconoce, por lo tanto, que el Señor tu Dios es verdaderamente Dios. Él es Dios fiel, quien cumple su pacto por mil generaciones y derrama su amor inagotable sobre quienes lo aman y obedecen sus mandatos" (Deuteronomio 7:9, NTV). El papel de Booz como pariente redentor ejemplifica el amor incondicional de Dios, y esto se nos revela a través de la salvación en Jesucristo.

La parábola del hijo pródigo (Lucas 15:11-32) presenta otra ilustración conmovedora del amor inagotable de nuestro Padre celestial por Sus hijos descarriados. La historia habla de un padre y sus dos hijos. El hijo menor pide que le den su parte de la herencia familiar antes de tiempo. Con el dinero en la mano, se embarca en una descabellada aventura en una tierra lejana. Pronto se gasta todo. Cuando llega el hambre, encuentra trabajo alimentando cerdos. La Biblia dice que se encuentra tan indigente que ansía comer la comida que se les da a los cerdos. Finalmente, recobra el juicio. Se acuerda de su padre y decide regresar a casa y pedirle humildemente perdón y misericordia. Cuando lo hace, encuentra a su padre esperándolo: "Cuando todavía estaba lejos, su padre lo vio y sintió compasión por él, y corrió, se echó sobre su cuello y lo besó" (versículo 20).

¡El gozo, el amor y la tierna compasión llenaron el corazón del padre al ver a su hijo regresar a casa! Inmediatamente, el padre organiza una fiesta para celebrar. Todo está perdonado. Este padre es una imagen brillante de nuestro Padre celestial lleno de gozo cuando un pecador se arrepiente (Lucas 15:7, 10). Él espera pacientemente a los pecadores perdidos; derrama Su amor y compasión inagotables sobre ellos cuando regresan a casa.

Romanos 8:38-39 nos recuerda que "nada podrá jamás separarnos del amor de Dios. Ni la muerte ni la vida, ni ángeles ni demonios, ni nuestros temores de hoy ni nuestras preocupaciones de mañana. Ni siquiera los poderes del infierno pueden separarnos del amor de Dios. Ningún poder en las alturas ni en las profundidades, de hecho, nada en toda la creación podrá jamás separarnos del amor de Dios, que está revelado en Cristo Jesús nuestro Señor" (NTV). Su amor es absolutamente inagotable: "¡Qué precioso es tu amor inagotable, oh Dios! Todos los seres humanos encuentran refugio a la sombra de tus alas" (Salmo 36:7, NTV).

El ejemplo supremo del amor inagotable de Dios fue enviar a Jesucristo a morir por nosotros cuando aún éramos pecadores (Romanos 5:8). Su amor cubre todos nuestros pecados y nos reconcilia con Él (Juan 1:19; Hebreos 9:26-28; 2 Pedro 1:4). Toda la Biblia expresa el amor inagotable de Dios. El Señor es fiel, incluso cuando nosotros no lo somos. Él es el profeta que rescata a Su esposa descarriada; es el Padre que espera pacientemente a Su hijo perdido y recibe con gozo al hijo pródigo; es el compañero fiel y nuestro Redentor. Desde el principio de los tiempos, los pecadores indignos, propensos a la desviación y a la maldad, han sido objeto de Su gracia, Su misericordia siempre renovada y Su amor inagotable.