Pregunta
¿Cuáles son las cuatro bestias del capítulo 7 de Daniel?
Respuesta
En Daniel 7, el profeta relata una visión nocturna que Dios le dio acerca de cuatro imperios mundiales, simbolizados como cuatro bestias (Daniel 7:1-14). Los cuatro imperios son los mismos que vio Nabucodonosor en su sueño de Daniel 2, aunque en ese sueño se los representa como diversos metales en una estatua. La visión de Daniel nos asegura que los imperios del mundo tienen cierta autoridad durante cierto tiempo, pero todos pasarán, y "los santos del Altísimo recibirán el reino y poseerán el reino para siempre, por los siglos de los siglos" (Daniel 7:18, NBLA).
La visión de las cuatro bestias inquieta a Daniel, y se pregunta qué significa hasta que un ángel se la explica (Daniel 7:15-27). Incluso en ese momento, la visión y su interpretación siguen causando angustia a Daniel: "En cuanto a mí, Daniel, mis pensamientos me turbaron en gran manera y mi rostro palideció, pero guardé el asunto en mi corazón" (versículo 28).
La visión de Daniel de las cuatro bestias comienza con una noche de mucho viento y un mar agitado: "Miraba yo en mi visión nocturna que los cuatro vientos del cielo agitaban el gran mar" (Daniel 7:2, NBLA). Mientras Daniel observa, "cuatro bestias enormes", cada una diferente de las otras, emergen de las oscuras aguas (versículo 3).
La primera de las cuatro bestias de Daniel "era como un león y tenía alas de águila" (Daniel 7:4, NBLA). Mientras Daniel observa, las alas son arrancadas de la bestia, y la criatura se yergue como un hombre y se le da una mente humana. Más tarde, el ángel que interpreta el sueño le dice a Daniel: "Estas bestias enormes, que son cuatro, son cuatro reyes que se levantarán de la tierra" (versículo 17). La primera bestia representa al rey Nabucodonosor de Babilonia. Su elevación a la categoría humana refleja la liberación de Nabucodonosor de una existencia bestial y su comprensión de la verdadera naturaleza de Dios (Daniel 4:34-35).
La segunda bestia de la visión de Daniel es "semejante a un oso, estaba levantada de un costado, y en su boca, entre sus dientes, tenía tres costillas" (Daniel 7:5, NBLA). Una voz dice a la segunda bestia que devore carne hasta quedar satisfecha. Esta bestia representa al Imperio Medo-Persa; la elevación de un costado de la criatura indica que una de las partes del reino (Persia) sería dominante. Las tres costillas de la boca de la criatura simbolizan las naciones que fueron "devoradas" por los medos y los persas. Se sabe que estas tres naciones conquistadas son Babilonia, Lidia y Egipto.
La tercera de las cuatro bestias es "semejante a un leopardo", salvo que tiene cuatro alas parecidas a las de un ave en el lomo y cuatro cabezas (Daniel 7:6). A esta bestia se le da autoridad para gobernar. La tercera bestia representa a Grecia, un imperio conocido por la rapidez de sus conquistas. Las cuatro cabezas predicen la división en cuatro del imperio tras la muerte de Alejandro Magno. La visión de Daniel del carnero y el macho cabrío proporciona más detalles sobre el segundo y el tercer reino (ver Daniel 8).
La última bestia que Daniel ve surgir del mar es la más espantosa: "terrible, espantosa y en gran manera fuerte" (Daniel 7:7). Esta cuarta bestia tiene "garras de bronce" (versículo 19) y "sus dientes de hierro y sus garras de bronce, y que devoraba, desmenuzaba y pisoteaba los restos con sus pies" aniquilando totalmente a su presa (versículo 7). La cuarta bestia tiene diez cuernos. Esta criatura representa al Imperio Romano, un reino poderoso que, en efecto, aplastaba a todos sus enemigos.
Así pues, la visión de Daniel de las cuatro bestias proporcionó una visión profética de los futuros acontecimientos mundiales. Mirando hacia atrás desde nuestra perspectiva, vemos estos acontecimientos como historia mundial y podemos ver fácilmente la correlación entre cada bestia y un imperio mundial. Sin embargo, había algo más en la visión de Daniel, y parte de ello es aún futuro, incluso para nosotros.
