Pregunta

¿Qué dice la Biblia sobre las falsas acusaciones?

Respuesta
Con respecto a las falsas acusaciones, el salmista dice: "Porque ellos no hablan paz, sino que piensan palabras engañosas contra los pacíficos de la tierra" (Salmo 35:20, NBLA). Esta es una descripción precisa de los motivos y resultados de las acusaciones falsas. La gente miente sobre los inocentes para provocar problemas. Esto ocurre en todos los niveles de la sociedad, desde los pasillos de una escuela hasta los de un gobierno. Las personas acusan falsamente a otros como táctica de venganza, juego de poder o cuando creen que tienen algo que ganar. No es necesario decir que esta conducta es totalmente antibíblica.

El mandamiento contra dar falsas acusaciones está entre los Diez Mandamientos (Éxodo 20:16). Según la Ley de Moisés, quien acusaba falsamente a otro recibía un castigo irónico: "Y los jueces investigarán minuciosamente; y si el testigo es un testigo falso y ha acusado a su hermano falsamente, entonces ustedes le harán a él lo que él intentaba hacer a su hermano. Así quitarás el mal de en medio de ti" (Deuteronomio 19:18-19, NBLA). La Ley también establecía que el castigo contra un testigo falso debía cumplirse sin piedad (Deuteronomio 19:21). Para Dios, es algo muy serio levantar una acusación falsa.

La necedad de levantar una acusación falsa se ilustra en el libro de Ester. Un hombre llamado Amán, noble de la corte del rey Asuero, planeó culpar a un judío llamado Mardoqueo y colgarlo en una horca de cincuenta codos de altura. Amán buscaba asegurar la muerte de Mardoqueo por medio de falsas acusaciones. Su odio hacia los judíos y su envidia hacia Mardoqueo lo llevaron a esta intriga. Pero el plan de Amán fue descubierto y, en una justicia poética, él mismo terminó colgado en la horca que había construido para Mardoqueo (Ester 5:9–14; 6:4).

Los que hacen falsas acusaciones están bajo el juicio de Dios (Salmo 5:6). Como seguidores de Cristo, podemos esperar que en ocasiones se levanten acusaciones falsas contra nosotros, pero escuchemos el ánimo de Jesús: "Bienaventurados serán cuando los insulten y persigan, y digan todo género de mal contra ustedes falsamente, por causa de Mí. Regocíjense y alégrense, porque la recompensa de ustedes en los cielos es grande" (Mateo 5:11–12, NBLA). No importa lo que los demás digan falsamente sobre nosotros, confiamos en la Palabra de Dios: "Los soberbios han forjado mentira contra mí, pero de todo corazón guardaré Tus preceptos. Su corazón está cubierto de grasa, pero yo me deleito en Tu ley" (Salmo 119:69–70, NBLA).

Jesús mismo enfrentó falsas acusaciones de parte de los fariseos y sus seguidores. Isaías lo había profetizado al decir del Mesías: "Fue oprimido y afligido, pero no abrió Su boca. Como cordero que es llevado al matadero, y como oveja que ante sus trasquiladores permanece muda, Él no abrió Su boca" (Isaías 53:7, NBLA). Incluso Pilato, el gobernador romano que dictó la sentencia, sabía que Jesús no había hecho nada malo, pero complació a los judíos y permitió que las falsas acusaciones se mantuvieran (Mateo 27:22–26).

De acuerdo con la Ley de Moisés, quienes acusaron falsamente al Hijo de Dios debieron haber sido crucificados ellos mismos. Sin embargo, Jesús miró a los soldados y a los gobernantes que se burlaban de Él y echaban suertes sobre Su ropa, y dijo: "Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen" (Lucas 23:34 NBLA). Esto mostró que la Ley de Moisés se había cumplido en el sacrificio de Jesús y que una nueva ley de perdón y misericordia, mediante la fe en el Cordero de Dios, estaba en vigor para todos los que creyeran en Él. "Porque la ley fue dada por medio de Moisés; la gracia y la verdad fueron hechas realidad por medio de Jesucristo" (Juan 1:17, NBLA; cf. 3:16).