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Pregunta: "¿Existe Dios?"

Respuesta:
La pregunta de si Dios existe es una de las más básicas e importantes que cualquier persona puede plantearse. Abundan las opiniones sobre Dios, pero responder a la pregunta ¿Existe Dios? exige más que unos segundos de atención e implica una gran variedad de ideas y pruebas. En última instancia, lo que vemos en la experiencia humana, la ciencia, la lógica y la historia nos lleva a una respuesta segura: sí, Dios existe.

Muchas veces, esta pregunta se plantea como "¿Puedes demostrar que Dios existe?". El problema es que, si bien la verdad en sí es absoluta, existen prácticamente cero casos de prueba absoluta fuera de la lógica pura y las matemáticas. Por esa razón, los tribunales no exigen pruebas absolutas para llegar a un veredicto; más bien, buscan disipar la "duda razonable" y considerar lo que es "más probable".

Exigir una "prueba" de Dios que nunca nadie podría rechazar no es razonable. Ni las pruebas ni las personas operan así en el mundo real. "Encontrar" hechos y "aceptarlos" son profundamente diferentes. Los argumentos sólidos y contundentes seguirán sin convencer a quienes estén decididos a no creer. Para el escéptico convencido, no se trata de una "prueba", aunque convenciera a casi todos los demás. La intención de una persona tiene más influencia que cualquier prueba encontrada.

Eso significa que es necesaria una cierta dosis de "fe", y no sólo en lo que respecta a la existencia de Dios. El conocimiento perfecto está más allá de nuestra capacidad. La parcialidad y los prejuicios nublan nuestros puntos de vista. Siempre habrá una brecha entre lo que podemos "saber" y lo que "creemos". Esto se aplica por igual a escépticos y creyentes. No podemos conocer todos los detalles cada vez que nos sentamos en una silla, comemos o subimos escaleras. Todas esas acciones expresan una medida de fe. Actuamos, a pesar de lo que no sabemos, por lo que sí sabemos. Ésa es la esencia de la fe bíblica, incluida la fe en la existencia de Dios. Confiamos en lo que conocemos, lo que nos lleva a la acción, a pesar de un conocimiento menos que absoluto (Hebreos 11:6).

Se reconozca o no a Dios, la decisión implica fe. Creer en Dios no requiere una fe ciega (Juan 20:29), pero tampoco supera oposiciones malintencionadas (Juan 5:39-40). Para reforzar la fe están la experiencia humana, la lógica y las pruebas empíricas, que ayudan a responder a la pregunta ¿Existe Dios?

¿Existe Dios? - La experiencia humana
El debate sobre la existencia de Dios suele comenzar con argumentos lógicos. Eso tiene sentido, pero no es la manera en que los seres humanos actuamos normalmente. Las personas no comienzan carentes de toda perspectiva, esperando seguir un camino robóticamente racional antes de formarse una opinión. La gente interpreta la vida basándose en el mundo que le rodea. Así pues, el examen de la existencia de Dios debe comenzar por las experiencias. Después, podemos utilizar la lógica para evaluar esas opiniones.

Existen pruebas de la existencia de Dios en las experiencias humanas cotidianas (Romanos 1:19-20; Salmo 19:1; Eclesiastés 3:11). Esto incluye nuestro sentido natural de la moralidad. Se aplica al diseño aparente del universo que nos rodea. La vida humana obliga a creer que la verdad, el engaño, el amor, el odio, la bondad, la maldad, etc., son reales y tienen sentido. A lo largo de la historia, la inmensa mayoría de la gente se ha inclinado a creer en una realidad mayor que la meramente física.

Por supuesto, nuestras experiencias no son pruebas definitivas. Por el contrario, Dios utiliza la revelación general como una invitación (Apocalipsis 3:20). Las experiencias comunes sirven para enfatizar que debemos buscar más respuestas (Mateo 7:7-8). Quienes ignoran o desprecian la invitación de Dios no tienen la excusa de la ignorancia (Romanos 1:18; Salmo 14:1).

¿Existe Dios? - La lógica humana
Tres de las más poderosas sugerencias lógicas de la existencia de Dios son los argumentos cosmológico, teleológico y moral.

El argumento cosmológico considera el principio de causa y efecto. Cada efecto es el resultado de una causa, y cada causa es el efecto de una causa anterior. Sin embargo, esa cadena de causas no puede continuar infinitamente en el pasado, pues de lo contrario la cadena nunca se iniciaría. La lógica exige algo eternamente existente y que no es en sí mismo el efecto de otra cosa. Nuestro universo, evidentemente, no es eterno ni sin causa. La lógica apunta a Dios: la medida no creada y eterna de todas las demás cosas, la Primera Causa de nuestra realidad.

