Pregunta
¿Qué dice la Biblia sobre la competencia?
Respuesta
La competencia es una actividad muy frecuente en todo el mundo hoy en día. Cuando la gente piensa en la competencia, suele hacerlo en el contexto de un evento deportivo; sin embargo, la competencia también adopta muchas otras formas. La competencia tiene lugar tanto en el ámbito físico como en el espiritual. La competencia es importante para el creyente si quiere obtener la victoria espiritual y seguir fielmente a Jesucristo. Jesús compitió contra Satanás en el desierto, y lo derrotó además con la Palabra de Dios (Mateo 4:1-11). Como creyentes, luchamos por las almas de las personas perdidas compartiendo el evangelio con ellas, y debemos competir con otras cosmovisiones para derrotar las falsas afirmaciones de verdad.
La competencia también es buena para las sociedades en el mundo de los negocios. La competencia restringe la inflación. Obliga a las empresas a intentar vender sus productos a un precio más bajo para que sus competidores no se queden con todo el negocio. Y la competencia obliga a las empresas a fabricar mejores productos para ganarse la confianza de los clientes. La competencia en el mundo empresarial es saludable siempre y cuando no se utilicen estrategias pecaminosas, como mentir sobre el producto de un competidor, robar ideas de un competidor, etc.
En la sociedad actual, es común en algunas comunidades intentar eliminar la competencia. Algunas organizaciones deportivas infantiles juegan partidos en los que no se lleva el marcador. Estas políticas ignoran los beneficios de la competencia directa para los niños, como enseñarles a esforzarse para alcanzar un objetivo —y llevar el marcador es una forma de medir el éxito. Por supuesto, también hay que enseñar a los niños a ser corteses cuando ganan y a dar gloria a Dios, pero eso también forma parte de una competencia sana.
Incluso algunos cristianos afirman que la competencia es mala porque ganar hace que el perdedor se sienta mal. A menudo se refieren a lo que dijo Pablo: "No hagan nada por egoísmo o por vanagloria, sino que con actitud humilde cada uno de ustedes considere al otro como más importante que a sí mismo, no buscando cada uno sus propios intereses, sino más bien los intereses de los demás. Haya, pues, en ustedes esta actitud que hubo también en Cristo Jesús" (Filipenses 2:3-5). Sin embargo, también debemos tener en cuenta que Pablo utilizó los eventos deportivos competitivos como ilustraciones de verdades espirituales. En 1 Corintios 9:24-27, utiliza las competiciones entre corredores y boxeadores para ilustrar la importancia de la disciplina espiritual en la vida de uno. Parece poco probable que el Espíritu Santo inspirara al apóstol Pablo a utilizar algo pecaminoso para ilustrar cómo debemos tener disciplina en nuestras vidas.
La forma más extrema de competencia es la guerra. En una batalla, las personas compiten por el dominio, y las consecuencias son las más graves porque hay personas que mueren. Jesús fue a la cruz para luchar contra los efectos del pecado y la muerte: "Pues Cristo debe reinar hasta que haya puesto a todos Sus enemigos debajo de Sus pies. Y el último enemigo que será eliminado es la muerte" (1 Corintios 15:25-26). Al final se nos dice que Jesús, en Su segunda venida, derrotará a todos Sus enemigos: "Los ejércitos que están en los cielos, vestidos de lino fino, blanco y limpio, lo seguían sobre caballos blancos. De Su boca sale una espada afilada para herir con ella a las naciones y las regirá con vara de hierro....Los demás fueron muertos con la espada que salía de la boca de Aquel que montaba el caballo, y todas las aves se saciaron de sus carnes" (Apocalipsis 19:14-15, 21).
Como creyentes, se nos dice que somos más que vencedores en Cristo Jesús (Romanos 8:37); que debemos derribar fortalezas (2 Corintios 10:4); que debemos pelear la buena batalla (1 Timoteo 6:12; 2 Timoteo 4:7); y que debemos revestirnos de la armadura de Dios (Efesios 6). Estos son solo algunos versículos que nos muestran que estamos en competencia con "las fuerzas espirituales de maldad en las regiones celestes" (Efesios 6:12).
Aunque la Biblia no prohíbe la competencia, sí prohíbe las actitudes del corazón que muchos tienen cuando compiten. Las Escrituras son claras en cuanto a que deben hacer todas las cosas para la gloria de Dios (1 Corintios 10:31). "Todas las cosas" deben incluir las competiciones. Eric Liddel, antes de servir como misionero en China, corrió en los Juegos Olímpicos de Verano de 1924. Liddel demostró el tipo de actitud que se debe tener cuando se compite. Dijo: "Creo que Dios me creó con un propósito, ¡pero también me hizo rápido! Y cuando corro, siento su placer".
