Pregunta
¿Debe un cristiano recibir asistencia social?
Respuesta
En Estados Unidos, varios programas gubernamentales conocidos colectivamente como "asistencia social" proporcionan dinero y ayuda para cubrir las necesidades básicas de las personas necesitadas. Esta ayuda llega a través de programas como la Ayuda a Familias con Hijos Dependientes (AFDC), la Asistencia Temporal para Familias Necesitadas (TANF) y el Programa Suplementario de Asistencia Nutricional (SNAP), comúnmente llamado "cupones de alimentos". En esencia, la asistencia social del gobierno es una redistribución de la riqueza: el dinero se recauda a través de los impuestos de las personas que trabajan y se entrega a quienes no trabajan o no ganan lo suficiente para mantenerse. A la luz de pasajes bíblicos que ordenan a cada uno "llevará su propia carga" (Gálatas 6:5), algunos cristianos cuestionan si es moral recibir asistencia social o limosnas del gobierno.
En primer lugar, Dios ha dejado claro que el cuidado de las viudas y los huérfanos es una prioridad absoluta para Él, y debería serlo también para Su pueblo (Malaquías 3:5; Éxodo 22:22; Deuteronomio 24:20; Santiago 1:27). Uno de los primeros ministerios de la iglesia primitiva fue alimentar a las viudas (Hechos 6:1), pero incluso este acto de "bienestar" tenía estipulaciones: "Que la viuda sea puesta en la lista solo si no es menor de sesenta años, habiendo sido la esposa de un solo marido, que tenga testimonio de buenas obras; si ha criado hijos, si ha mostrado hospitalidad a extraños, si ha lavado los pies de los santos, si ha ayudado a los afligidos y si se ha consagrado a toda buena obra" (1 Timoteo 5:9–10). La asistencia social a través de la iglesia se limitaba a las viudas que estaban en la indigencia por causas ajenas a su voluntad y que no tenían familia que se ocupara de ellas (1 Timoteo 5:3–8).
Los cristianos que enfrentan situaciones difíciles pueden verse obligados a recurrir a la asistencia pública. Los bajos ingresos, la pérdida del empleo, el abandono familiar, las enfermedades o las lesiones pueden causar dificultades económicas que requieran ayuda. La asistencia social del gobierno puede proporcionar un respiro temporal hasta que la persona logre recuperarse.
Tanto si uno decide acogerse a la asistencia social como si no, hay varias acciones sabias que la Biblia recomienda:
- Orar. Podemos acercarnos con confianza al trono de la gracia de Dios y pedir "misericordia, y [hallar] gracia para la ayuda oportuna" (Hebreos 4:16). También podemos pedir sabiduría en cualquier momento (Santiago 1:5).
- Buscar la ayuda de la familia. Las familias son un sistema de apoyo natural y suelen estar en la mejor posición para entender la situación y ofrecer ayuda (1 Timoteo 5:8).
- Buscar ayuda en la iglesia. La familia espiritual puede ser un recurso fundamental para ayudar a un miembro necesitado a atravesar un momento difícil.
- Seguir cubriendo las propias necesidades en la medida de lo posible. La Biblia elogia el trabajo y advierte contra la inactividad voluntaria. Si estamos desempleados y podemos trabajar, debemos buscar empleo; si ya tenemos uno, debemos seguir trabajando y orar para conseguir un empleo mejor remunerado (2 Tesalonicenses 3:6–14).
- Dar gracias en toda circunstancia. "Den gracias en todo" (1 Tesalonicenses 5:18).
Algunos cristianos pueden tener convicciones personales contra el uso de la asistencia social del gobierno, y eso es comprensible. Es un asunto entre ellos y el Señor. Sin embargo, pedir ayuda social no es malo en sí mismo. El sistema existe para ayudar a quienes lo necesitan, y quienes enfrentan necesidades deben sentirse libres de acceder a él. Los cristianos no deben temer estar desobedeciendo a Dios al utilizar la "red de seguridad" creada para personas en su situación. La asistencia social del gobierno puede ser simplemente el método que Dios usa para proveer para ellos hasta que puedan trabajar de nuevo o hasta que se abran otros medios de provisión.
En primer lugar, Dios ha dejado claro que el cuidado de las viudas y los huérfanos es una prioridad absoluta para Él, y debería serlo también para Su pueblo (Malaquías 3:5; Éxodo 22:22; Deuteronomio 24:20; Santiago 1:27). Uno de los primeros ministerios de la iglesia primitiva fue alimentar a las viudas (Hechos 6:1), pero incluso este acto de "bienestar" tenía estipulaciones: "Que la viuda sea puesta en la lista solo si no es menor de sesenta años, habiendo sido la esposa de un solo marido, que tenga testimonio de buenas obras; si ha criado hijos, si ha mostrado hospitalidad a extraños, si ha lavado los pies de los santos, si ha ayudado a los afligidos y si se ha consagrado a toda buena obra" (1 Timoteo 5:9–10). La asistencia social a través de la iglesia se limitaba a las viudas que estaban en la indigencia por causas ajenas a su voluntad y que no tenían familia que se ocupara de ellas (1 Timoteo 5:3–8).
Los cristianos que enfrentan situaciones difíciles pueden verse obligados a recurrir a la asistencia pública. Los bajos ingresos, la pérdida del empleo, el abandono familiar, las enfermedades o las lesiones pueden causar dificultades económicas que requieran ayuda. La asistencia social del gobierno puede proporcionar un respiro temporal hasta que la persona logre recuperarse.
Tanto si uno decide acogerse a la asistencia social como si no, hay varias acciones sabias que la Biblia recomienda:
- Orar. Podemos acercarnos con confianza al trono de la gracia de Dios y pedir "misericordia, y [hallar] gracia para la ayuda oportuna" (Hebreos 4:16). También podemos pedir sabiduría en cualquier momento (Santiago 1:5).
- Buscar la ayuda de la familia. Las familias son un sistema de apoyo natural y suelen estar en la mejor posición para entender la situación y ofrecer ayuda (1 Timoteo 5:8).
- Buscar ayuda en la iglesia. La familia espiritual puede ser un recurso fundamental para ayudar a un miembro necesitado a atravesar un momento difícil.
- Seguir cubriendo las propias necesidades en la medida de lo posible. La Biblia elogia el trabajo y advierte contra la inactividad voluntaria. Si estamos desempleados y podemos trabajar, debemos buscar empleo; si ya tenemos uno, debemos seguir trabajando y orar para conseguir un empleo mejor remunerado (2 Tesalonicenses 3:6–14).
- Dar gracias en toda circunstancia. "Den gracias en todo" (1 Tesalonicenses 5:18).
Algunos cristianos pueden tener convicciones personales contra el uso de la asistencia social del gobierno, y eso es comprensible. Es un asunto entre ellos y el Señor. Sin embargo, pedir ayuda social no es malo en sí mismo. El sistema existe para ayudar a quienes lo necesitan, y quienes enfrentan necesidades deben sentirse libres de acceder a él. Los cristianos no deben temer estar desobedeciendo a Dios al utilizar la "red de seguridad" creada para personas en su situación. La asistencia social del gobierno puede ser simplemente el método que Dios usa para proveer para ellos hasta que puedan trabajar de nuevo o hasta que se abran otros medios de provisión.