Pregunta
¿Cómo debe afrontar la menopausia una mujer cristiana?
Respuesta
Al igual que el parto, la menopausia es una experiencia única para las mujeres. No hay reglas absolutas sobre cómo afectará a cada una, solo pautas generales. Algunas mujeres atraviesan la menopausia muy temprano en la vida y otras mucho más tarde. Algunas la superan lidiando apenas con sofocos o sudores nocturnos, mientras que otras experimentan cambios drásticos de personalidad, como si se tratara de un “Dr. Jekyll y Mr. Hyde”.
Mucho se habla de los efectos secundarios negativos de la menopausia: el cabello se vuelve canoso, disminuyen las secreciones naturales del cuerpo, se pierde el deseo sexual, hay cansancio, despertares nocturnos, empapados en sudor o sofocos repentinos, a menudo en los momentos más inoportunos. A veces se les llama "oleadas de poder", pero después de ellas la mujer queda agotada. Con el cambio en los niveles hormonales, el deseo sexual disminuye, aunque esto no significa que desaparezca por completo. Simplemente, el afecto y la ternura se vuelven más importantes que la pasión. Seamos honestos: ¡la menopausia no es algo divertido! Sin embargo, no todo es negativo ni desesperanzador.
Aunque el proceso puede durar años, llega a su fin. Las mujeres posmenopáusicas emergen más fuertes y, con frecuencia, más seguras y satisfechas. Al igual que la pubertad, la menopausia es una transición, un cambio biológico. Y aunque todo cambio representa un reto, la mujer cristiana puede recurrir a la Palabra de Dios en busca de sabiduría para atravesar esta etapa junto a su familia.
Como la mujer cristiana no vive centrada en sí misma, sino en Dios, puede encontrar consuelo al saber que lo que realmente importa para Él es lo que somos por dentro, no nuestra apariencia externa: "Engañosa es la gracia y vana la belleza, pero la mujer que teme al Señor, esa será alabada" (Proverbios 31:30). El proceso de envejecimiento, incluida la menopausia, no debe temerse, y tenemos la seguridad de que la gracia de Dios es suficiente para sostenernos ante cualquier circunstancia: "Te basta Mi gracia, pues Mi poder se perfecciona en la debilidad" (2 Corintios 12:9). La mujer cristiana puede estar segura de que Dios nunca la dejará ni la abandonará (Hebreos 13:5).
La mujer piadosa llevará sus ansiedades y temores al Señor en oración, buscando Su guía, Su sabiduría y Su fortaleza para salir adelante: "echando toda su ansiedad sobre Él, porque Él tiene cuidado de ustedes" (1 Pedro 5:7). Si está casada, también debe confiar en su esposo y explicarle, en la medida de lo posible, por qué puede estar comportándose de forma inusual o por qué le cuesta afrontar las cosas. Los esposos no son adivinos, y generalmente les resulta más fácil enfrentar la situación doméstica cuando comprenden el problema. La comunicación entre esposo y esposa nunca debe subestimarse. Cuando se les pide ayuda y comprensión, ningún esposo cristiano puede negarse.
Según el diseño de Dios, los esposos deben amar y cuidar a sus esposas (Efesios 5:25). En 1706, Matthew Henry escribió una idea que posiblemente se remonta a Agustín: "La mujer fue hecha de una costilla del costado de Adán; no fue hecha de su cabeza para gobernarlo, ni de sus pies para ser pisoteada, sino de su costado para ser su igual, debajo de su brazo para ser protegida, y cerca de su corazón para ser amada" (Comentario de Matthew Henry sobre toda la Biblia, Génesis 2:21–25). Cuando su esposa atraviesa la transición de la menopausia, un esposo piadoso hará todo lo posible por animarla. Mostrará paciencia cuando las emociones estén a flor de piel y su esposa actúe de manera extraña. Estará ahí para brindarle consuelo y seguridad. En lugar de preocuparse, la pareja presentará sus peticiones a Dios en oración, confiando en recibir ayuda divina: "Por nada estén afanosos; antes bien, en todo, mediante oración y súplica con acción de gracias, sean dadas a conocer sus peticiones delante de Dios. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará sus corazones y sus mentes en Cristo Jesús" (Filipenses 4:6–7).
La promesa de Hebreos 4:16 es para todos nosotros, incluidas las mujeres que atraviesan la menopausia: "Por tanto, acerquémonos con confianza al trono de la gracia para que recibamos misericordia, y hallemos gracia para la ayuda oportuna".
La mujer cristiana que está atravesando la menopausia no necesita sentirse sola ni indefensa. Dios nos conoce íntimamente y se preocupa por nosotras: "Porque has puesto al Señor, que es mi refugio, al Altísimo, por tu habitación. No te sucederá ningún mal, ni plaga se acercará a tu morada. Pues Él dará órdenes a Sus ángeles acerca de ti, para que te guarden en todos tus caminos" (Salmo 91:9–11). Esta es la promesa de Dios para todos los que lo aman. Permítele ser tu refugio y tu fortaleza. Y encuentra consuelo en saber que esto también pasará.