La peor clase de competencia es cuando la gente sigue siendo enemiga de Dios al rechazar el regalo de Dios de la salvación a través de Jesucristo. Jesús fue a la cruz para que pudiéramos ser parte de Su reino. Sin embargo, aquellos que rechazan el regalo de Dios de perdón y vida eterna serán derrotados como Sus enemigos y pasarán la eternidad bajo Su ira. El deseo de Dios es que te arrepientas y creas en Él para que puedas recibir el regalo de la vida eterna.
La competencia también es buena para las sociedades en el mundo de los negocios. La competencia restringe la inflación. Obliga a las empresas a intentar vender sus productos a un precio más bajo para que sus competidores no se queden con todo el negocio. Y la competencia obliga a las empresas a fabricar mejores productos para ganarse la confianza de los clientes. La competencia en el mundo empresarial es saludable siempre y cuando no se utilicen estrategias pecaminosas, como mentir sobre el producto de un competidor, robar ideas de un competidor, etc.
En la sociedad actual, es común en algunas comunidades intentar eliminar la competencia. Algunas organizaciones deportivas infantiles juegan partidos en los que no se lleva el marcador. Estas políticas ignoran los beneficios de la competencia directa para los niños, como enseñarles a esforzarse para alcanzar un objetivo —y llevar el marcador es una forma de medir el éxito. Por supuesto, también hay que enseñar a los niños a ser corteses cuando ganan y a dar gloria a Dios, pero eso también forma parte de una competencia sana.
Incluso algunos cristianos afirman que la competencia es mala porque ganar hace que el perdedor se sienta mal. A menudo se refieren a lo que dijo Pablo: "No hagan nada por egoísmo o por vanagloria, sino que con actitud humilde cada uno de ustedes considere al otro como más importante que a sí mismo, no buscando cada uno sus propios intereses, sino más bien los intereses de los demás. Haya, pues, en ustedes esta actitud que hubo también en Cristo Jesús" (Filipenses 2:3-5). Sin embargo, también debemos tener en cuenta que Pablo utilizó los eventos deportivos competitivos como ilustraciones de verdades espirituales. En 1 Corintios 9:24-27, utiliza las competiciones entre corredores y boxeadores para ilustrar la importancia de la disciplina espiritual en la vida de uno. Parece poco probable que el Espíritu Santo inspirara al apóstol Pablo a utilizar algo pecaminoso para ilustrar cómo debemos tener disciplina en nuestras vidas.
La forma más extrema de competencia es la guerra. En una batalla, las personas compiten por el dominio, y las consecuencias son las más graves porque hay personas que mueren. Jesús fue a la cruz para luchar contra los efectos del pecado y la muerte: "Pues Cristo debe reinar hasta que haya puesto a todos Sus enemigos debajo de Sus pies. Y el último enemigo que será eliminado es la muerte" (1 Corintios 15:25-26). Al final se nos dice que Jesús, en Su segunda venida, derrotará a todos Sus enemigos: "Los ejércitos que están en los cielos, vestidos de lino fino, blanco y limpio, lo seguían sobre caballos blancos. De Su boca sale una espada afilada para herir con ella a las naciones y las regirá con vara de hierro....Los demás fueron muertos con la espada que salía de la boca de Aquel que montaba el caballo, y todas las aves se saciaron de sus carnes" (Apocalipsis 19:14-15, 21).
Como creyentes, se nos dice que somos más que vencedores en Cristo Jesús (Romanos 8:37); que debemos derribar fortalezas (2 Corintios 10:4); que debemos pelear la buena batalla (1 Timoteo 6:12; 2 Timoteo 4:7); y que debemos revestirnos de la armadura de Dios (Efesios 6). Estos son solo algunos versículos que nos muestran que estamos en competencia con "las fuerzas espirituales de maldad en las regiones celestes" (Efesios 6:12).
Aunque la Biblia no prohíbe la competencia, sí prohíbe las actitudes del corazón que muchos tienen cuando compiten. Las Escrituras son claras en cuanto a que deben hacer todas las cosas para la gloria de Dios (1 Corintios 10:31). "Todas las cosas" deben incluir las competiciones. Eric Liddel, antes de servir como misionero en China, corrió en los Juegos Olímpicos de Verano de 1924. Liddel demostró el tipo de actitud que se debe tener cuando se compite. Dijo: "Creo que Dios me creó con un propósito, ¡pero también me hizo rápido! Y cuando corro, siento su placer".
La peor clase de competencia es cuando la gente sigue siendo enemiga de Dios al rechazar el regalo de Dios de la salvación a través de Jesucristo. Jesús fue a la cruz para que pudiéramos ser parte de Su reino. Sin embargo, aquellos que rechazan el regalo de Dios de perdón y vida eterna serán derrotados como Sus enemigos y pasarán la eternidad bajo Su ira. El deseo de Dios es que te arrepientas y creas en Él para que puedas recibir el regalo de la vida eterna.