Pregunta

¿Qué dice la Biblia sobre ahorrar para la jubilación?

Respuesta
La Biblia no menciona específicamente el ahorro para la jubilación, como lo entendemos hoy, ni hace referencia a sistemas como pensiones, fondos privados de retiro o planes de ahorro previsional. Sin embargo, sí habla del ahorro en general y nos da principios claros que pueden guiarnos respecto a si los cristianos deben apartar dinero para necesidades futuras, como en la etapa de la vida en que ya no puedan generar ingresos.

La Biblia habla positivamente de la provisión financiera a través del trabajo. En 2 Tesalonicenses 3, Pablo advierte contra la ociosidad y recuerda a los tesalonicenses cómo él y sus compañeros trabajaban para mantenerse, aunque tenían derecho a recibir apoyo económico de la iglesia. En el versículo 10 establece la regla: "Si alguien no quiere trabajar, que tampoco coma". Esto muestra que somos responsables de proveer para nosotros mismos en la medida de lo posible. La pregunta es si debemos ahorrar dinero durante nuestros años de trabajo para poder mantenernos durante nuestros años de jubilación, cuando no podamos generar ingresos.

El libro de Proverbios contiene muchas advertencias que promueven el ahorro de dinero y otros recursos. Proverbios 21:20 dice: "Tesoro precioso y aceite hay en la casa del sabio, pero el necio todo lo disipa". Proverbios 6:6-8 utiliza un insecto como ilustración de la necesidad de ahorrar: "Ve, mira la hormiga, perezoso, observa sus caminos, y sé sabio. La cual sin tener jefe, ni oficial ni señor, prepara en el verano su alimento y recoge en la cosecha su sustento".

Reconocer una necesidad futura y hacer provisiones hoy es algo bíblicamente sabio. La administración financiera actual, incluido el ahorro para la jubilación, puede permitirnos servir mejor a los demás en el futuro. Vemos a José ejemplificar la sabiduría del ahorro en Génesis 41 cuando almacenó provisiones para la hambruna profetizada que se avecinaba. Incluso podríamos decir que la orden de Dios a los israelitas de recoger suficiente maná el sexto día para el viernes y el sábado es una forma de ahorrar para una necesidad futura (ver Éxodo 16). Por supuesto, "algunos del pueblo salieron a recoger, pero no encontraron nada" (versículo 27). Al no planificar y ahorrar, pasaron hambre.

Por otro lado, tenemos pasajes como Mateo 6:25-34 en los que Jesús nos anima a no preocuparnos por el mañana ni a buscar las cosas del mundo. Más adelante, Jesús cuenta la parábola del rico insensato, que tenía tal abundancia de cosechas que planeó construir un granero más grande para almacenar provisiones para sí mismo, de modo que dijo: "Y diré a mi alma: alma, tienes muchos bienes depositados para muchos años; descansa, come, bebe, diviértete" (Lucas 12:19). Pero Dios le dijo: "¡Necio! Esta misma noche te reclaman el alma; y ahora, ¿para quién será lo que has provisto?" (versículo 20). Jesús concluye con esta aplicación: "Así es el que acumula tesoro para sí, y no es rico para con Dios" (versículo 21). La cuestión en ambos pasajes parece ser de corazón. Jesús no está hablando en contra de ahorrar ahora para las necesidades del futuro. De lo que está hablando es de dónde deben estar enfocados nuestros corazones. Debemos valorar las cosas que Dios valora, confiar en Su provisión en vez de en nuestra propia riqueza, y también vivir sabiamente.

Los cristianos son sabios a la hora de examinar sus patrones de gasto actuales y sus necesidades financieras futuras. Al considerar cómo ahorrar para la jubilación, es bueno orar sobre el asunto, escudriñar las Escrituras sobre el uso apropiado del dinero y reunirse con un asesor financiero. Ahorrar es de sabios, y confiar en Dios es de sabios. Cuando ahorramos para la jubilación, reconocemos que la meta no es disfrutar egoístamente de una vida pródiga después de años de trabajo. El objetivo ni siquiera es la autosuficiencia, ya que nuestra dependencia siempre es de Dios. El objetivo es ejercitar la sabiduría de Dios para cubrir nuestras necesidades en los años futuros y tener lo suficiente para seguir dando a los demás. Nuestra confianza no está en los programas del gobierno, ni en los planes o en las cuentas individuales de jubilación. Nuestros corazones están puestos en las cosas de arriba, donde está nuestro verdadero tesoro. En última instancia, nuestro dinero pertenece a Dios y está dirigido a Sus propósitos.