Pregunta
¿Qué dice la Biblia acerca de la adoración al sol?
Respuesta
La Biblia tiene bastante que decir sobre la adoración al sol, ya que las culturas antiguas solían practicarla, pero Dios tenía un plan diferente para Su pueblo. En la comprensión pagana y pre-científica, se creía que el sol era responsable de traer cada nuevo día. También calentaba la tierra y finalmente ponía fin a cada invierno, proporcionando las condiciones necesarias para sembrar y cultivar. Era el objeto más grande en el cielo. Su resplandor era abrumador y su calor podía destruir. En el mundo antiguo, el sol era el objeto más poderoso que el hombre conocía. Como resultado, era común que los pueblos antiguos adoraran al sol o, más exactamente, a una deidad solar. Los antiguos no veían al sol como un objeto inanimado, sino como una deidad o como parte de una deidad. La distinción entre lo físico y lo espiritual, o lo natural y lo sobrenatural, no era tan clara como lo es en el pensamiento moderno.
Todas las naciones que rodeaban a Israel estaban involucradas en la adoración al sol. En Egipto el dios sol era Amun-Ra; en Mesopotamia, Shamash; y en Canaán, Shemesh. Una de las ciudades cananeas conquistadas por los israelitas fue Bet-semes, "casa del sol", que probablemente era un centro de culto solar (Josué 19:22). Los babilonios y los asirios también practicaban la adoración al sol.
Por muy extendida que estuviera entre las naciones vecinas, la adoración al sol estaba prohibida para Israel. El primer capítulo de Génesis pone al sol en su contexto correcto como creación de Dios, hecho para servir a las necesidades de la humanidad (Génesis 1:14–19). Ni el sol ni la luna ni el ejército de estrellas son deidades. Deuteronomio 4:19 y 17:2–5 prohíben de manera específica la adoración al sol. Sin embargo, a pesar de esta prohibición, Israel cayó en esa práctica. En sus reformas, el rey Josías eliminó a los sacerdotes que ofrecían sacrificios al sol (2 Reyes 23:11). El profeta Ezequiel reveló que la adoración al sol estaba ocurriendo en la misma entrada del templo, "entre el pórtico y el altar", mientras los hombres literalmente daban la espalda al templo del Señor (Ezequiel 8:16). Jeremías condenó a los reyes, oficiales, profetas, sacerdotes y al pueblo de Jerusalén que habían adorado al sol. De manera irónica, Jeremías anuncia un juicio contra los idólatras: ""En aquel tiempo", declara el Señor, sacarán de sus tumbas los huesos de los reyes de Judá, los huesos de sus príncipes, los huesos de los sacerdotes, los huesos de los profetas y los huesos de los habitantes de Jerusalén; los esparcirán al sol, a la luna y a todo el ejército del cielo, a quienes amaron y sirvieron, y a quienes siguieron, a quienes buscaron y adoraron. No serán recogidos ni enterrados" (Jeremías 8:1–2, NBLA).
Romanos 1 resalta la caída de la humanidad en la idolatría. Cuando las personas contemplan el increíble poder y el resplandor del sol, su primera respuesta debería ser adorar a Aquel que lo creó, no al sol en sí. "Porque la ira de Dios se revela desde el cielo contra toda impiedad e injusticia de los hombres, que con injusticia restringen la verdad. Pero lo que se conoce acerca de Dios es evidente dentro de ellos, pues Dios se lo hizo evidente. Porque desde la creación del mundo, Sus atributos invisibles, Su eterno poder y divinidad, se han visto con toda claridad, siendo entendidos por medio de lo creado, de manera que ellos no tienen excusa. Pues aunque conocían a Dios, no lo honraron como a Dios ni le dieron gracias, sino que se hicieron vanos en sus razonamientos y su necio corazón fue entenebrecido" (Romanos 1:18–21, NBLA). "Porque ellos cambiaron la verdad de Dios por la mentira, y adoraron y sirvieron a la criatura en lugar del Creador, quien es bendito por los siglos. Amén" (v. 25, NBLA). El sol fue creado como un buen regalo de Dios para beneficio de la humanidad. Nuestra respuesta debería ser darle gracias a Él por el sol; sin embargo, fieles a su naturaleza caída, los hombres prefieren adorar al sol mismo, olvidando a su Creador.
Todas las naciones que rodeaban a Israel estaban involucradas en la adoración al sol. En Egipto el dios sol era Amun-Ra; en Mesopotamia, Shamash; y en Canaán, Shemesh. Una de las ciudades cananeas conquistadas por los israelitas fue Bet-semes, "casa del sol", que probablemente era un centro de culto solar (Josué 19:22). Los babilonios y los asirios también practicaban la adoración al sol.
Por muy extendida que estuviera entre las naciones vecinas, la adoración al sol estaba prohibida para Israel. El primer capítulo de Génesis pone al sol en su contexto correcto como creación de Dios, hecho para servir a las necesidades de la humanidad (Génesis 1:14–19). Ni el sol ni la luna ni el ejército de estrellas son deidades. Deuteronomio 4:19 y 17:2–5 prohíben de manera específica la adoración al sol. Sin embargo, a pesar de esta prohibición, Israel cayó en esa práctica. En sus reformas, el rey Josías eliminó a los sacerdotes que ofrecían sacrificios al sol (2 Reyes 23:11). El profeta Ezequiel reveló que la adoración al sol estaba ocurriendo en la misma entrada del templo, "entre el pórtico y el altar", mientras los hombres literalmente daban la espalda al templo del Señor (Ezequiel 8:16). Jeremías condenó a los reyes, oficiales, profetas, sacerdotes y al pueblo de Jerusalén que habían adorado al sol. De manera irónica, Jeremías anuncia un juicio contra los idólatras: ""En aquel tiempo", declara el Señor, sacarán de sus tumbas los huesos de los reyes de Judá, los huesos de sus príncipes, los huesos de los sacerdotes, los huesos de los profetas y los huesos de los habitantes de Jerusalén; los esparcirán al sol, a la luna y a todo el ejército del cielo, a quienes amaron y sirvieron, y a quienes siguieron, a quienes buscaron y adoraron. No serán recogidos ni enterrados" (Jeremías 8:1–2, NBLA).
Romanos 1 resalta la caída de la humanidad en la idolatría. Cuando las personas contemplan el increíble poder y el resplandor del sol, su primera respuesta debería ser adorar a Aquel que lo creó, no al sol en sí. "Porque la ira de Dios se revela desde el cielo contra toda impiedad e injusticia de los hombres, que con injusticia restringen la verdad. Pero lo que se conoce acerca de Dios es evidente dentro de ellos, pues Dios se lo hizo evidente. Porque desde la creación del mundo, Sus atributos invisibles, Su eterno poder y divinidad, se han visto con toda claridad, siendo entendidos por medio de lo creado, de manera que ellos no tienen excusa. Pues aunque conocían a Dios, no lo honraron como a Dios ni le dieron gracias, sino que se hicieron vanos en sus razonamientos y su necio corazón fue entenebrecido" (Romanos 1:18–21, NBLA). "Porque ellos cambiaron la verdad de Dios por la mentira, y adoraron y sirvieron a la criatura en lugar del Creador, quien es bendito por los siglos. Amén" (v. 25, NBLA). El sol fue creado como un buen regalo de Dios para beneficio de la humanidad. Nuestra respuesta debería ser darle gracias a Él por el sol; sin embargo, fieles a su naturaleza caída, los hombres prefieren adorar al sol mismo, olvidando a su Creador.