Pregunta

¿Qué dice la Biblia sobre la renovación?

Respuesta
Una definición de diccionario de renovar sería algo como "hacer nuevo; restaurar frescura, vida o calidad" o "hacer espiritualmente nuevo". Cuando la Biblia habla de renovación, a veces se refiere a la renovación física —el descanso— que nuestros cuerpos necesitan para seguir funcionando de la mejor manera posible. Dios mismo instituyó un día de descanso para Su pueblo cada semana (Éxodo 34:21), y el Salmo 23 habla de un descanso físico que solo Dios puede proporcionar. El descanso y la renovación física son una necesidad de nuestros cuerpos imperfectos. Pero, aunque la renovación física es importante, hay otro tipo fundamental de restauración en la Biblia: la renovación espiritual.

La renovación espiritual solo es posible en la vida del creyente. Cuando Dios creó a la primera pareja, tenían una relación perfecta con Él. Pero cuando desobedecieron, esa relación se rompió y no podía restaurarse sino por medio de la sangre de un sacrificio. Finalmente, Dios envió a Su propio Hijo para morir en la cruz y resucitar, de modo que nuestra relación con Él se pudiera renovar (Juan 3:16). Antes de llegar a la fe salvadora en Jesucristo, estamos muertos en nuestros pecados (Efesios 2:1; 2 Corintios 5:17). Pero cuando decidimos seguir a Cristo, morimos al pecado y nuestra relación rota con Dios se restaura (Romanos 6:11; Colosenses 2:13). Nosotros mismos somos renovados también: "Él nos salvó, no por las obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho, sino conforme a Su misericordia, por medio del lavamiento de la regeneración y la renovación por el Espíritu Santo" (Tito 3:5). Aunque no alcanzaremos la perfección hasta que estemos en el cielo con el Señor, el Espíritu Santo comienza inmediatamente Su obra en nuestras vidas, la cual será completada ese día (Filipenses 1:6).

La renovación es un proceso continuo para el creyente (2 Corintios 4:16). Como los creyentes aún son propensos a pecar, es importante que la renovación se convierta en una práctica constante al buscar vivir vidas que reflejen a Cristo. Los creyentes están llamados a apartarse de la cultura mundana que los rodea, a vivir en el mundo, pero sin ser del mundo (Juan 15:19; Efesios 4:17–24). Somos el pueblo santo de Dios (1 Pedro 2:9) y no debemos abrazar los valores del mundo. Esto es posible mediante la renovación de nuestra mente: "Y no se adapten a este mundo, sino transfórmense mediante la renovación de su mente, para que verifiquen cuál es la voluntad de Dios: lo que es bueno y aceptable y perfecto" (Romanos 12:2). La renovación de nuestra mente es posible al leer y meditar en la Palabra de Dios; es a través de ella que somos santificados (Juan 17:17). Los creyentes han recibido la mente de Cristo (1 Corintios 2:11–16), por lo que pueden ver las cosas del mundo como Él las ve. Cuando enfocamos habitualmente nuestros pensamientos en Cristo y en "las cosas de arriba" (Colosenses 3:1–2), nuestra mente es ayudada en el proceso de renovación (Romanos 8:5).

Hay otro tipo de renovación espiritual disponible para los creyentes, y es el descanso espiritual. La salvación en general se compara con un "descanso", ya que confiamos en Cristo y no en nuestras propias obras (Hebreos 4:1–11). También necesitamos descanso y renovación espiritual día a día, así como nuestros cuerpos necesitan descanso físico. Este "cuidado del alma" solo puede suceder cuando nos enfocamos en Dios y confiamos en Su fuerza para sostenernos: "Pero Dios es el que me ayuda; El Señor es el que sostiene mi alma" (Salmo 54:4). La renovación siempre está disponible. Cuando pecamos, podemos recibir perdón (1 Juan 1:9). Cuando perdemos nuestro gozo, podemos orar para que nos sea restaurado (Salmo 51:12). Cuando Jesús estuvo en la tierra, a menudo se retiraba solo para orar a Dios (Marcos 1:35; Lucas 5:15–16; 6:12–13). Comunicarse con Su Padre era una forma de "recargarse" y prepararse para la obra que estaba haciendo. Jesús dependió de la fortaleza de Dios la noche antes de Su crucifixión (Mateo 26:36–46). Los seguidores de Jesús "se han vestido del nuevo hombre, el cual se va renovando hacia un verdadero conocimiento, conforme a la imagen de Aquel que lo creó" (Colosenses 3:10).

En Isaías, el profeta promete al pueblo de Dios: "Pero los que esperan en el Señor renovarán sus fuerzas. Se remontarán con alas como las águilas, correrán y no se cansarán, caminarán y no se fatigarán" (Isaías 40:31). Cada vez que empecemos a cansarnos espiritualmente, debemos buscar al Señor para que nos fortalezca y renueve, porque es Su Espíritu quien nos capacita para vivir para Él. Alabemos al Señor por la invitación llena de promesas de Cristo: "Tomen Mi yugo sobre ustedes y aprendan de Mí, que Yo soy manso y humilde de corazón, y hallarán descanso para sus almas" (Mateo 11:29).