Pregunta
¿Qué dice la Biblia sobre ahorrar dinero?
Respuesta
La Biblia enseña que ahorrar dinero es una práctica sabia por diversas razones. Dios es nuestra fuente y proveedor de todo lo que necesitamos: "Mi Dios proveerá a todas sus necesidades, conforme a sus riquezas en gloria en Cristo Jesús" (Filipenses 4:19, NBLA). Una de las maneras en que Dios provee es a través del dinero, y nuestra responsabilidad es administrarlo bien (Mateo 25:14-27).
Somos responsables ante Dios de cómo usamos todo lo que Él nos da, incluyendo el dinero. Ahorrar es una forma de demostrar buena mayordomía de los recursos que Él nos confía. Guardar dinero nos permite estar preparados para el futuro, y eso es bueno. Proverbios 6:6-8 nos muestra este principio incluso en la naturaleza: "Ve, mira la hormiga, perezoso, observa sus caminos, y sé sabio. La cual sin tener jefe, ni oficial ni señor, prepara en el verano su alimento y recoge en la cosecha su sustento" (NBLA). Planificar con anticipación y ahorrar facilita alcanzar metas y nos permite ser más efectivos en el ministerio (1 Corintios 16:2). En cambio, no planificar y no ahorrar nos hace más propensos a endeudarnos, algo que la Biblia advierte como insensato (Proverbios 22:7).
Sin embargo, hay motivos incorrectos para ahorrar dinero. Si lo hacemos por miedo al futuro, estamos demostrando que no confiamos plenamente en que Dios proveerá (Lucas 12:7; 2 Timoteo 1:7). La avaricia es pecado, y es necio y arrogante poner nuestra seguridad en las riquezas: "La fortuna del rico es su ciudad fortificada, y como muralla alta en su imaginación" (Proverbios 18:11, NBLA), pero estas "ciertamente se hace alas como águila que vuela hacia los cielos" (Proverbios 23:5, NBLA). 1 Timoteo 6:10 advierte: "Porque la raíz de todos los males es el amor al dinero, por el cual, codiciándolo algunos, se extraviaron de la fe y se torturaron con muchos dolores" (NBLA).
Para comprender plenamente el valor de ahorrar, debemos recordar lo que la Biblia dice sobre dar. Dios desea que seamos dadores alegres (2 Corintios 9:7). ¡No podemos dar más de lo que Dios nos da! "Den, y les será dado; medida buena, apretada, remecida y rebosante, vaciarán en sus regazos. Porque con la medida con que midan, se les volverá a medir" (Lucas 6:38, NBLA).
A veces Dios nos da cosas—dinero u otros bienes—para que las compartamos. Otras veces nos las da para que las conservemos y las usemos en Su servicio y para Su gloria. Lo sabio es tener un corazón dispuesto a soltar todo lo que Él nos ha confiado, por si nos pide darlo.
Somos responsables ante Dios de cómo usamos todo lo que Él nos da, incluyendo el dinero. Ahorrar es una forma de demostrar buena mayordomía de los recursos que Él nos confía. Guardar dinero nos permite estar preparados para el futuro, y eso es bueno. Proverbios 6:6-8 nos muestra este principio incluso en la naturaleza: "Ve, mira la hormiga, perezoso, observa sus caminos, y sé sabio. La cual sin tener jefe, ni oficial ni señor, prepara en el verano su alimento y recoge en la cosecha su sustento" (NBLA). Planificar con anticipación y ahorrar facilita alcanzar metas y nos permite ser más efectivos en el ministerio (1 Corintios 16:2). En cambio, no planificar y no ahorrar nos hace más propensos a endeudarnos, algo que la Biblia advierte como insensato (Proverbios 22:7).
Sin embargo, hay motivos incorrectos para ahorrar dinero. Si lo hacemos por miedo al futuro, estamos demostrando que no confiamos plenamente en que Dios proveerá (Lucas 12:7; 2 Timoteo 1:7). La avaricia es pecado, y es necio y arrogante poner nuestra seguridad en las riquezas: "La fortuna del rico es su ciudad fortificada, y como muralla alta en su imaginación" (Proverbios 18:11, NBLA), pero estas "ciertamente se hace alas como águila que vuela hacia los cielos" (Proverbios 23:5, NBLA). 1 Timoteo 6:10 advierte: "Porque la raíz de todos los males es el amor al dinero, por el cual, codiciándolo algunos, se extraviaron de la fe y se torturaron con muchos dolores" (NBLA).
Para comprender plenamente el valor de ahorrar, debemos recordar lo que la Biblia dice sobre dar. Dios desea que seamos dadores alegres (2 Corintios 9:7). ¡No podemos dar más de lo que Dios nos da! "Den, y les será dado; medida buena, apretada, remecida y rebosante, vaciarán en sus regazos. Porque con la medida con que midan, se les volverá a medir" (Lucas 6:38, NBLA).
A veces Dios nos da cosas—dinero u otros bienes—para que las compartamos. Otras veces nos las da para que las conservemos y las usemos en Su servicio y para Su gloria. Lo sabio es tener un corazón dispuesto a soltar todo lo que Él nos ha confiado, por si nos pide darlo.