Pregunta
¿Por qué Jonás intentó ir a Tarsis en lugar de Nínive?
Respuesta
La palabra del Señor vino a Jonás con la orden de predicar contra la maldad de Nínive, la capital del reino asirio (Jonás 1:1–2). Sin embargo, en lugar de obedecer, Jonás decidió huir de la presencia del Señor (Jonás 1:10). En su huida, salió de su ciudad natal, Gat-hefer, cerca de Nazaret en Israel (2 Reyes 14:25), y viajó hasta Jope (Jonás 1:3), una ciudad costera. Allí abordó un barco con destino a Tarsis, una ciudad situada cerca del estrecho de Gibraltar, en el sur de lo que hoy es España.
El contraste entre Nínive y Tarsis no podría haber sido mayor. Nínive estaba al este del río Tigris, en lo que hoy es Irak, a más de 800 kilómetros al este de la tierra de Jonás. En cambio, Tarsis estaba al oeste, a más de 4,000 kilómetros en la dirección opuesta. Era el destino más lejano al que Jonás podía huir. En otras palabras, estaba intentando poner la mayor distancia posible entre él y los asirios. No quería estar cerca cuando ocurriera lo que fuera que Dios tenía preparado para Nínive.
La razón por la que Jonás huyó es sencilla: no le agradaban los asirios. Asiria era una nación idólatra, orgullosa y brutal, empeñada en conquistar el mundo, y durante mucho tiempo había sido una amenaza constante para Israel. Cuando Dios envió a Jonás como misionero a la capital, Nínive, el profeta se resistió. Al final de la historia, Jonás revela claramente su motivo: "Por eso me anticipé a huir a Tarsis. Porque yo sabía que Tú eres un Dios clemente y compasivo, lento para la ira y rico en misericordia, y que te arrepientes del mal anunciado" (Jonás 4:2, NBLA). En otras palabras, Jonás quería que Nínive fuera destruida. Sentía que merecían el juicio de Dios. No deseaba ver que Su misericordia se extendiera a sus enemigos, y sabía que ese era justamente el propósito de Dios. Jonás descubrió que la salvación de Dios está disponible para todos los que se arrepienten, no solo para quienes él consideraba dignos.
También descubrió que nadie puede huir de Dios. ""¿Podrá alguien esconderse en escondites de modo que Yo no lo vea?", declara el Señor. "¿No lleno Yo los cielos y la tierra?", declara el Señor" (Jeremías 23:24, NBLA). El intento desesperado de Jonás por escapar de Dios estaba destinado al fracaso. Pronto comprendió que Dios estaba con él en todo lugar. Incluso en el vientre del gran pez, Dios sabía dónde estaba Jonás y escuchó su oración (Jonás 2:2).
No debemos huir de Dios, sino correr hacia Él. Como dice Proverbios 18:10: "El nombre del Señor es torre fuerte, a ella corre el justo y está a salvo" (NBLA).
El contraste entre Nínive y Tarsis no podría haber sido mayor. Nínive estaba al este del río Tigris, en lo que hoy es Irak, a más de 800 kilómetros al este de la tierra de Jonás. En cambio, Tarsis estaba al oeste, a más de 4,000 kilómetros en la dirección opuesta. Era el destino más lejano al que Jonás podía huir. En otras palabras, estaba intentando poner la mayor distancia posible entre él y los asirios. No quería estar cerca cuando ocurriera lo que fuera que Dios tenía preparado para Nínive.
La razón por la que Jonás huyó es sencilla: no le agradaban los asirios. Asiria era una nación idólatra, orgullosa y brutal, empeñada en conquistar el mundo, y durante mucho tiempo había sido una amenaza constante para Israel. Cuando Dios envió a Jonás como misionero a la capital, Nínive, el profeta se resistió. Al final de la historia, Jonás revela claramente su motivo: "Por eso me anticipé a huir a Tarsis. Porque yo sabía que Tú eres un Dios clemente y compasivo, lento para la ira y rico en misericordia, y que te arrepientes del mal anunciado" (Jonás 4:2, NBLA). En otras palabras, Jonás quería que Nínive fuera destruida. Sentía que merecían el juicio de Dios. No deseaba ver que Su misericordia se extendiera a sus enemigos, y sabía que ese era justamente el propósito de Dios. Jonás descubrió que la salvación de Dios está disponible para todos los que se arrepienten, no solo para quienes él consideraba dignos.
También descubrió que nadie puede huir de Dios. ""¿Podrá alguien esconderse en escondites de modo que Yo no lo vea?", declara el Señor. "¿No lleno Yo los cielos y la tierra?", declara el Señor" (Jeremías 23:24, NBLA). El intento desesperado de Jonás por escapar de Dios estaba destinado al fracaso. Pronto comprendió que Dios estaba con él en todo lugar. Incluso en el vientre del gran pez, Dios sabía dónde estaba Jonás y escuchó su oración (Jonás 2:2).
No debemos huir de Dios, sino correr hacia Él. Como dice Proverbios 18:10: "El nombre del Señor es torre fuerte, a ella corre el justo y está a salvo" (NBLA).