La atención de Daniel se centra en la destructiva cuarta bestia, y reflexiona sobre el significado de sus diez cuernos. Entonces, un cuerno más pequeño empieza a crecer de en medio de los diez. Cuando el cuerno pequeño emerge de la bestia, tres de los cuernos originales son arrancados de raíz. Daniel ve que el cuerno pequeño tiene "ojos como los ojos de un hombre y una boca que hablaba con mucha arrogancia" (Daniel 7:8). Las palabras orgullosas y jactanciosas del cuerno pequeño continúan hasta que el Anciano de Días establece un día de juicio (versículos 9-10). En ese momento, "mataron a la bestia, destrozaron su cuerpo y lo echaron a las llamas del fuego" (versículo 11). Esto contrasta con el destino de las otras tres bestias, que perdieron su autoridad, pero no fueron destruidas inmediatamente (versículo 12).
Después de matar a la cuarta bestia y quemar su cuerpo, un "hijo de hombre" viene del cielo en las nubes, "se dirigió al Anciano de Días y fue presentado ante Él" (Daniel 7:13). A este hombre se le da "dominio, Gloria y reino" (versículo 14), y todas las naciones de la tierra le adoran. El reino que gobierna es eterno e indestructible.
Cuando se da a Daniel la interpretación de la visión, el profeta pregunta específicamente por la cuarta bestia y sus cuernos (Daniel 7:19). El ángel explica: los diez cuernos de la bestia son diez reyes que se levantarán de ese reino (versículo 24). El cuerno pequeño e imponente, con ojos y boca de humano, representa a un rey posterior; ante él serán sometidos tres de los reyes originales. Este rey malvado "proferirá palabras contra el Altísimo y afligirá a los santos del Altísimo" (versículo 25). Tratará de cambiar los tiempos y las leyes, y ejercerá un poder opresivo sobre el pueblo de Dios durante tres años y medio. Este líder mundial que vio Daniel es el Anticristo, el "gobernante que vendrá" que erige la abominación de Daniel 9:27.
El hecho de que el Anticristo surja de la cuarta bestia nos lleva a conjeturar que, al final de los tiempos, se producirá un "renacimiento" del Imperio Romano, con una coalición de diez líderes mundiales. El Anticristo asumirá su posición de liderazgo a expensas de tres de esos líderes, y acabará ejerciendo la autoridad mundial. Verdadero tirano, el Anticristo exigirá adoración y tratará de controlar todos los aspectos de la vida (ver Apocalipsis 13:16-17).
El cuerno pequeño de Daniel 7 es la primera bestia de Apocalipsis 13. Observa que la bestia del Apocalipsis también tiene diez cuernos, y Juan la describe como parecida a "un leopardo, sus pies eran como los de un oso y su boca como la boca de un león" (Apocalipsis 13:2, NBLA). En otras palabras, la bestia del Apocalipsis contiene elementos de todas las bestias de Daniel. Al igual que la cuarta bestia de Daniel, la bestia de Juan habla con orgullo y oprime al pueblo de Dios durante tres años y medio (Apocalipsis 13:5-7).
La buena noticia es que el reinado del Anticristo es limitado: cuarenta y dos meses, y nada más. Entonces, Dios promete juzgar al cuerno pequeño. "Pero el tribunal se sentará para juzgar, y su dominio le será quitado, aniquilado y destruido para siempre" (Daniel 7:26, NBLA). O, como lo vio Juan, "Y la bestia fue apresada...Los dos fueron arrojados vivos al lago de fuego que arde con azufre" (Apocalipsis 19:20). El Hijo del Hombre reinará para siempre.
Es interesante comparar la visión de Daniel de las cuatro bestias con el sueño del rey Nabucodonosor de una gran estatua. Ambas visiones simbolizan los mismos reinos del mundo. En Daniel 2, el rey sueña con los reinos terrenales como "una gran estatua. Esa estatua era enorme y su brillo extraordinario" (Daniel 2,31, NBLA). Sin embargo, Daniel ve los mismos reinos como bestias horribles (Daniel 7). Así pues, tenemos dos perspectivas muy distintas de los reinos que construye la humanidad. Los gobernantes del mundo ven sus reinos como imponentes monumentos artísticos construidos con metales valiosos. Sin embargo, los profetas de Dios ven esos mismos reinos como monstruos antinaturales.