Mucho se habla de los efectos secundarios negativos de la menopausia: el cabello se vuelve canoso, disminuyen las secreciones naturales del cuerpo, se pierde el deseo sexual, hay cansancio, despertares nocturnos, empapados en sudor o sofocos repentinos, a menudo en los momentos más inoportunos. A veces se les llama "oleadas de poder", pero después de ellas la mujer queda agotada. Con el cambio en los niveles hormonales, el deseo sexual disminuye, aunque esto no significa que desaparezca por completo. Simplemente, el afecto y la ternura se vuelven más importantes que la pasión. Seamos honestos: ¡la menopausia no es algo divertido! Sin embargo, no todo es negativo ni desesperanzador.
Aunque el proceso puede durar años, llega a su fin. Las mujeres posmenopáusicas emergen más fuertes y, con frecuencia, más seguras y satisfechas. Al igual que la pubertad, la menopausia es una transición, un cambio biológico. Y aunque todo cambio representa un reto, la mujer cristiana puede recurrir a la Palabra de Dios en busca de sabiduría para atravesar esta etapa junto a su familia.
Como la mujer cristiana no vive centrada en sí misma, sino en Dios, puede encontrar consuelo al saber que lo que realmente importa para Él es lo que somos por dentro, no nuestra apariencia externa: "Engañosa es la gracia y vana la belleza, pero la mujer que teme al Señor, esa será alabada" (Proverbios 31:30). El proceso de envejecimiento, incluida la menopausia, no debe temerse, y tenemos la seguridad de que la gracia de Dios es suficiente para sostenernos ante cualquier circunstancia: "Te basta Mi gracia, pues Mi poder se perfecciona en la debilidad" (2 Corintios 12:9). La mujer cristiana puede estar segura de que Dios nunca la dejará ni la abandonará (Hebreos 13:5).
La mujer piadosa llevará sus ansiedades y temores al Señor en oración, buscando Su guía, Su sabiduría y Su fortaleza para salir adelante: "echando toda su ansiedad sobre Él, porque Él tiene cuidado de ustedes" (1 Pedro 5:7). Si está casada, también debe confiar en su esposo y explicarle, en la medida de lo posible, por qué puede estar comportándose de forma inusual o por qué le cuesta afrontar las cosas. Los esposos no son adivinos, y generalmente les resulta más fácil enfrentar la situación doméstica cuando comprenden el problema. La comunicación entre esposo y esposa nunca debe subestimarse. Cuando se les pide ayuda y comprensión, ningún esposo cristiano puede negarse.
Según el diseño de Dios, los esposos deben amar y cuidar a sus esposas (Efesios 5:25). En 1706, Matthew Henry escribió una idea que posiblemente se remonta a Agustín: "La mujer fue hecha de una costilla del costado de Adán; no fue hecha de su cabeza para gobernarlo, ni de sus pies para ser pisoteada, sino de su costado para ser su igual, debajo de su brazo para ser protegida, y cerca de su corazón para ser amada" (Comentario de Matthew Henry sobre toda la Biblia, Génesis 2:21–25). Cuando su esposa atraviesa la transición de la menopausia, un esposo piadoso hará todo lo posible por animarla. Mostrará paciencia cuando las emociones estén a flor de piel y su esposa actúe de manera extraña. Estará ahí para brindarle consuelo y seguridad. En lugar de preocuparse, la pareja presentará sus peticiones a Dios en oración, confiando en recibir ayuda divina: "Por nada estén afanosos; antes bien, en todo, mediante oración y súplica con acción de gracias, sean dadas a conocer sus peticiones delante de Dios. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará sus corazones y sus mentes en Cristo Jesús" (Filipenses 4:6–7).
La promesa de Hebreos 4:16 es para todos nosotros, incluidas las mujeres que atraviesan la menopausia: "Por tanto, acerquémonos con confianza al trono de la gracia para que recibamos misericordia, y hallemos gracia para la ayuda oportuna".
La mujer cristiana que está atravesando la menopausia no necesita sentirse sola ni indefensa. Dios nos conoce íntimamente y se preocupa por nosotras: "Porque has puesto al Señor, que es mi refugio, al Altísimo, por tu habitación. No te sucederá ningún mal, ni plaga se acercará a tu morada. Pues Él dará órdenes a Sus ángeles acerca de ti, para que te guarden en todos tus caminos" (Salmo 91:9–11). Esta es la promesa de Dios para todos los que lo aman. Permítele ser tu refugio y tu fortaleza. Y encuentra consuelo en saber que esto también pasará.