Pregunta

¿Qué dice la Biblia sobre el acoso?

Respuesta
El acoso es el seguimiento, observación u hostigamiento repetido hacia otra persona con la intención de infundir miedo o de obtener atención no deseada. En los últimos años, los legisladores han buscado definirlo con mayor precisión y establecer sanciones para esta conducta, pero, debido a que el acoso suele implicar un patrón de actividades que, de forma aislada, pueden ser legales, y dado que la motivación del acosador no siempre es clara, a menudo es difícil procesar judicialmente estos casos.

El acoso suele estar precedido por un interés obsesivo en otra persona. Ese interés puede ser positivo o negativo. Por ejemplo, un hombre puede sentirse atraído por una compañera de trabajo y colmarla de regalos y llamadas no deseadas, incluso después de que ella le haya pedido que pare. Ella podría interpretar con razón esa atención como acoso. Aunque sus intenciones le parezcan positivas, para ella se interpretan como negativas. En cambio, un hombre puede creer que un compañero de trabajo lo trató injustamente y acosarlo como una forma de vengarse. Llamar y colgar, conducir lentamente frente a su casa o seguir a una persona son formas en las que un acosador puede infundir miedo.

La Biblia no aborda directamente el acoso, pero podemos aplicar muchos de sus principios para descubrir su perspectiva. Un tema común en la Escritura es que debemos tratar a los demás como queremos que nos traten (Mateo 7:12). Jesús dijo que el segundo mandamiento más importante es amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos (Mateo 22:39). El acoso es lo opuesto a la conducta que Cristo mandó. A pesar de lo que pueda pensar un pretendiente obsesionado, acosar a la persona de su interés no es amor. Romanos 13:10 dice: "El amor no hace mal al prójimo" (NBLA). Infundir miedo, ansiedad o irritación en alguien es hacerle daño.

Se podría decir que Satanás es un acosador. 1 Pedro 5:8 dice: "Sean de espíritu sobrio, estén alerta. Su adversario, el diablo, anda al acecho como león rugiente, buscando a quien devorar" (NBLA). Satanás y sus demonios acechan a los seres humanos, como un león acecha a su presa, buscando debilidades y vulnerabilidades para explotarlas, tentar y destruir (Juan 10:10). El hostigamiento constante de Satanás, sus insinuaciones, amenazas y mentiras son rasgos de un acosador. Nos estudia contra nuestra voluntad, aparece en los peores momentos y nos atormenta con temores, dudas y tentaciones.

La Biblia enseña que la manera de responder al acoso satánico es resistir al diablo (1 Pedro 5:9; Santiago 4:7). Resistimos primero reconociendo que estamos bajo ataque y luego manteniéndonos firmes en la Palabra de Dios (Efesios 6:10–17). Nos negamos a dejarnos intimidar por nuestro enemigo. Puede que no podamos detener por completo el acoso de Satanás, pero podemos tomar medidas firmes para asegurarnos de que no nos derrote. Eso fue lo que hizo Jesús (Mateo 16:23). Podemos hacer lo mismo con los acosadores humanos. Cuando reconocemos que estamos siendo acosados, podemos tomar medidas firmes para detenerlo y negarnos a permitir que el acosador nos intimide. Colaboramos con las autoridades competentes para eliminar el acoso (Romanos 13:4), revisamos nuestros hábitos y prácticas para mantenernos lo más seguros posible (Efesios 5:15), y resistimos el intento del acosador de controlarnos al negarnos a ceder al miedo (Efesios 6:10).