Pregunta
¿Qué dice la Biblia sobre la riqueza?
Respuesta
La riqueza es la abundancia de posesiones valiosas o dinero. Cuando tenemos riqueza, tenemos más de lo que necesitamos para mantener una vida normal. Según esta definición, y en comparación con el resto del mundo, la mayoría de las personas en los países desarrollados son ricas. Algunos creen que la riqueza es algo malo y que, si alguien tiene más de lo necesario, debería repartirla de manera equitativa. Otros dicen que la riqueza es el resultado del trabajo duro y de inversiones inteligentes, y que nadie más tiene derecho a reclamarla. La riqueza se trata en la Biblia, y es allí donde encontramos la perspectiva adecuada al respecto.
Sabemos que la riqueza en sí misma no es pecaminosa. La riqueza no ofende a Dios, porque Él muchas veces bendijo a Sus siervos con riqueza cuando le agradaban (Deuteronomio 28:1-8). Abraham (Génesis 13:2), Jacob (Génesis 30:43) y el rey Salomón (1 Reyes 10:23) son ejemplos de hombres ricos en la Biblia que fueron usados por Dios de maneras poderosas. En el Antiguo Testamento, la riqueza era a veces un indicador del agrado y la bendición del Señor. Sin embargo, la riqueza nunca ha sido un barómetro preciso de la posición de una persona ante Dios. Algunas personas justas son pobres, mientras que algunas personas malvadas son ricas (Salmo 73; Jeremías 12:1).
En el Nuevo Testamento, también, varias personas ricas fueron fundamentales para el avance del reino de Dios. Mateo (Lucas 5:27-29), Juana (Lucas 8:3), José de Arimatea (Mateo 27:57), Zaqueo (Lucas 19:8) y Lidia (Hechos 16:14-15) eran todos individuos de grandes recursos que fueron llamados por Dios para una obra especial y que utilizaron su riqueza para una causa justa. La riqueza en sí misma es moralmente neutra. Lo que hacemos con la riqueza puede potenciar el bien o crear más maldad. La riqueza puede utilizarse para los propósitos de Dios o para objetivos egoístas.
Un versículo sobre la riqueza que a menudo se cita erróneamente es 1 Timoteo 6:10, que dice, en parte: "Porque la raíz de todos los males es el amor al dinero". Este versículo se utiliza a veces para decir que el dinero es malo, pero eso no es lo que dice. Es el amor al dinero, no el dinero en sí mismo, lo que lleva a tomar decisiones malas. En esta epístola, Pablo advirtió a su joven protegido Timoteo sobre los falsos maestros que se infiltrarían en la iglesia para obtener beneficios económicos. Su codicia no solo estafaría a los creyentes desprevenidos, sino que también infectaría a la iglesia con el amor al dinero. El versículo continúa diciendo: "algunos, se extraviaron de la fe y se torturaron con muchos dolores". La Biblia nunca dice que el dinero sea malo, solo que hay que evitar el amor al dinero.
Otra advertencia que nos da la Biblia sobre el dinero es que puede convertirse rápidamente en un ídolo: "si las riquezas aumentan, no pongan el corazón en ellas" (Salmo 62:10). Cuando tenemos abundancia, tendemos a volvernos perezosos espiritualmente, creyendo que nuestro dinero nos cuidará. Nuestros corazones se vuelven resistentes al sacrificio y nuestro enfoque pasa de las riquezas eternas a los saldos bancarios terrenales. Jesús dijo que era más fácil que un camello pasara por el ojo de una aguja, que un rico heredara la vida eterna (Marcos 10:25). El Señor puso la riqueza en perspectiva cuando dijo: "Estén atentos y cuídense de toda forma de avaricia; porque aun cuando alguien tenga abundancia, su vida no consiste en sus bienes" (Lucas 12:15).
Cuando la riqueza se convierte en un ídolo, también se convierte en nuestra perdición. Jesús ilustró esto en la parábola del rico insensato, que enseña la necedad de confiar en las riquezas sin mantener a Dios como el centro de la vida (Lucas 12:14-21). Jesús, que conoce nuestros corazones, nos advirtió sobre tratar de servir a dos señores (Lucas 16:13). No podemos amar al Señor nuestro Dios con todo nuestro corazón, alma, mente y fuerzas, si también amamos el dinero (Marcos 12:30). Dios no compartirá Su trono.
Proverbios 30:7-9 es una oración que modela la actitud correcta hacia la riqueza: "Dos cosas te he pedido, no me las niegues antes que muera: Aleja de mí la mentira y las palabras engañosas, no me des pobreza ni riqueza; dame a comer mi porción de pan, no sea que me sacie y te niegue, y diga: ¿Quién es el Señor?. O que sea menesteroso y robe, y profane el nombre de mi Dios". Cuando nuestra oración diaria es que Dios satisfaga todas nuestras necesidades según Sus riquezas en gloria (Filipenses 4:19), nos recordamos de dónde viene nuestra ayuda (Salmo 121:1-2). Cualquier abundancia más allá de ese sustento diario es un regalo del Señor, y debemos usarla con sabiduría. Cuando consideramos que todo lo que tenemos y todo lo que somos pertenece a Dios, somos más cuidadosos en usarlo todo para Su gloria (1 Corintios 10:31). Cuando vemos la riqueza como una inversión que nos ha sido confiada por su legítimo dueño, somos más propensos a mantenerla en la perspectiva correcta.
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¿Qué dice la Biblia sobre la riqueza?
