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Pregunta

¿Qué dice la Biblia sobre pensar demasiado?

Respuesta


Pensamos demasiado cuando dedicamos demasiado tiempo a pensar o analizar algo de un modo que resulta más perjudicial que útil. Estamos pensando demasiado cuando los pensamientos sobre problemas, asuntos relacionales e incluso planes dominan nuestras horas de vigilia. Todos pensamos en exceso de vez en cuando. Cuando estamos emocionados, asustados, preocupados o eufóricos, tendemos a rumiar conversaciones o acciones en las que hemos participado o que desearíamos haber hecho. Podemos tener temporadas de pensamiento excesivo cuando estamos inmersos en un proyecto importante, como la construcción de una casa o la creación de una empresa. La plétora de detalles que hay que abordar consume nuestros pensamientos durante un tiempo. Pensar es bueno, pero hacerlo en exceso puede convertir un asunto sencillo en uno excesivamente complejo.

Algunas emociones, como el miedo, nos llevan a pensar más que otras. Cuando se vislumbra en el horizonte un acontecimiento que promete ser doloroso o desagradable, tendemos a pensar demasiado en él. Las mujeres embarazadas a veces piensan demasiado en el parto. Viven mentalmente la agonía anticipada y los posibles resultados trágicos como una forma de "prepararse" para ello. También podemos pensar demasiado en acontecimientos o conflictos pasados, repasando cada sílaba o acción realizada en un esfuerzo por procesarlos. Por supuesto, pensar demasiado no sirve de nada; lo hecho, hecho está. Los introvertidos son más propensos a pensar demasiado que los extrovertidos, debido a su tendencia natural a vivir dentro de sus propias cabezas.

Nuestras mentes nunca paran. Muchos de nosotros mantenemos conversaciones internas en nuestras cabezas durante todo el día. Los pensamientos sobre una situación se superponen a los pensamientos sobre otra, y volvemos una y otra vez a aquellos que nos provocan emociones fuertes. Algunas personas, por naturaleza, pueden separar tus pensamientos con éxito para no pensar demasiado. Pero la mayoría de nosotros pensamos demasiado en ocasiones. Esto es normal, pero cuando se convierte en un estilo de vida de preocupación o ansiedad, necesitamos cambiar algo.

Una forma de evitar darle demasiadas vueltas a un tema es incorporar las Escrituras y la oración a nuestros pensamientos. Los salmistas nos dan excelentes ejemplos de ello. El Salmo 94:19 dice: "Cuando mis inquietudes se multiplican dentro de mí, Tus consuelos deleitan mi alma". Muchos de los salmos fueron escritos por personas que pensaban demasiado y que se enfrentaban al peligro, al malestar emocional, al miedo o a la desesperación. Escribieron con valentía sus pensamientos ansiosos y luego los convirtieron en adoración a Dios. El Salmo 6 es una de esas oraciones. El versículo 6 describe la condición de muchos que piensan demasiado: "Cansado estoy de mis gemidos; todas las noches inundo de llanto mi lecho, con mis lágrimas riego mi cama". Sin embargo, el autor, David, no se detiene ahí. El salmo termina con estas palabras: "El Señor ha escuchado mi súplica; el Señor recibe mi oración. Todos mis enemigos serán avergonzados y se turbarán en gran manera; se volverán, y de repente serán avergonzados" (versículos 9-10).

Satanás saca provecho de nuestra inclinación a pensar demasiado, creando dudas y temores acerca de las cosas espirituales. Algunos cristianos que piensan demasiado tienen dificultades para descansar en su salvación porque analizan demasiado su relación con Dios basada en la gracia, en lugar de descansar en "la sencillez y pureza de la devoción a Cristo" (2 Corintios 11:3). Temen que, si no han pensado en todo, Dios pueda rechazarlos. Esto no es saludable y es un ejemplo de los dardos de fuego sobre los que se advierte en Efesios 6:16. Las personas que piensan demasiado en lo espiritual pueden examinar y diseccionar un pasaje de las Escrituras hasta convencerse de que han encontrado un nuevo significado, uno que ni los apóstoles ni los líderes cristianos del pasado han descubierto. Las sectas y las religiones falsas se han fundado gracias a pensar demasiado.

Pensar demasiado puede transformarse en una actividad positiva como la meditación sana, la oración o la memorización de las Escrituras. Es útil buscar versículos específicos que traten sobre el pensamiento excesivo y tenerlos listos cuando comiencen los pensamientos obsesivos. Citarlos en voz alta, trasladar el problema a Dios y decirnos a nosotros mismos: "No, voy a cambiar mis pensamientos ahora", son formas de resistir el impulso de pensar demasiado. Dar a nuestra mente un proyecto constructivo también ayuda a mantenerla alejada de pensamientos dañinos y obsesivos. Muchas personas que luchan contra la obsesión por pensar han volcado sus energías en tareas creativas como la escritura, la música y el arte, y de este modo han conseguido sacar belleza de patrones de pensamiento que, de otro modo, serían perjudiciales. La oración, la meditación y las vías de expresión productivas pueden ayudar a aliviar la presión que conduce al pensamiento excesivo.

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