El argumento teleológico examina la estructura del universo. Las mayores configuraciones galácticas, nuestro sistema solar, nuestro ADN, las partículas subatómicas—todo da la impresión de haber sido dispuesto a propósito. Este rasgo es tan fuerte que incluso los ateos empedernidos tienen dificultades para explicar la apariencia de diseño.

Nada en las partículas subatómicas o en las fuerzas indica que deban estar dispuestas como están. Sin embargo, si no fueran exactamente como son, la materia compleja—y la vida—serían imposibles. Docenas de constantes universales se coordinan con una precisión alucinante para hacer que la vida sea posible, por no decir real. La ciencia nunca ha observado ni explicado cómo surgió la vida a partir de la no vida, pero también muestra la aparición repentina de organismos complejos. Un equipo de arqueólogos que viera las palabras "Estoy aquí" en la pared de una cueva asumiría universalmente una acción inteligente. Mientras tanto, el ADN humano representa una estructura de codificación más allá de la capacidad de los mejores ingenieros humanos. El peso de estas pruebas, lógicamente, favorece la idea de un Diseñador Inteligente—Dios—como explicación.

El argumento moral apunta a conceptos como el bien y el mal, la ética, etcétera. Es notable que estas son discusiones de "lo que debería ser", no simplemente "lo que es". Los principios morales están drásticamente desvinculados del razonamiento inmisericorde y egoísta que cabría esperar de una criatura evolucionada al azar para sobrevivir a cualquier precio. La mera idea de que los seres humanos piensen en términos morales no físicos es sorprendente. Más allá de eso, la esencia de la moral humana se mantiene constante a lo largo de la historia y en todas las culturas.

Además, el debate sobre las ideas morales conduce inevitablemente a una encrucijada. O bien las ideas morales son completamente subjetivas y, por tanto, carecen de sentido, o bien deben basarse en alguna norma inmutable. La experiencia humana no apoya la conclusión de que la moral no signifique nada. La explicación más razonable de por qué la gente piensa en términos morales y comparte ideales morales es una ley moral real que nos ha proporcionado un Legislador Moral, es decir, Dios.

¿Existe Dios? - La ciencia humana
Los argumentos lógicos mencionados anteriormente se inspiran en observaciones. Conceptos como la teoría del Big Bang demuestran, como mínimo, la validez científica de un universo creado y no eterno. Lo mismo ocurre con la estructura del ADN. Los datos empíricos dan credibilidad a la idea de un Creador bíblico y contradicen las explicaciones alternativas, como un universo eterno o la abiogénesis.

La arqueología también respalda la Biblia. Personas, acontecimientos y lugares que se describen en las Escrituras han sido confirmados repetidamente por descubrimientos seculares. Muchos de estos descubrimientos se produjeron después de que los escépticos insinuaran que los relatos bíblicos eran ficticios.

Por otra parte, la historia y la literatura también apoyan la existencia de Dios. Un ejemplo es la conservación de la Biblia: nuestra capacidad para rastrear el texto existente de las Escrituras hasta una época tan cercana a los acontecimientos originales respalda la fiabilidad de la Biblia. La influencia judeocristiana en la cultura, la moral, los derechos humanos y el nacimiento de la ciencia moderna también indican claramente un enfoque alineado con la verdad.

¿Existe Dios? - Dios en nosotros
Cada una de las categorías anteriores constituye todo un campo de estudio y es objeto de miles de libros. Sin embargo, la existencia de Dios se demuestra más profundamente, para la mayoría de las personas, en la experiencia personal. Por ejemplo, puede que sea imposible "demostrar" a los demás que uno es feliz, pero eso no cambia el hecho de que lo sea. Esto no quiere decir que la perspectiva interna tenga más peso que la verdad objetiva, aunque a menudo las verdades complejas se apoyan poderosamente en las experiencias individuales. Vidas cambiadas, actitudes transformadas y respuestas a la oración forman parte de nuestra percepción personal de que Dios existe.

Un sentido personal de la verdad es una forma convincente de saber que Dios existe, y la intención de Dios es que todas las personas lo experimenten. Dios vino a la tierra personalmente, como ser humano (2 Corintios 4:6), para que pudiéramos tener una relación personal con Él (Juan 14:6). Quienes buscan sinceramente a Dios lo encontrarán (Mateo 7:7-8), lo cual da como resultado la presencia permanente del Espíritu Santo (Juan 14:26-27).

Por lo tanto, la pregunta "¿Existe Dios? no puede responderse con pruebas absolutas, pero sí podemos señalar el peso de la evidencia que sugiere que Él existe. Aceptar la existencia de Dios no es un salto a ciegas en la oscuridad. Es un paso confiado para salir de la oscuridad y entrar en una habitación bien iluminada donde se aclaran muchas cosas.

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