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Pregunta

¿Por qué Jesús habló tan fuertemente contra la fe tibia?

Respuesta


En Apocalipsis 3:14-21, el Señor describe la actitud del corazón "tibio" de aquellos en la iglesia de Laodicea, actitud que se manifiesta por sus obras. Los Laodicenses ni eran fríos ni calientes en relación a Dios, solo tibios. El agua caliente puede limpiar y purificar; el agua fría puede refrescar y dar vida. Pero el agua tibia no tiene un valor similar. Los laodicenses entendieron la analogía del Señor porque su agua potable de la ciudad llegaba a través de un acueducto desde un manantial a seis millas al sur, y llegaba asquerosamente tibia. El agua de Laodicea no era caliente como las cercanas aguas termales en las que la gente se bañaba, ni era refrescantemente fría para beber. Era tibia, buena para nada. De hecho, era nauseabunda, y esa fue la respuesta del Señor a los laodicenses: los enfermaba, y Él dijo: "Estoy a punto de vomitarte de mi boca" (versículo 16).

La carta a la iglesia de Laodicea es la más dura de las siete cartas a las iglesias de Asia Menor. Por su acusación de sus "obras" (Apocalipsis 3:15), Jesús deja claro que esta es una iglesia muerta. Los miembros de esta iglesia se ven a sí mismos como "ricos" y autosuficientes, pero el Señor los ve como "desventurados, miserables, pobres, ciegos y desnudos" (versículo 17). Su fe tibia era hipócrita; su iglesia estaba llena de cristianos no convertidos y fingidos.

Jesús frecuentemente equipara las obras con el verdadero estado espiritual de una persona: "Por sus frutos los conoceréis" y "Todo buen árbol da buenos frutos" (Mateo 7:16–17). Claramente, las obras tibias de los laodicenses no estaban acordes con la verdadera salvación. Las obras del verdadero creyente serán "calientes" o "frías" - es decir, beneficiarán al mundo de alguna manera y reflejarán la pasión espiritual de una vida transformada. Las obras tibias, sin embargo, aquellas realizadas sin alegría, sin amor, y sin el fuego del Espíritu, hacen daño al mundo que las ve. Los tibios son aquellos que afirman conocer a Dios pero viven como si Él no existiera. Pueden ir a la iglesia y practicar una forma de religión, pero su estado interno es uno de complacencia autojustificada. Afirman ser cristianos, pero sus corazones no han cambiado, y su hipocresía es desagradable para Dios.

El hecho de que los individuos tibios a quienes Cristo se dirige no están salvos se ve en la imagen de Jesús parado fuera de la iglesia (Apocalipsis 3:20). Aún no ha sido bienvenido en medio de ellos. En amor, el Señor les reprende y disciplina, mandándoles a arrepentirse (versículo 19). Él ve sus actitudes tibias como "vergüenza desnuda" que necesita ser vestida con las vestiduras blancas de la verdadera justicia (versículo 18). Les insta a ser serios, o celosos, y a comprometerse totalmente con Él. Nuestro Señor es misericordioso y paciente, y da tiempo a los tibios para arrepentirse.

Los laodicenses gozaban de prosperidad material que, junto con una apariencia de verdadera religión, les llevó a una falsa sensación de seguridad e independencia (ver Marcos 10:23). La expresión "Soy rico, me he enriquecido" (Apocalipsis 3:17) enfatiza que la riqueza obtenida vino a través de auto esfuerzo. Espiritualmente, tenían grandes necesidades. Una actitud autosuficiente y una fe tibia son peligros constantes cuando las personas viven vidas de facilidad y prosperidad.

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