La visión de Daniel de las cuatro bestias advirtió a Israel de que habría una procesión de enemigos y gobernantes del mundo que tendrían autoridad sobre ellos; sin embargo, no debían desanimarse. Al final, Dios tiene el control, y el Mesías venidero derrotará a los reinos de este mundo y establecerá Su trono para siempre (Daniel 2:44; 7:13-14; Apocalipsis 11:15).
La visión de las cuatro bestias inquieta a Daniel, y se pregunta qué significa hasta que un ángel se la explica (Daniel 7:15-27). Incluso en ese momento, la visión y su interpretación siguen causando angustia a Daniel: "En cuanto a mí, Daniel, mis pensamientos me turbaron en gran manera y mi rostro palideció, pero guardé el asunto en mi corazón" (versículo 28).
La visión de Daniel de las cuatro bestias comienza con una noche de mucho viento y un mar agitado: "Miraba yo en mi visión nocturna que los cuatro vientos del cielo agitaban el gran mar" (Daniel 7:2, NBLA). Mientras Daniel observa, "cuatro bestias enormes", cada una diferente de las otras, emergen de las oscuras aguas (versículo 3).
La primera de las cuatro bestias de Daniel "era como un león y tenía alas de águila" (Daniel 7:4, NBLA). Mientras Daniel observa, las alas son arrancadas de la bestia, y la criatura se yergue como un hombre y se le da una mente humana. Más tarde, el ángel que interpreta el sueño le dice a Daniel: "Estas bestias enormes, que son cuatro, son cuatro reyes que se levantarán de la tierra" (versículo 17). La primera bestia representa al rey Nabucodonosor de Babilonia. Su elevación a la categoría humana refleja la liberación de Nabucodonosor de una existencia bestial y su comprensión de la verdadera naturaleza de Dios (Daniel 4:34-35).
La segunda bestia de la visión de Daniel es "semejante a un oso, estaba levantada de un costado, y en su boca, entre sus dientes, tenía tres costillas" (Daniel 7:5, NBLA). Una voz dice a la segunda bestia que devore carne hasta quedar satisfecha. Esta bestia representa al Imperio Medo-Persa; la elevación de un costado de la criatura indica que una de las partes del reino (Persia) sería dominante. Las tres costillas de la boca de la criatura simbolizan las naciones que fueron "devoradas" por los medos y los persas. Se sabe que estas tres naciones conquistadas son Babilonia, Lidia y Egipto.
La tercera de las cuatro bestias es "semejante a un leopardo", salvo que tiene cuatro alas parecidas a las de un ave en el lomo y cuatro cabezas (Daniel 7:6). A esta bestia se le da autoridad para gobernar. La tercera bestia representa a Grecia, un imperio conocido por la rapidez de sus conquistas. Las cuatro cabezas predicen la división en cuatro del imperio tras la muerte de Alejandro Magno. La visión de Daniel del carnero y el macho cabrío proporciona más detalles sobre el segundo y el tercer reino (ver Daniel 8).
La última bestia que Daniel ve surgir del mar es la más espantosa: "terrible, espantosa y en gran manera fuerte" (Daniel 7:7). Esta cuarta bestia tiene "garras de bronce" (versículo 19) y "sus dientes de hierro y sus garras de bronce, y que devoraba, desmenuzaba y pisoteaba los restos con sus pies" aniquilando totalmente a su presa (versículo 7). La cuarta bestia tiene diez cuernos. Esta criatura representa al Imperio Romano, un reino poderoso que, en efecto, aplastaba a todos sus enemigos.
Así pues, la visión de Daniel de las cuatro bestias proporcionó una visión profética de los futuros acontecimientos mundiales. Mirando hacia atrás desde nuestra perspectiva, vemos estos acontecimientos como historia mundial y podemos ver fácilmente la correlación entre cada bestia y un imperio mundial. Sin embargo, había algo más en la visión de Daniel, y parte de ello es aún futuro, incluso para nosotros.
