Pregunta

¿Qué significa que los mandamientos de Dios no son difíciles (1 Juan 5:3)?

Respuesta
Primera de Juan 5:3 dice: "Porque este es el amor de Dios: que guardemos Sus mandamientos, y Sus mandamientos no son difíciles" (NBLA). Este versículo comienza con un principio bíblico recurrente: amar a Dios se expresa mejor obedeciendo Sus mandamientos. El amor a Dios nos lleva a confiar en Su sabiduría y a desear cumplir Su voluntad. Juan enfatiza que, contrario a la percepción común, los mandamientos de Dios no son difíciles. Cuando entendemos esto, nuestro caminar en Cristo se convierte en un deleite, no en una tarea pesada.

Cuando algo es pesado, es difícil de soportar, opresivo y difícil de llevar. Muchas personas ven los mandamientos de Dios de esta manera, considerándolos obligaciones agotadoras y no instrucciones que producen gozo. La vida cristiana implica abandonar los deseos dañinos por otros mejores. Para usar una analogía con la comida, el cristianismo implica deshacerse de la comida chatarra y adoptar una dieta de comidas saludables y nutritivas. Los mandamientos de Dios son para nuestro bien, nos guían hacia una vida según la intención del Creador. La idea de que Dios está en contra de nuestra felicidad es falsa. La verdad es que, en Su gracia, Dios nos aleja de las formas destructivas de buscar lo que creemos que nos hará felices.

Además, los mandamientos de Dios no son difíciles porque tenemos el poder para obedecerlos. El evangelio revela el amor de Dios, y eso constituye la base de nuestro compromiso. Encontramos el amor verdadero en la disposición del Padre a dar a Su Hijo y en la entrega de la vida de Jesús por nosotros (1 Juan 3:16; 4:10). Además, el Espíritu de Dios mora en nosotros, recordándonos el amor de Dios y dándonos el poder para vencer el pecado (Romanos 5:5, 8:12-13). Pedro afirma: "Pues Su divino poder nos ha concedido todo cuanto concierne a la vida y a la piedad, mediante el verdadero conocimiento de Aquel que nos llamó por Su gloria y excelencia" (2 Pedro 1:3, NBLA).

Para aceptar los mandamientos de Dios como algo que no es una carga, debemos darnos cuenta de lo grave y venenoso que es el pecado. El pecado nos destruye, arruina nuestras relaciones y nos aleja de Dios. Lejos de ser una fuente de libertad, el pecado nos esclaviza (Juan 8:34). El pecado es la carga, y los mandamientos de Dios ofrecen la libertad de esa carga. Una analogía útil es el adiestramiento de un perro. Mientras el perro se resiste a las órdenes de su amo, necesita una correa u otras restricciones. Pero un perro bien adiestrado que ha aprendido a someterse a las órdenes de su amo puede moverse con mayor libertad. Del mismo modo, cuando nos sometemos a los mandamientos de Dios, encontramos que las restricciones se liberan y obtenemos la libertad de movernos sin cargas.

El amor juega un papel importante en la comprensión de que los mandamientos de Dios no son difíciles. Amar a alguien es preocuparse profundamente por su bienestar, anteponer sus necesidades a las nuestras y desear lo mejor para él. Dios no tiene necesidades, pero tiene una voluntad y un deseo para Su creación. Nuestro amor por Dios debe traducirse en valorar Sus deseos y Su voluntad por encima de los nuestros. Este amor por Dios es una respuesta a Su amor por nosotros (1 Juan 4:10). Cuanto mejor entendamos el evangelio, mejor podremos amar a Dios y más dispuestos estaremos a obedecer Sus mandamientos.

Los mandamientos de Dios no son difíciles porque Dios quiere lo mejor para nosotros, el Espíritu de Dios nos da poder y el amor de Dios nos motiva.