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Pregunta

¿Qué dice la Biblia acerca de la puntualidad?

Respuesta


La puntualidad es la cualidad de estar a tiempo. Apreciamos cuando los aviones, trenes y autobuses son puntuales porque no tenemos que perder el tiempo esperándolos. También agradecemos cuando otras personas son puntuales. Las personas puntuales generan confianza en los demás porque son fiables. La puntualidad es una manera de mostrar respeto por los demás y por su tiempo. También indica a quienes se reúnen con nosotros que valió la pena planear con anticipación. Comunicamos valor a otros cuando estamos en el lugar donde dijimos que estaríamos, en el momento que dijimos que estaríamos. La puntualidad es una forma de confiabilidad que puede ayudar a construir una buena reputación.

La mayoría de las personas son conocidas por ser puntuales o por ser crónicamente impuntuales. La puntualidad, o la falta de ella, es un rasgo de carácter que les dice a los demás qué tan confiables somos. Los impuntuales pueden considerar que su tardanza crónica es inevitable ("¡Así soy yo!"). Pero, aunque los impuntuales no se den cuenta, su retraso constante proviene de una combinación de orgullo y falta de habilidades de administración del tiempo. Las personas crónicamente impuntuales han adoptado, de manera subconsciente, una perspectiva que dice: "Soy lo suficientemente importante como para que los demás me esperen". Eso comunica a quienes deben esperar que sus horarios no son una prioridad. Por lo tanto, proponerse ser puntuales es una manera de obedecer las Escrituras que nos dicen que consideremos a los demás como más importantes que nosotros mismos (Filipenses 2:3–4).

La puntualidad también es un resultado del fruto espiritual del dominio propio (Gálatas 5:22). El dominio propio requiere que seamos proactivos con nuestras decisiones y horarios. En lugar de reaccionar a los eventos inesperados, las personas puntuales ya han previsto lo inesperado, dejando tiempo adicional para que ocurra. Los impuntuales suelen ser procrastinadores, dejando demasiadas tareas para último momento que se deben completar antes de pasar a la siguiente. Por el contrario, las personas puntuales son planificadoras que prestan atención a los eventos futuros y al tiempo requerido para cumplir con sus compromisos. Proverbios 21:5 dice: "Los proyectos del diligente ciertamente son ventaja, pero todo el que se apresura, ciertamente llega a la pobreza" (NBLA). Las personas diligentes suelen ser puntuales porque la buena administración del tiempo es necesaria para alcanzar sus metas.

Aunque todos llegaremos tarde de vez en cuando, las personas puntuales se sienten incómodas con su propia tardanza y no dejan que se convierta en un hábito. Las personas crónicamente impuntuales, sin embargo, han desarrollado una indiferencia hacia los problemas que causa su retraso constante. Aunque se disculpan y aparentan arrepentimiento, no toman las medidas necesarias para cambiar. Los crónicamente tardíos quizá nunca sepan las oportunidades, relaciones y responsabilidades que perdieron porque no se pudo contar con ellos para estar presentes. Aquellos que los han conocido el tiempo suficiente para notar su falta de puntualidad simplemente dejan de pedirles ayuda.

Muchos han reconocido el error en su tendencia natural a procrastinar y han trabajado para superarlo. Se han enseñado a sí mismos, a través de disciplina y consecuencias externas, a salir más temprano de lo que creen necesario. Se dan cuenta de que su procrastinación es una forma de pereza y se arrepienten de ella, aprendiendo nuevas maneras de alcanzar sus objetivos. Con el tiempo, la puntualidad puede reemplazar la impuntualidad como un nuevo hábito, y pronto aquellos que luchaban por llegar a tiempo descubren que la tardanza también les incomoda.

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