La atención de Daniel se centra en la destructiva cuarta bestia, y reflexiona sobre el significado de sus diez cuernos. Entonces, un cuerno más pequeño empieza a crecer de en medio de los diez. Cuando el cuerno pequeño emerge de la bestia, tres de los cuernos originales son arrancados de raíz. Daniel ve que el cuerno pequeño tiene "ojos como los ojos de un hombre y una boca que hablaba con mucha arrogancia" (Daniel 7:8). Las palabras orgullosas y jactanciosas del cuerno pequeño continúan hasta que el Anciano de Días establece un día de juicio (versículos 9-10). En ese momento, "mataron a la bestia, destrozaron su cuerpo y lo echaron a las llamas del fuego" (versículo 11). Esto contrasta con el destino de las otras tres bestias, que perdieron su autoridad, pero no fueron destruidas inmediatamente (versículo 12).
Después de matar a la cuarta bestia y quemar su cuerpo, un "hijo de hombre" viene del cielo en las nubes, "se dirigió al Anciano de Días y fue presentado ante Él" (Daniel 7:13). A este hombre se le da "dominio, Gloria y reino" (versículo 14), y todas las naciones de la tierra le adoran. El reino que gobierna es eterno e indestructible.
Cuando se da a Daniel la interpretación de la visión, el profeta pregunta específicamente por la cuarta bestia y sus cuernos (Daniel 7:19). El ángel explica: los diez cuernos de la bestia son diez reyes que se levantarán de ese reino (versículo 24). El cuerno pequeño e imponente, con ojos y boca de humano, representa a un rey posterior; ante él serán sometidos tres de los reyes originales. Este rey malvado "proferirá palabras contra el Altísimo y afligirá a los santos del Altísimo" (versículo 25). Tratará de cambiar los tiempos y las leyes, y ejercerá un poder opresivo sobre el pueblo de Dios durante tres años y medio. Este líder mundial que vio Daniel es el Anticristo, el "gobernante que vendrá" que erige la abominación de Daniel 9:27.
El hecho de que el Anticristo surja de la cuarta bestia nos lleva a conjeturar que, al final de los tiempos, se producirá un "renacimiento" del Imperio Romano, con una coalición de diez líderes mundiales. El Anticristo asumirá su posición de liderazgo a expensas de tres de esos líderes, y acabará ejerciendo la autoridad mundial. Verdadero tirano, el Anticristo exigirá adoración y tratará de controlar todos los aspectos de la vida (ver Apocalipsis 13:16-17).
El cuerno pequeño de Daniel 7 es la primera bestia de Apocalipsis 13. Observa que la bestia del Apocalipsis también tiene diez cuernos, y Juan la describe como parecida a "un leopardo, sus pies eran como los de un oso y su boca como la boca de un león" (Apocalipsis 13:2, NBLA). En otras palabras, la bestia del Apocalipsis contiene elementos de todas las bestias de Daniel. Al igual que la cuarta bestia de Daniel, la bestia de Juan habla con orgullo y oprime al pueblo de Dios durante tres años y medio (Apocalipsis 13:5-7).
La buena noticia es que el reinado del Anticristo es limitado: cuarenta y dos meses, y nada más. Entonces, Dios promete juzgar al cuerno pequeño. "Pero el tribunal se sentará para juzgar, y su dominio le será quitado, aniquilado y destruido para siempre" (Daniel 7:26, NBLA). O, como lo vio Juan, "Y la bestia fue apresada...Los dos fueron arrojados vivos al lago de fuego que arde con azufre" (Apocalipsis 19:20). El Hijo del Hombre reinará para siempre.
Es interesante comparar la visión de Daniel de las cuatro bestias con el sueño del rey Nabucodonosor de una gran estatua. Ambas visiones simbolizan los mismos reinos del mundo. En Daniel 2, el rey sueña con los reinos terrenales como "una gran estatua. Esa estatua era enorme y su brillo extraordinario" (Daniel 2,31, NBLA). Sin embargo, Daniel ve los mismos reinos como bestias horribles (Daniel 7). Así pues, tenemos dos perspectivas muy distintas de los reinos que construye la humanidad. Los gobernantes del mundo ven sus reinos como imponentes monumentos artísticos construidos con metales valiosos. Sin embargo, los profetas de Dios ven esos mismos reinos como monstruos antinaturales.
La visión de Daniel de las cuatro bestias advirtió a Israel de que habría una procesión de enemigos y gobernantes del mundo que tendrían autoridad sobre ellos; sin embargo, no debían desanimarse. Al final, Dios tiene el control, y el Mesías venidero derrotará a los reinos de este mundo y establecerá Su trono para siempre (Daniel 2:44; 7:13-14; Apocalipsis 11:15).